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Gran dimensión de Ginés Marín en la primera corrida de la Feria de Cuenca

El matador de toros pacense cortó tres orejas y Curro Díaz y Román fueron ovacionado­s

- Efe CUENCA

El joven Ginés Marín cortó tres orejas tras ofrecer una gran dimensión en la corrida torista del hierro de Pallarés que inauguró hoy la Feria de San Julián de Cuenca, en la que tanto Curro Díaz como Román también dejaron momentos destacable­s aunque sin llegar ninguno al objetivo del triunfo.

Con dos tercios de entrada en los tendidos, se lidiaron toros de Pallarés, de presencia algo desigual. Noble y con calidad el primero. Soso el segundo. Muy bueno el tercero, bravo, con entrega y emoción. Noble pero falto de celo el cuarto. Encastado aunque justo de entrega el quinto. Muy manejable el sexto. Curro Díaz, ovación con saludos y ovación. Román, silencio y ovación tras petición no atendida. Ginés Marín, oreja y dos orejas.

La corrida tuvo matices e interés. El que sí ofreció una magnífica dimensión fue Ginés Marín, que inauguró la Feria de San Julián por la Puerta Grande tras cortar tres orejas.

Lo mejor llegó en el tercero. Un gran toro. Bravo. Marín toreó con gusto, con series numerosas vaciando en la cadera y la inteligenc­ia de rematar por bernadinas, culminando su notable obra de una contundent­e -aunque no fulminante- estocada que necesitó de un golpe de descabello.

En el sexto prevaleció la cantidad sobre la calidad, aunque también los hubo buenos (algún natural). El de Pallarés se dejó mucho, aunque su ímpetu, lógicament­e, fue de más menos. Un solvente y resolutivo Ginés Marín hizo rodar a su antagonist­a al primer intento, abriéndose para él de par en par la puerta grande conquense.

El primer toro, precioso de lámina, tuvo clase y templanza desde los lances de recibo a la verónica, con un Curro Díaz que anduvo igualmente armonioso manejando la franela. El gusto y la cadencia con la que el de Linares cuajó al de Pallarés, con mayor largura por el izquierdo, no llegó a los tendidos con intensidad suficiente como para pedir la oreja con fuerza para su concesión. No obstante, la faena ahí quedó. Su segundo tuvo tanta nobleza como falta de continuida­d, por lo que Curro optó por dejársela en la cara para lograr que el de Pallarés repitiera, aunque ello implicara no soltar las embestidas. La estocada surtió efecto para cortar trofeo.

Román puso la fibra que le faltó al segundo de la tarde, un ejemplar noble, pero embistiend­o a media altura. Tuvo brío el quinto, si bien esa acometida se diluía a partir de la tercera arrancada. De nuevo anduvo animoso.

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EFE Ginés Marín.

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