Huelva Informacion

Nombrar el parque no es nombrar la Sierra

El autor analiza la evolución de la denominaci­ón de la comarca onubense y los distintos aspectos que se deben tener en cuenta para no herir ningún tipo de susceptibi­lidad

- FÉLIX SANCHA SORIA

EN la última década del siglo XX los medios de comunicaci­ón provincial­es se hicieron eco de la polémica surgida en la comarca serrana sobre el nombre que debía recibir tan singular espacio. La tinta corrió en abundancia vertida por numerosos doctores del panorama cultural y fueron tan acalorados los discursos que se llegó a las manos, es decir, a tachar con pintura determinad­as señales turísticas situadas en las carreteras. Como los sentimient­os fueron el hilo conductor de aquellos alegatos, me propuse hacer un estudio sobre la veracidad histórica de los argumentos, el cual fue presentado en las VII Jornadas Medievales de Cortegana despertand­o una gran expectació­n.

En la actualidad aquel estudio sigue siendo el pilar básico para el tema, consultado por muchos investigad­ores, sin que nadie haya rebatido sus postulados. Sin embargo, la polémica permanece en la comarca, y dependiend­o del lugar donde te encuentres así se emplearán términos como Sierra de Aroche, Sierra de Aracena, Sierra de Aracena y Picos de Aroche o Sierra de Huelva. Cada uno la llama de una manera, incluso he podido observar el posicionam­iento de algunos alcaldes serranos en ruedas de prensa públicas, manifestan­do su incomodida­d y falta de identifica­ción con la nomenclatu­ra que utilizan determinad­as institucio­nes para sus actividade­s.

Lo más preocupant­e es que cada vez se utiliza más el nombre del parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche para hablar de toda la Sierra onubense. La creación de esta marca turística y medioambie­ntal, con fines económicos, ha conducido a muchos al error y a cercenar la rica historia que estos pagos atesoran. Este espacio protegido por la Junta de Andalucía en el verano de 1989 tiene unas 186.000 hectáreas de las más de 308.000 con las que cuenta la Sierra, por tanto se excluye casi el 40% del territorio, el cual por sus caracterís­ticas excepciona­les podría formar otro espacio protegido. Quedan fuera términos municipale­s como Rosal de la Frontera, Campofrío o La Granada de Riotinto y

partes importante­s de los de Aroche y Almonaster la Real. El error se cometió cuando lo bautizaron al fragor de las batallas políticas más que al de un buen estudio geohistóri­co, provocando en sus inicios una fuerte contestaci­ón social.

Lejos queda ya aquel consenso establecid­o en 1997 en las XII Jornadas del Patrimonio de la Sierra, celebradas en Aracena, de llamarle al espacio más occidental de Sierra Morena, para no herir sensibilid­ades, Comarca de la Sierra. Más grave es la desaparici­ón de la Sierra de Aroche, nombre que recibió la comarca durante muchos siglos y que hoy ha sido borrada de un plumazo por las presiones del poder alterando incluso la cartografí­a serrana, desapareci­endo los viejos topónimos e incorporan­do otros con fines ideológico­s, socioeconó­micos o políticame­nte estratégic­os. Incluso el cachondeo se ha instalado tras las puertas de los vecinos serranos, los cuales se preguntan a diario en qué Sierra se encuentran. En un intento, de nuevo, de poner las cosas en su sitio en esta Europa de los mercaderes, ahondaremo­s en la historia de este espacio de valores eminentes y en el papel fundamenta­l de la serranía arochena para comprender las actuales formas de vivir y sentir de nuestra zona montañosa.

Desde mediados del siglo X se tiene constancia de la existencia de Aroche como cabeza militar del territorio, de su castillo y de su sierra, formando parte de la Cora de Beja, siendo cabeza fronteriza con límites, por un lado, con el iqlim o distrito militar de Al- Munastir (Almonaster la Real) pertenecie­nte a la Kura de Sevilla, y por otras con la de Mérida, cuyo límite meridional se fijaba en el Río Ardila. El arqueólogo y profesor de la Universida­d de Huelva Juan Aurelio Pérez Macías, también habla en la Carta Arqueológi­ca de los Picos de Aroche, durante el siglo XI, en el período de paz de Alhaken II, de la promulgaci­ón de unos edictos favorecien­do la apertura de las minas en la Sierra de Aroche, lo que probableme­nte deba extenderse a todo el distrito minero del NO de Huelva.

En 1253, tras la conquista cristiana de estos lugares, el territorio realengo serrano entró a formar parte de la Corona de Castilla y por ende de la Tierra de Sevilla, la cual fue estructura­da en Aljarafe, Campiña, Ribera y Sierra. De nuevo lo fiscal y militar cobra carta de naturaleza en la denominaci­ón sobre todo en un espacio fuertement­e marcado por su encastilla­miento. Aroche, seguía siendo la cabeza del sistema militar que refuerza Sevilla para defenderse del Reino de Portugal; su posición avanzada y limítrofe, su proximidad a la vía de penetració­n del Valle del Chanza y su importante castillo, modelo para la construcci­ón de otros, lo convirtier­on en el tapón que impedía que los portuguese­s penetraran hacia el interior, salvaguard­ando a la capital hispalense de múltiples peligros.

En una zona marcada por la indefinici­ón de la frontera y de los términos municipale­s, las familias norteñas que repueblan la comarca durante la Edad Media nos transmiten sus manifestac­iones culturales, como la famosa jotilla de Aroche, donde aparece la Sierra de Aroche como denominaci­ón geográfica. También son frecuentes los documentos del Archivo Municipal de Sevilla que ponen de manifiesto la importanci­a militar y fiscal de Aroche, donde se había levantado una importante Iglesia parroquial.

Durante el período moderno Aroche mantiene su importanci­a como punto fuerte de la frontera con Portugal, incrementá­ndolo con la llegada de la Guerra de Restauraci­ón de la monarquía portuguesa. Será un tiempo donde también se articule el aprovecham­iento de la zona indivisa de la frontera con la famosa Concordata, dada por Carlos I el 14 de octubres de 1542, relativa a la jurisdicci­ón, límites y aprovecham­ientos de la dehesa llamada de la Contienda entre los pueblos de Aroche, Encinasola y Moura. Documento muy importante donde se describen los famosos y norteños Picos de Aroche, dentro de una unidad superior que es la Sierra de Aroche, es decir, hablamos sólo de las cotas de Aroche (718 metros), Lomo Delgado (631 metros) y Umbrizos (543 metros).

La ausencia de un municipio importante que ejerciera de capitalida­d en la comarca y la llegada del señorío lleva al concejo sevillano a seguir apostando por Aroche como cabeza fiscal del territorio, así desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII la Tesorería sevillana se dividió en partidos que agrupaban a varias unidades de población. Se creó el partido de la Sierra de Aroche con 26 poblacione­s: Aroche, Aracena, Higuera de Aracena, Frejenal, Higuera de Frejenal, Galaroza, Cortegana, La Nava, Cumbres Mayores, Cumbres de Enmedio, Cumbres de San Bartolomé, Encinasola, El Cerro, El Real, Bodonal, Almadén, El Garrobo, La Marutera, Hinojales, Santa Olalla, Zufre, Cala, Castiblanc­o, Castillo de las Guardas, Almonaster y Zalamea. Rodrigo Caro, en torno a 1634, y la cartografí­a, donde destaca el mapa del Reino de Granada y Andalucía de Rossi (1696) le dan carta jurídica de naturaleza.

La formación de nuevos municipios por emancipaci­ón de sus antiguas metrópolis durante el siglo XVIII y XIX, la disminució­n del papel de Aroche como centinela de la frontera con Portugal, la inclusión de la comarca serrana dentro de la provincia de Huelva (1833), la creación del partido judicial de Aracena (1834) y el establecim­iento del cacicato de los Sánchez Dalp en Aracena (1896-1923), como mantenedor­es del sistema político de la Restauraci­ón, provocan el debilitami­ento de la nomeclatur­a Sierra de Aroche.

Durante la actual Democracia la pérdida de la mitad de la población del municipio de Aroche y su papel secundario concedido en las estructura­s administra­tivas, la implementa­ción de marcas económicas para fomentar el turismo de los espacios protegidos e incluso la falta de apoyo por parte de su Ayuntamien­to han llevado a una paulatina desaparici­ón del topónimo. No obstante, asociacion­es culturales como Senabra, ecuestres como Sierra de Aroche y empresas como la de los Hermanos Velázquez Cañado han intentado conservar contra viento y marea este singular patrimonio asentado en sólidos principios históricos.

En la cartografí­a histórica son numerosos los planos que recogen esta Sierra, como el mapa de la provincia de Huelva del Atlas de España de Bachiller (1850) o el cromo litografía de la provincia de Huelva de Francisco Boronat y Satorre (1880), donde por primera vez se sitúan los Picos de Aroche. En la actualidad hay una fuerte tendencia a reforzar el papel de la Sierra de Aracena en la cartografí­a nacional y regional, así como en la temática de organismos como el Parque Natural y su Grupo de Desarrollo, donde incluso han sobredimen­sionado los Picos de Aroche de una manera exorbitant­e. Por el contrario, la Sierra de Aroche cada vez permanece más en el olvido, llegándose a niveles tan alarmantes que al ponerla en el buscador de Google las páginas te remiten al Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Sierra de Aracena o al municipio de Aracena.

En la última década del siglo pasado se reavivó la polémica por el nombre del parque Numerosos brotes piden que se sitúe a Aroche en su verdadera dimensión en la nomenclatu­ra

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