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LA GRAVE CRISIS DE SEGURIDAD EN BARCELONA

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LA ciudad de Barcelona sufre desde hace al menos tres años un grave problema de seguridad ciudadana, como vienen reflejando semestre a semestre las estadístic­as del Ministerio del Interior y ratifican también las respuestas que dan los ciudadanos cuando se les cuestiona por la situación. Pero, hasta ahora, la reacción de las dos administra­ciones concernida­s, el Ayuntamien­to y la Generalita­t de Cataluña, ha sido minimizar la realidad. El propio Gobierno autonómico ni siquiera participab­a hasta ahora con sus Mossos d’ Esquadra, la unidad policial autonómica competente esta materia, en las reuniones de la Junta de Seguridad Local convocadas por el Consistori­o, en una clara dejación de funciones que evidencia hasta qué punto el independen­tismo ha necrosado todo el sistema político. Pero tampoco la Guardia Urbana fue nunca una prioridad para la alcaldesa, Ada Colau, líder de movimiento­s callejeros antes de acceder al cargo, y la confluenci­a política que la sustenta. Ya se mostró excesivame­nte tolerante cuando, por ejemplo, comenzaron los ataques a turistas, cuando este sector es capital para la economía de la Ciudad Condal. Y el agravamien­to de la convivenci­a en algunos barrios populares de la urbe por la proliferac­ión de la venta de drogas también quedaron sin respuesta. Los vientos sembrados durante su mandato, con la destacada connivenci­a del Ejecutivo catalán, aparecen ahora en forma de un fuerte incremento en el número de homicidios, el aumento de los hurtos, un tercio de los cuales se cometen en los transporte­s públicos, lo que ha provocado la creación de patrullas ciudadanas para perseguir a los carterista­s en el Metro. Los más de 4.000 robos con violencia en sus calles en el primer semestre de 2019, un 35% más que en las mismas fechas que el año pasado, han sido en algunos casos con especial brutalidad, al emplear los malhechore­s cadenas retráctile­s para golpear a sus víctimas, entre las cuales algún representa­nte del cuerpo diplomátic­o. El panorama provocó que la Embajada de Estados Unidos publicara la pasada semana en su página web una alerta a sus compatriot­as para que no hagan ostentació­n de sus joyas cuando frecuenten las zonas turísticas barcelones­as. Los Mossos alegan que también se han multiplica­do las detencione­s y que el problema es que la mayoría de los ladrones que arrestan regresan a las calles una vez que pasan a disposició­n judicial. Pero al margen de que la ley no termine por resolver el problema de la multirrein­cidencia, lo cierto es que Barcelona ha llegado tarde y mal para afrontar esta crisis.

Los robos con violencia en las calles suman más de 4.000 en el primer semestre de este año, un 35% más que en 2018

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