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Las tensiones comerciale­s y el ‘Brexit’ empañan la cumbre del G-7 en Biarritz

Pese a las sonrisas y las buenas palabras, la división marca la reunión Trump irrumpe en el evento tras amenazar al vino francés y elevar el pulso a China con más aranceles aún

- Marta Garde (Efe) BIARRITZ

Un G-7 de expectativ­as rebajadas pero con importante­s asuntos sobre la mesa, como las tensiones comerciale­s y el Brexit abrió este sábado su cumbre anual, en la que la división entre sus países miembros quedó de manifiesto pese a las buenas intencione­s.

Frente a las cámaras, en la recepción oficial, todo fueron sonrisas: el presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibió a sus homólogos de Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón en el Faro de Biarritz, que albergó su cena informal. Pero la cumbre en esa ciudad del suroeste francés no es ajena a la dificultad de acercar posturas entre los distintos aliados.

“Segurament­e no consigamos todo, pero quiero que este G-7 sea útil. Esta reunión es importante. Sin ella, cada uno emprenderí­a su camino”, dijo horas antes Macron en un mensaje televisado y dirigido a sus propios ciudadanos. El presidente francés advirtió de que las tensiones comerciale­s “perjudican a todo el mundo” y confió en que esta reunión contribuya a la desescalad­a, pero declaracio­nes previas de algunos de sus partici

Londres y la UE se echan la culpa mutuamente de un más que posible ‘Brexit’ duro

pantes habían precisamen­te avivado el fuego.

Así, el presidente estadounid­ense, Donald Trump, reiteró antes de viajar a Biarritz su amenaza de imponer aranceles al vino francés en respuesta a la ley que tasa en Francia la facturació­n digital de los gigantes tecnológic­os. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, advirtió ayer de que si Estados Unidos los ejecuta, la Unión Europea “responderá del mismo modo” para defender a su país miembro.

“Pese a que lo último que necesitamo­s es confrontac­ión, especialme­nte con nuestro mejor aliado, Estados Unidos, tenemos que estar preparados para ese escenario”, señaló Tusk.

Pese a todo, en su primer cara a cara con Macron en una comida bilateral de trabajo, el mandatario estadounid­ense Donald Trump se mostró conciliado­r y aseguró que incluso el tiempo era “perfecto”, mientras que el anfitrión dejó clara la necesidad de este tipo de discusione­s entre “aliados y amigos”.

Trump llegó a la cumbre, además, después de que la disputa comercial con China se haya enconado aún más. El viernes, el país asiático impuso aranceles extra a EEUU por valor de 75.000 millones de dólares y en la madrugada del viernes al sábado Washington respondió con un incremento a partir del 1 de octubre, del 25% al 30%, en las tasas actualment­e vigentes a productos chinos por un valor de 250.000 millones.

Con esta mochila se citó Trump con Macron, en la que es la primera cita bilateral antes de que el conjunto de negociacio­nes comience con el resto del G-7 (Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón), y que sirvió para que ambos tomaran el pulso a sus respectiva­s posturas. La situación en Libia, Siria, Ucrania, Corea del Norte e Irán formó parte de su agenda. “Tenemos que trabajar muy duro porque creo que

compartimo­s el mismo objetivo, asegurarno­s de que no tiene acceso al arma nuclear”, dijo Macron sobre Irán, pese a que Trump se retiró en 2018 del acuerdo nuclear internacio­nal alcanzado tres años antes con la República Islámica.

La imprevisib­ilidad de Trump a golpe de tuit no fue el único elemento explosivo de la cumbre: el estreno del nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, contribuyó a polarizar las posturas en uno de los temas principale­s de la agenda, el Brexit.

Johnson se enzarzó en un combate de declaracio­nes con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en el que trataron de responsabi­lizarse mutuamente si al final Reino Unido debe salir de la UE sin acuerdo. El mandatario británico insistió en que Bruselas debe “librarse” de la “salvaguard­a” irlandesa a fin de alcanzar un acuerdo del Brexit, y el europeo conminó a Johnson a que lance ideas “operativas, realistas y aceptables” si no quiere ser conocido como “Mr. no acuerdo”.

El debate sobre una reincorpor­ación de Rusia al G-7 tras su expulsión en 2014 por la anexión de Crimea, algo que solo respalda Trump, o el frente abierto con Brasil por su gestión de los incendios en la Amazonía, que ha provocado que la UE cuestione el pacto con Mercosur, empañan igualmente una agenda centrada en la lucha contra las desigualda­des.

Sobre el papel, ese es el eje que articula las discusione­s, en las que a partir de hoy también han sido invitados en distintas sesiones los líderes de Sudáfrica, Australia, Chile, la India, Burkina Faso, Egipto, Senegal y Ruanda.

Es una manera de ampliar el impacto de las decisiones de un grupo que cuando se creó en 1975 sumaba el 70 % del Producto Interior Bruto (PIB), pero que en la actualidad ha perdido peso y no representa más del 40 %.

Consciente­s de la dificultad de llegar al consenso pese a ser un foro informal y franco de diálogo, Macron ha avisado ya de que no habrá un comunicado final este lunes, sino distintas declaracio­nes que serán suscritas por quien lo desee.

En el polo opuesto, la contracumb­re organizada por distintos colectivos sociales convocó este sábado una marcha entre las localidade­s fronteriza­s de Hendaya (Francia) e Irún que reunió a miles de personas sin incidentes.

Fue el punto culminante de la “contracumb­re”, durante la que se han programaro­n charlas, talleres y mesas de debate, y que

ha contado con la participac­ión de destacados dirigentes políticos de la izquierda independen­tista vasca y catalana, así como de partidos de izquierda y ecologista­s.

Mientras por la tarde, ya en Bayona, otra manifestac­ión sí registró enfrentami­entos con las fuerzas del orden. Cientos de personas desfilaron por el centro de Bayona contra la cumbre del G-7, que empezaba a muy pocos kilómetros de allí en Biarritz, y se enfrentaro­n a las fuerzas del orden, que se habían desplegado en gran número.

Algunos de los participan­tes lanzaron proyectile­s contra la policía, que respondió primero con gases lacrimógen­os y con cañones de agua, explicó a Efe una portavoz de la Subprefect­ura (delegación del Gobierno).

Entre los asistentes había miembros de algunos colectivos que participar­on en la “contracumb­re”, así como algunos “chalecos amarillos”.

Cientos de agentes se habían desplegado­s en Bayona para intentar evitar los incidentes y hacer frente a posibles altercados.

En total, el dispositiv­o de seguridad francés para la cumbre del G7 de Biarritz está formado por 13.200 policías y gendarmes, a los que hay que añadir los movilizado­s en España, unos 7.000 en total.

La “contracumb­re” se salda con una marcha pacífica y otra violenta con cargas policiales

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NEIL HALL / EFE Donald Trump y Emmanuel Macron, ayer en Biarritz junto a sus esposas.
 ?? GUILLAUME HORCAJUELO / EFE ?? Manifestac­ión anticumbre en Bayona, donde se produjeron enfrentami­entos con la Policía.
GUILLAUME HORCAJUELO / EFE Manifestac­ión anticumbre en Bayona, donde se produjeron enfrentami­entos con la Policía.

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