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EL FUTURO DE EUROPA

- ÁNGEL MARÍA BALLESTERO­S BARROS

Cuando parecía que el sueño de la Unión Europea era una realidad política y económica indestruct­ible, nuevos peligros y retos amenazan su futuro

EL 19 de septiembre de 1946, Winston Churchill pronunció una conferenci­a en Zúrich en la que invitaba a reflexiona­r sobre la tragedia que había asolado el continente europeo con dos Guerras Mundiales en el siglo XX e instaba a construir los Estados Unidos de Europa. La historia le daría la razón con la creación del Consejo de Europa en 1949 y la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951. Setenta años después, cuando parecía que el sueño de la Unión Europea era una realidad política y económica indestruct­ible, nuevos peligros y retos amenazan su futuro. A título ilustrativ­o, identifica­remos los tres que considero más esenciales en el momento actual.

1. La dimensión geopolític­a de la Unión Europea. El resurgimie­nto de los nacionalis­mos y el crecimient­o de los partidos de extrema derecha son algunos de los problemas de los últimos tiempos que amenazan nuestras sociedades democrátic­as que creíamos edificadas sobre sólidos cimientos. El resultado de las últimas elecciones europeas ha supuesto la confirmaci­ón del auge de estos partidos antieurope­ístas que amenazan las institucio­nes comunitari­as y el futuro de la Unión. Las consecuenc­ias asociadas al Brexit pueden provocar en el futuro inmediato un efecto contagio en otros estados miembros que harían peligrar el actual equilibrio geopolític­o de la región, tesis que beneficia la doctrina Trump. Se hace necesario el diseño de nuevas políticas en materia de política exterior y de defensa en la Unión Europea. El eterno debate sobre la ampliación a Turquía y a otros países de Europa oriental plantea un escenario de gran incertidum­bre respecto del modelo de expansión que se pretende. Vivimos una

nueva Guerra Fría en pleno siglo XXI, como han demostrado recientes conf lictos mal resueltos como Siria o Crimea. El equilibrio de Europa en la lucha de bloques antagónico­s requiere de grandes dosis de sabiduría y acierto entre los dirigentes comunitari­os.

2. El difícil equilibrio de las libertades comunitari­as. El profesor Isaiah Berlin, en su discurso inaugural pronunciad­o en Oxford en 1958, distinguió la noción de libertad negativa, conforme a la cual los individuos pertenecie­ntes a una comunidad son libres de actuar sin someterse a mayores obstáculos establecid­os por el poder que los estrictame­nte necesarios, de la libertad positiva, que persigue el ejercicio de la autoridad para mantener la justicia social, aunque con ello coarte la de los individuos. En Europa hemos sufrido lo que Jürgen Habermas ha definido como “la espiral de la tecnocraci­a” de Bruselas, que ha establecid­o un rígido sistema normativo en defensa del libre mercado interior, pero que no ha tenido como resultado la convergenc­ia económica en la eurozona. Quizás deberíamos reflexiona­r con Isaiah Berlin sobre las ventajas del modelo de pluralismo liberal, como una solución intermedia a los excesos a que puede conducir la construcci­ón de la Unión Económica y Monetaria en detrimento del Estado social y democrátic­o de Derecho. Las medidas articulada­s para la salida de la crisis económica quizás hayan beneficiad­o al tejido financiero europeo, pero las políticas de austeridad exigen recortes sociales y tienen efectos negativos en los bolsillos de los ciudadanos que las padecen.

3. Los retos de la inmigració­n en las fronteras exteriores de la Unión Europea. La política común europea de inmigració­n se encuentra en una encrucijad­a de difícil salida. Barcos llenos de inmigrante­s y refugiados recorren Europa en busca de un puerto seguro. Si no somos capaces de diseñar una eficaz política común de inmigració­n y refugio, en que por igual se respeten el principio de legalidad y el de solidarida­d, no haremos realidad los valores en que se fundamenta la Unión Europea reflejados en el artículo 2 del Tratado de Lisboa, esto es, “el respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos”.

Como sostiene Albert Moya, Friedrich Hegel basaba su idea de Europa en la madurez de saber responder al latir de su tiempo y de iluminar los aciertos y contradicc­iones de la modernidad occidental. Ojalá seamos capaces de luchar por el futuro de una Europa moderna que sepa afrontrar con firmeza los retos descritos y respetar la diversidad en la unidad, sin olvidar el sentido de responsabi­lidad en el ejercicio del poder público. Es hora de despertar y tomar medidas. Como sugiere Jürgen Habermas, “el punto en el que no hay vuelta atrás no se ve hasta que es demasiado tarde”.

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