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La suerte de los ERE

● Tras nueve meses de deliberaci­ones el tribunal que enjuició la pieza política de los ERE sigue trabajando en una sentencia que podría retrasarse hasta diciembre si hay nuevas elecciones

- JORGE MUÑOZ jmunoz@grupojoly.com

AJulio César se le atribuye la frase “Alea iacta est” (la suerte está echada), pronunciad­a en el siglo I a. C. tras cruzar el río Rubicón con sus legiones, una decisión para nada trivial porque a ningún general le estaba permitido atravesarl­o con su ejército. A muchos de los 21 acusados de los ERE seguro que en los últimos meses y con la fecha cada vez más lejana de la finalizaci­ón del juicio, lo que implica que la sentencia está también más cerca, seguro que se les ha pasado por la cabeza esta célebre frase y las implicacio­nes de su significad­o.

La suerte o el destino de los 21 procesados puede estar ya escrita –o al menos decidida– a la hora de escribir este artículo. Han pasado más de nueve meses desde que acabó el juicio, en diciembre del año pasado, y el tribunal de los ERE ha tenido tiempo suficiente para deliberar sobre el grueso de las acusacione­s que pesan contra los 21 ex altos cargos de la Junta de Andalucía, incluidos los ex presidente­s Manuel Chaves y José Antonio Griñán.

La idea del tribunal es agilizar el trabajo y que la sentencia se pueda conocer en el menor plazo posible. El magistrado ponente, Juan Antonio Calle Peña, está liberado por el TSJA hasta el próximo 26 de octubre para redactar la sentencia, pero este plazo incluso podría ampliarse si llegada esa fecha no se ha finalizado la labor.

En el mejor de los casos podría estar lista para esa fecha, pero hay otro elemento que podría retrasar más la publicació­n de la sentencia: la previsible convocator­ia de elecciones generales para el 10 de noviembre si finalmente no hay un acuerdo como parece más que probable. La convocator­ia electoral chocaría con la regla no escrita de la Justicia de no interferir en los procesos electorale­s, por lo que en caso de elecciones la sentencia podría retrasarse hasta mediados de noviembre o incluso entrar ya en diciembre.

Dicen que el tribunal todavía está deliberand­o algunos aspectos del fallo, algo normal dada la complejida­d y volumen del caso. La redacción de la sentencia puede coincidir, por tanto, con la deliberaci­ón por partes del contenido de los hechos enjuiciado­s.

El magistrado Juan Antonio Calle Peña, que ha pospuesto sus más que merecidas vacaciones para acelerar la redacción, continúa inmerso precisamen­te estos días en la elaboració­n de la sentencia. De hecho, lleva todos estos meses en este ingente trabajo. El juez sólo se ha tomado “cuatro días” (literal) de vacaciones en agosto, y ha relegado su descanso para cuando se dicte la sentencia,

para lo cual no hay una fecha exacta de cuándo se hará pública.

Me imagino que a estas alturas y después de tantos meses de estudio, la parte más complicada, la de la deliberaci­ón sobre los cargos contra cada uno de los acusados, ya ha sido consensuad­a con las magistrada­s Pilar Llorente y Encarnació­n Gómez, las otras dos componente­s del tribunal, que continúan intervinie­ndo en las deliberaci­ones a pesar de que ya no están liberadas y tienen que compatibil­izar esta labor con la atención del resto de juicios y apelacione­s que les correspond­en como jueces de la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla.

El destino de cada alto cargo puede estar ya prácticame­nte trazado y definido, con ese grueso abismo que separa la absolución de la condena y que cerrará la parte dispositiv­a de una sentencia que tratará de explicar en varios centenares de folios si la gestión de los fondos públicos destinados al pago de ayudas sociolabor­ales y a empresas merece un reproche penal o no. El fallo tendrá de todo: casos que acabarán con una condena y otros en absolución.

La incógnita está en si, finalmente, los delitos prevaricac­ión y malversaci­ón de caudales públicos, cuya comisión ha analizado el tribunal, se circunscri­ben exclusivam­ente al ámbito de la Consejería de Empleo de la Junta, que es la gestionaba y tramitaba las ayudas de la denigrada y polémica partida 31L –bautizada en su día como el fondo de reptiles– o arrastran a los ex responsabl­es de las consejería­s de Economía y Hacienda o de Innovación, que intervenía­n de alguna manera en los hechos investigad­os.

Si el tribunal da este salto cualitativ­o, también afectará a la parte cuantitati­va, lo que se traduciría en un incremento del número de condenas, justifican­do de esta manera la vehemencia de las acusacione­s de la Fiscalía Anticorrup­ción y de las acusacione­s populares personadas en esta macrocausa que inició en 2011 Mercedes Alaya. Avalarían de esta forma las macroinstr­ucciones de la juez, algo que hasta este momento no ha sido corroborad­o con irrefutabl­es sentencias condenator­ias. De hecho, de las 36 personas que han sido procesadas en causas investigad­as por Alaya, 33 han sido absueltas y sólo tres condenadas, aunque uno de los culpables en dos sentencias es la misma persona.

Alaya se juega definitiva­mente en esta sentencia su prestigio como instructor­a porque la Fiscalía Anticorrup­ción, que recienteme­nte ha denunciado a la juez María Núñez Bolaños por su labor instructor­a en las macrocausa­s, podrá rentabiliz­ar el fallo siempre que haya alguna condena, que seguro habrá, aunque éstas puedan ser menores o no alcancen a algunos de los principale­s acusados, como los ex presidente­s Chaves o Griñán.

Lo bueno de las sentencias es que, a diferencia de un libro, su lectura siempre se inicia por la última hoja, por el desenlace, por la denominada parte dispositiv­a que, en este caso, como en muchos, es lo que decide si una persona continúa en libertad o no en los supuestos en los que, como en los ERE, se reclaman penas de hasta ocho años de cárcel. El fallo es el desenlace, el final del acto y el principio o no de un nuevo camino para los acusados.

Queda poco tiempo para que salgamos de dudas. En los últimos meses el tribunal ha pisado el acelerador para que la sentencia llegue cuanto antes mejor.

Habrá condenas, pero la incógnita está en si se circunscri­birán sólo al ámbito de Empleo Las causas instruidas por Alaya no se han saldado por ahora con irrefutabl­es condenas

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