Venecia rescata la película donde se vio el primer desnudo femenino integral de la historia del cine
La Mostra, que empieza hoy, recupera ‘Éxtasis’, el filme con el que Hedy Lamarr causó todo un escándalo
En 1934 la polémica sacudió la Italia fascista: en la neonata Mostra de Venecia se proyectaba una película que incluía el primer desnudo integral de la historia del cine. Un filme, Extase, que 85 años después vuelve restaurado al mismo lugar. Los tiempos han cambiado y el festival, que comenzará hoy su 76 edición, ha decidido proyectar de nuevo la película Extase (Éxtasis), escrita y dirigida por el checo Gustav Machatý.
Se trata de una versión restaurada digitalmente en 4K por la Filmoteca de Praga que ha requerido una reconstrucción del original en lengua checa, del que no se había conservado ninguna copia. La Filmoteca, junto a otros entes internacionales, quería obtener “una versión del filme que fuese lo más fiel posible al original en lengua checa”, y para ello ha utilizado las imágenes de las cintas dobladas a otras lenguas. Todo para recuperar el último trabajo de Machatý, con el que triunfó en la segunda edición de la Mostra, conquistando tanto a la crítica como a un público extasiado por ver por primera vez en la gran pantalla a una mujer desnuda... y algo más.
La historia de Éxtasis es la de Adán y Eva: ella, interpretada por una veinteañera Hedy Kiesler (antes de ser más conocida por su alias artístico: Hedy Lamarr), es esposada con un anciano terrateniente que la trata con desdén. Es entonces cuando conoce a su joven amante, con el que acaba fugándose. En una de las secuencias, Eva se baña desnuda en un lago; en otra se ve a los dos jóvenes haciendo el amor, con primeros planos de sus rostros que culminan con el orgasmo de ella. Entre los primeros espectadores estaba el cineasta Michelangelo Antonioni, que dejó escrito en su crítica con apenas 20 años: “Se oía la respiración de los espectadores atentísimos, se sentía un escalofrío recorriendo la platea”.
El estruendo fue tal que acabó llegando a Roma. Mussolini citó a uno de los responsables de la Mostra, que acudió a verlo, temeroso, con una copia de la película. Lejos de estallar, tras verla en la sala de cine privada de su residencia, el dictador exclamó: “¡Pero si es una mujer hermosa!”. En el Lido veneciano, de hecho, la actriz acaparaba todas las miradas, “como si haber mostrado públicamente sus secretos la hiciera más femenina”, contó Adriano Baracco en su libro Venezia secreta (1960).
Pese a la censura de la película en varios países, para la actriz fue el inicio de una carrera con grandes luces y no menores sombras que la llevaría a Hollywood. Allí, antes de ser eclipasada por las nuevas estrellas de los años 50, rodó numerosas películas con leyendas como Clark Gable o Spencer Tracy. Pero esa es otra historia, más conocida que esta otra de la remota película en la que una joven inocente y sensual de Viena imprimió a fuego el deseo en miles de retinas.