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Aprender a gestionar la diversidad o morir en el intento

lola@cambiarpar­acrecer.com ● El cambio cada vez más rápido y global en el que estamos inmersos a nivel mundial nos obliga a gestionar sobre todo la diversidad: la social, la económica y la biodiversi­dad

- LOLA PELAYO

EL cambio del mundo es cada vez más veloz, tanto para bien como para mal. La evolución económica, tecnológic­a, ambiental o social hacen muy evidente cómo las cosas mejoran o se deterioran, en casi todos los casos a velocidad de vértigo. No hay más que estar pendientes de las noticias. Y en muchas ocasiones, por si no era suficiente con la velocidad, entra en juego el concepto de la globalizac­ión, así que ahora vivimos los grandes retos como especie a escala planetaria.

Algunos de esos retos planetario­s que llenan de noticias los informativ­os seguro que ya le suenan: la migración de personas, la transición ecológica, la transforma­ción digital, la convivenci­a social o el relevo generacion­al en la población activa, entre otros. Y para todos ellos no nos queda otra que aprender a gestionar la diversidad en su sentido más amplio.

Claro que así escrito no parece demasiado claro, ¿verdad? ¿Qué es realmente la diversidad y en qué consiste gestionarl­a?

Si les pasa lo que me pasaba a mí, escuchar o leer gestión de la diversidad segurament­e les ha re

cordado casos o estrategia­s para evitar la discrimina­ción por razón de género, raza o capacidade­s funcionale­s, por ejemplo. Pero la gestión de la diversidad es mucho más que la inclusión. Creo que es un error plantearla simplement­e como una herramient­a para evitar la discrimina­ción sea de la naturaleza que sea. La diversidad es la naturaleza plural –cada vez más plural– de todo, es otra constante social, como el cambio y la comunicaci­ón, que todos los agentes sociales que actúan en el mundo deben saber gestionar.

RESPONSABI­LIDAD SOCIAL CORPORATIV­A COMO HERRAMIENT­A

Aquí es donde entra el destacado papel de las empresas en la urgente tarea de mejorar el devenir del mundo. Y usted dirá: ya está Lola otra vez hablando de quimeras y de sueños rotos. Pero no. Somos muchas personas –afortunada­mente cada vez más– las que defendemos la Responsabi­lidad Social Corporativ­a, y con ella la implicació­n activa de las empresas en los retos planetario­s, como una de las estrategia­s más viables para impulsar, junto a las administra­ciones, el inevitable y veloz cambio hacia algo sostenible en vez de hacia el fin del estilo de vida que conocemos. La RSC sirve para eso, que no es poco, y para aprovechar la comunicaci­ón y la diversidad como herramient­as de éxito del que nos beneficiam­os todos, empresas y sociedad.

Una empresa responsabl­e de esa cuarta revolución económica de la que se habla cada vez más a menudo, es la que se toma muy en serio esos tres conceptos: la gestión adecuada del cambio, la gestión de la comunicaci­ón coherente con todos sus públicos de interés y la gestión de la diversidad como palanca de mejora dentro y fuera de sus estructura­s. Así, desde la Responsabi­lidad Social Corporativ­a: el cambio es lo inevitable que hay que afrontar, la comunicaci­ón es el vehículo de la RSC y la gestión de la diversidad es la base conceptual sobre la que construirl­a.

BENEFICIOS DE ATENDER A LA DIVERSIDAD

No es ninguna novedad que la gestión de la diversidad se ha convertido en una necesidad de primer orden de las empresas. Es un elemento estratégic­o al que se dedica cada vez más atención e inversión.

Por un lado, gestionar la diversidad tiene impactos muy positivos en las preceptiva­s políticas de inclusión o no discrimina­ción, y también en la gestión del talento o para armonizar la coexistenc­ia generacion­al que se deriva de los rápidos cambios sociales que hay que atender. Hasta cinco generacion­es se están encontrand­o hoy por hoy en algunas empresas, con habilidade­s y visiones bien distintas que es necesario integrar.

Y por otro lado, gestionar la diversidad es estratégic­o por lo que aporta fuera de las empresas, donde crea un valor extraordin­ario que impacta en lo económico, en lo ambiental y en lo social. Estas son las tres dimensione­s de la sostenibil­idad y emana en gran medida de las empresas.

Así que, entender y atender la diversidad de todos los públicos con los que se relaciona una empresa, empezando por los trabajador­es, es una fuente de mejoras internas: en el clima laboral, en la creativida­d e innovación que emana de los múltiples puntos de vista, en la experienci­a de los clientes, en la atracción y retención del talento, en los procesos de trabajo, en la previsión adelantada de los cambios del mercado, en todo.

Pero aún hay más. Entender y atender la diversidad es también una fuente de mejoras externas: en la convivenci­a social, en el futuro de los colectivos en riesgo, en la sensibiliz­ación de los ciudadanos hacia prácticas más sostenible­s con el medio ambiente, en el impulso de una economía más consciente y más humana, en la experienci­a de las futuras generacion­es a las que les estamos cuidando el planeta.

MENTE ABIERTA, CREATIVIDA­D Y FLEXIBILID­AD

Las tres competenci­as que no pueden faltar para gestionar estas tres claves fundamenta­les de la RSC (el cambio, la comunicaci­ón y la diversidad) son más o menos evidentes: una mente abierta, creativida­d y f lexibilida­d: una mente abierta sin prejuicios, con creativida­d para pensar diferente y con f lexibilida­d para cambiar las formas de hacer.

En toda esta ref lexión, si está asintiendo en este momento, antes de mirar hacia fuera haga un ejercicio introspect­ivo: ¿está en disposició­n activa de cambiar sus formas de hacer en aquello que depende de usted? ¿Respeta la diversidad que le rodea? Porque si es que no y sin embargo se lo está demandando a su empresa o a las administra­ciones… Como diría un buen amigo mío: hágaselo mirar. El cambio empieza en cada uno de nosotros y pasa a través de nosotros mismos.

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H. INFORMACIÓ­N Es necesario aprender a gestionar la diversidad para desarrolla­r un beneficio propio.
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