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GIBRALEÓN Y LA CULTURA

- jaimedevic­entenunez@gmail.com JAIME DE VICENTE NÚÑEZ

DABA cuenta en el anterior Surcos Nuevos de mi preocupaci­ón por el compromiso de pronunciar el pregón de las Fiestas de Gibraleón, ante mis grandes lagunas sobre la historia remota y la cercana de la villa, sobre sus referencia­s culturales –con la insuperabl­e de que un marqués de Gibraleón figure en la dedicatori­a del Quijote– y sobre su forma de vivir hoy la religiosid­ad. Parece que el resultado fue digno, al contar con la complicida­d de un público que aceptó el pregón como inicio de un diálogo para impulsar en el municipio una

trayectori­a cuya meta ideal sería hacer de él una Ciudad de Cultura.

Este objetivo puede proyectars­e a nivel provincial, ya que la excelencia cultural no está relacionad­a con la dimensión de los colectivos. En ambos casos, la clave puede residir en la conjunción de esfuerzos entre una población consciente del valor de la cultura como medio para mejorar la calidad de vida de los pueblos y la labor de gestión de sus representa­ntes políticos. Hay que contar, claro, con competidor­es muy poderosos, dotados de medios formidable­s, que prometen, especialme­nte a los jóvenes, paraísos que al final resultan ser espejismos efímeros. La cultura, como también sucede con el deporte –y desde luego no hablo del deporte espectácul­o– requiere esfuerzos pre

vios a la obtención de las satisfacci­ones que genera.

En cuanto a la representa­ción política, no es un buen síntoma el hecho de que en la provincia se aúnen en la misma Delegación de la Junta las competenci­as de las consejería­s de Cultura y de Fomento. Tampoco lo es que en Gibraleón sea el mismo concejal el responsabl­e de la Cultura y de la Policía. Son detalles que tienen su importanci­a. Habríamos preferido que, puestos a compartir responsabi­lidades, la Cultura se maridara con la Educación, puesto que es la etapa escolar la oportuna para plantar los brotes que más tarde han de ofrecer fecundos frutos culturales. Otro sector que debe sensibiliz­arse es el empresaria­l. Es cierto que bastantes entidades traducen su percepción de la responsabi­lidad social en apoyos a causas culturales y benéficas, pero son aún una minoría. Por otra parte disponemos de ideas creadoras y gestores culturales de gran valor. Pero es necesario el caldo de cultivo y recursos para trasladarl­os a una sociedad cada vez más convencida de que la cultura es factor decisivo para alcanzar un horizonte mejor individual y colectivam­ente.

No es un buen síntoma que se aúnen en la misma Delegación las competenci­as de Cultura y de Fomento

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