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LA DONACIÓN DESACONJES­ABLE DE EL TÍO CALAMBRES

- @FAGallardo FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO

MALDITO sea el Tío Calambram/ que dio su sang-sang, para mi sa-sá... Por entonces en París de manera realista se

pedía lo imposible mientras en España se ansiaba ir a las fiestas del pueblo de al lado para ver “a la Lola Flores y a El Cordobés”. En 1968 Luis Aguilé era el fabricante oficial del estribillo machacón de las vacaciones. El dicharache­ro argentino de los corbatones, que en la década siguiente canturrear­ía lo de “es un laa-ta, el trabajar”, manufactur­aba melodías optimistas e inofensiva­s. En el primaveral 68 las cosas empezaban a cambiar, pero por aquí todo deambulaba atado y bien atado.

El jovial yerno del flequillo, algo contrahech­o, con su atuendo de tarjeta roja, era el cantante simpático, antibeatle, por el que suspiraban castamente las jóvenes del pelo cardado y que no habían caído en el pecado mortal de los rockeros.

El Tío Calambres es un relato de tebeo, digno de una historieta breve de Mortadelo, para jalear los guateques de los ventorrill­os. Aguilé se reía de la pobre seguridad vial (“había un peligro en la carretera, no me importaba porque era yo”) y de la chapuza sanitaria, con una transfusió­n de sangre en aquellos hospitales que antecedier­on al SAS. Así era difícil hallar donantes comprometi­dos.

El tartaja Tío Calambres contamina y contagia con su defecto a la víctima socorrida con su donacion. En realidad todo es un pretexto para hacer una rumbilla sincopada y bromear así con la tartamudez, de la que gustaba reírse el personal carpetovet­ónica. Ay, qué cosas tenían nuestros mayores.

Unos quince años antes de que Beatriz Carvajal descoyunta­ra a España con el ametrallam­iento de su prostituta gangosa en el Un, dos, tres, Aguilé elevaba a cachondeo nacional al tartajoso Tío Calambres. En aquellas canciones veraniegas lo fácil era mofarse de las desgracias ajenas.

El Tío Calambres quedó más bien en el olvido de la prolífica producción estival del fallecido Aguilé. La canción es más bien un chiste de mal gusto en un tiempo nublado.

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