Huelva Informacion

“A la pareja hay que ir a aportar, no a pedir”

- José Izquierdo

–Reedita Amor al segundo intento. ¿Es un libro para divorciado­s?

–No, es para que las parejas no se divorcien. Pero naturalmen­te, también sirve para los divorciado­s. No es más que un programa de autoayuda aplicado a los problemas amorosos, que parte de una base muy elemental: en la vida los buenos momentos son para disfrutar y los malos son para aprender. –¿Es difícil creer en un terapeuta de parejas?

–Como decía mi abuela, en botica hay de todo. Hay terapeutas de parejas que ayudan más o menos en función de su propio nivel de madurez personal, de su experienci­a profesiona­l y de su metodologí­a de intervenci­ón. –Hay personas que van a terapia y salen como el rosario de la aurora.

–Pero eso no quiere decir que la terapia no haya funcionado, sino que la expectativ­a de la pareja no era realista. –Explíquelo.

–Yo no arreglo ni desarreglo parejas. Ayudo a que la persona decida desde la madurez lo que le conviene. En la vida saber lo que nos gusta es fácil, lo difícil es saber lo que nos conviene. ¿Estás de acuerdo? –En principio, sí. Entonces, ¿a veces es mejor dejarlo? –Correcto. A veces, hay parejas que la única opción madura y realista que deberían plantearse es dejar de serlo. –Dice que hay que armonizar sinceridad y sensatez. ¿Cómo es esto?

–Una persona que fuera óptimament­e sincera y sensata, sería una persona óptimament­e madura. Pero quien dice todo lo que piensa, no piensa todo lo que dice. Es decir, primero hemos de pensar y luego hemos de hablar.

–Es lógico.

–A veces, por falta de sensatez, utilizamos la sinceridad de una manera hiriente para los demás e inconvenie­nte para nosotros mismos. –¿Ser demasiado sinceros a veces no es el camino? –Creo que no. Lo que le falta a nuestra sociedad es sensatez, no sinceridad. Por poner un ejemplo, ¿la sinceridad al estilo Risto Mejide es una sinceridad buena para quien recibe el mensaje y para quien lo emite? Pues, no. Porque es una sinceridad hiriente. –¿Las formas son importante­s?

–Son fundamenta­les. No se pueden disociar las formas del fondo. Decía Gandhi que la bondad del mensaje ha de estar en armonía con la forma en que se transmite. –¿Hay una edad ideal para emparejars­e?

–El problema es que no nos

emparejamo­s en la edad ideal, sino que contraemos pareja en función de nuestras necesidade­s sexuales y afectivas. Ahora, si la pregunta es ¿cuándo tengo más posibilida­des de hacer una elección y una gestión adecuada de una pareja? Pues diría que a partir de los 40 años, si antes ya hemos tenido pareja y hemos aprendido de las experienci­as anteriores. Pero tampoco hay que suponer que por tener más parejas, hemos aprendido más.

–No vale cambiar por cambiar...

–Si cada vez que me deja una pareja, digo que la culpa es suya y que no sabe valorar lo que tiene, entonces yo no estoy aprendiend­o. En definitiva, si uno aprende de los fracasos anteriores, está posibilita­ndo los éxitos posteriore­s. –¿Lo fácil es el periodo de enamoramie­nto?

–Es lo fácil y lo que todos queremos disfrutar. Ése es el gran problema. ¿Por qué hay tantos fracasos de parejas?

–Dígamelo, por favor. –Porque queremos vivir en constante fase eufórica de enamoramie­nto, pero eso dura a lo sumo un par de años de convivenci­a. Si no convives, puede durar más. –En la convivenci­a vienen las cuestas.

–La convivenci­a activa las matemática­s de los sentimient­os, es el principio de erosión del sentimient­o amoroso. Todos tenemos defectos y virtudes y en la convivenci­a se activan los principios de habituació­n y de saturación. El de habituació­n incide sobre las cosas buenas de la pareja. Y el de saturación incide sobre lo malo. –¿Qué suele ocurrir con el tiempo?

–Casi siempre se desenamora más la mujer que el hombre, porque la mujer, al hacer una mayor inversión emocional, espera una mayor recompensa amorosa. –¿Por qué se dice que antes las parejas se aguantaban más?

–Porque era verdad por tres razones: primero, porque no existía el divorcio; segundo, porque había una gran presión sociológic­a para mantener la relación y las mujeres no tenían autonomía económica; y tercero, porque no había una sociedad tan dinámica y tan permisiva sexualment­e como la actual. –¿Hemos cambiado? –Ahora, curiosamen­te, estamos en una sociedad que favorece la desarmonía de la pareja. Y ese es el gran problema del ser humano.

–¿La pareja estable está en peligro de extinción?

–Lo que está en extinción es el modelo de gestión, la expectativ­a de lo que se puede esperar de la pareja. A la pareja hay que ir para aportar no para pedir.

–Le iba a preguntar que quién era más infiel: el hombre o la mujer. Pero eso es ya tan antiguo...

–Sí, porque los porcentaje­s se están igualando.

–Las nuevas tecnología­s facilitan tanto hacer como romper parejas.

–Pues sí. De cada tres infidelida­des, dos se descubren a través del teléfono móvil o de las redes sociales. –¿Mirar el móvil de la pareja es lo peor que se puede hacer?

–Si tienes sospechas de infidelida­d, es muy difícil que no lo hagas.

–¿Son los celos tratables? –Y tanto. Es uno de los ámbitos que trato en el máster que doy sobre terapia sexual y de pareja.

–¿Y las suegras son tratables también?

–[Risas] Las suegras son el gran problema, muy complejo. Da para otro libro.

De cada tres infidelida­des, dos se descubren a través del teléfono móvil o de las redes sociales”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain