Vecinos y operarios trabajan sin descanso en Arganda
La localidad madrileña sufrió precipitaciones de 57 litros por metro cuadrado el lunes
El panorama de una catástrofe recorría ayer las calles de Arganda del Rey, donde se cruzaban los vecinos que intentaban retomar la normalidad y los servicios de limpieza que trabajan sin descanso, desde la tarde del lunes, sobre el barro, las montañas de granizo y los comercios inundados por la fuerte tormenta.
En un panorama más propio de una nevada que del mes de agosto, el hielo se amontonaba, mezclado con el follaje de la vegetación que arrastró el viento y que cubre las aceras de la localidad madrileña, que registró en pocas horas 57 litros de agua por metro cuadrado.
Los afectados achicaban ayer martes el agua almacenada en sus locales con palas y cepillos, al tiempo que los bomberos y las máquinas de la construcción ayudan a abrir el paso entre los montones de granizo, y los operarios municipales buscaban a ciegas, entre los charcos, las tapas de las alcantarillas para drenar el agua.
“De un momento a otro comenzó a llover y granizar”, relató Melisa a Efe antes de asegurar que no había visto nada igual desde que hace tres años se estableciera en Arganda.
Las bolas de granizo acompañaron a la lluvia. Se formaron riadas y las vías laterales vertieron todo el agua hacia el centro del municipio. El resultado: vehículos desbocados calle abajo, escaparates y negocios destrozados.
Para Eva, que trabaja en una peluquería cercana, fue “horrible, inquietante”. Atendía a dos clientas cuando vio el agua descender y cerró la puerta, pero no llegó a echar el cierre, precavida de un posible apagón de luz.
También Teonila vivió con angustia la situación, que califica de “temible”. Los impactos del granizo le parecieron “tiros, en vez de piedras”.