¿Libertad de quién?
El día 9 de agosto se publicaba que las corridas de toros habían vuelto a Mallorca, después de 30 años, creo, y que el público asistente a la fiesta celebró con gritos de “¡Libertad, libertad!” la vuelta de tal evento. Evidentemente no era la libertad del toro a lo que se referían con este grito unánime y altruista, pues al toro nadie le ha pedido la opinión de si desea participar en el espectáculo, que de manera inequívoca acabará con su muerte después de un largo sufrimiento. Por lo tanto, el grito de libertad debería ser al hecho de las prohibiciones de las corridas de toros, que afectan a la libertad individual de los humanos y no de los toros. Pero es un grito de libertad prostituido, porque nuestra libertad nunca puede pasar por encima de derechos de otros seres vivos, humanos o animales. Por ejemplo, no tenemos libertad de ir a la velocidad que queremos, no tenemos libertad para ir por la calle con música a todo volumen molestando, no tenemos libertad para matar especies protegidas, no tenemos libertad para contaminar, etcétera. Y en mi opinión tampoco tenemos libertad para torturar y matar a un ser vivo, hermoso y fuerte como el toro. Pero el tiempo va en su contra, y lo saben. En un futuro, espero que poco, las corridas de toros se verán como un espectáculo cruel, innecesario e inhumano, y habrán desaparecido en el ideario de las futuras generaciones. Montserrat Casulleras