Huelva Informacion

Sin licencia y con un catálogo oculto

● La empresa carecía de permisos para su actividad y para las obras de ampliación ● Vendía 50 productos de otras firmas, de los que no informó

- Diego J. Geniz SEVILLA

Un agujero negro en el control municipal. Magrudis, la firma sevillana que elaboraba la carne mechada que ha originado el mayor brote de listeriosi­s que se recuerda en España, era una empresa que operaba sin licencia de actividad, que carecía del permiso necesario para ampliar sus instalacio­nes y que poseía un catálogo oculto de 50 productos que vendía por un canal de distribuci­ón distinto al que usaba para las carnes y embutidos que fabricaba en su sede del Polígono El Pino.

Una empresa que, según denunció ayer el Ayuntamien­to de Sevilla –que tiene las competenci­as en Consumo–, ha cometido serias irregulari­dades y ha ocultado informació­n a la administra­ción local, motivo por el cual ampliará la denuncia que ya ha presentado en la Fiscalía contra Magrudis.

Toda la informació­n facilitada por el gobierno de Espadas se dio a conocer horas después de que el portavoz de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, acusara a la administra­ción municipal de no haber aportado todos los productos que fabricaba la referida empresa, extremo desmentido por el Ayuntamien­to, al asegurar que Salud tenía constancia desde el 20 de agosto del listado completo de los embutidos elaborados por Magrudis, que aseguró a los responsabl­es de Consumo que el chorizo no se había vendido recienteme­nte.

En la inspección que desarrolla­n estos días los servicios municipale­s se ha constatado que Magrudis se dio de alta en el registro general sanitario de empresas alimentari­as de la Junta en 2015. Pero lo hizo sin contar con la documentac­ión correspond­iente que debe otorgar el Ayuntamien­to de Sevilla. Por tanto, carecía de licencia de actividad para la producción cárnica que ha desarrolla­do estos cuatro años en sus instalacio­nes. Éste es el primer punto negro en su oscuro historial.

El hecho de que estuviera registrada en el mencionado listado, avalado por la Consejería de Salud, obliga a los servicios municipale­s de Consumo a llevar a cabo las inspeccion­es reglamenta­rias, que se desarrolla­ron en 2016 y 2017, año en que Magrudis implanta un sistema de autocontro­l, por lo que los periodos para las supervisio­nes del Ayuntamien­to –de acuerdo con la normativa europea– se hacen “más flexibles”. No obstante, el gobierno municipal no ha aclarado por qué motivo la Gerencia de Urbanismo no actuó en una actividad de producción alimentari­a que está en marcha sin el permiso oportuno.

Fue a finales de 2018 cuando los responsabl­es de Magrudis presentaro­n en el servicio de Protección Ambiental del Ayuntamien­to una declaració­n responsabl­e para el inicio de actividad. En un informe de las instalacio­nes realizado el pasado 26 de agosto se han detectado “deficienci­as de forma y fondo” o, lo que es lo mismo, que lo descrito en aquella declaració­n poco o nada tiene que ver con lo que los inspectore­s se han encontrado en la fábrica. Por tal motivo, también se le ha abierto un expediente de oficio en el área de Medio Ambiente.

Además de la licencia para el inicio de actividad, Magrudis tampoco solicitó el debido permiso para la ampliación de sus instalacio­nes, unas obras que le fueron notificada­s a la Junta de Andalucía el 31 de julio, cuando ya estaban culmi

nadas y el proceso de elaboració­n modificado (para su puesta en marcha requería del certificad­o de Salud, que tampoco pidió).

Las irregulari­dades de Magrudis no acaban aquí. Cada día sale una nueva. La última se conoció ayer. Tras alertar el Ayuntamien­to de que la empresa no le había informado de que el chorizo que fabricaba se había distribuid­o recienteme­nte (y al que se ha ampliado la alerta sanitaria), ayer se tuvo conocimien­to de otro dato de gran importanci­a que habían ocultado. Magrudis contaba con un canal de distribuci­ón B, es decir, vendía productos que realizaban otras firmas y de los que por ahora no se tenía constancia.

Esta última irregulari­dad se supo al ser alertados por un establecim­iento de la capital andaluza, cuyo dueño explicó a los inspectore­s que los representa­ntes de Magrudis le ofertaban un listado de 50 productos con distintos precios, cuando la empresa sólo fabrica –al menos en los datos aportados a las institucio­nes– una decena. Se trata de un catálogo oculto del que, según fuentes municipale­s, no existen indicios de que sus productos pasaran por las instalacio­nes del Polígono El Pino y, por tanto, de que estén infectados por la listeria que originó el brote.

La oscura trayectori­a de Magrudis se suma a la de su gerente, José Antonio Marín, cuya vida empresaria­l ha ido de fracaso en fracaso, con la creación de cuatro sociedades a las que puso fin en algunas ocasiones con impagos y deudas con Hacienda. En sus declaracio­nes estos días a diversos medios de comunicaci­ón ha afirmado no acordarse de cuándo fue la última vez que, dentro del plan de autocontro­l de la empresa, realizó un análisis para comprobar si había algún foco de infección.

También debe destacarse el cambio de postura de las administra­ciones implicadas en esta crisis respecto a Magrudis, a la que agradecier­on su colaboraci­ón en la aportación de datos el día que se decretó la alerta sanitaria –el 15 de agosto– y de la que ahora critican justo lo contrario: la ocultación de informació­n. Tanto la Junta de Andalucía como el Ayuntamien­to hispalense la han denunciado en la Fiscalía.

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DAVID ARJONA / EFE Los inspectore­s de Consumo trabajan estos días en las instalacio­nes que Magrudis tiene en el Polígono El Pino.

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