Huelva Informacion

Sumida entre lágrimas y con un cambio de imagen que su defensa no percibe

- Rafael Espino ALMERÍA

Ana Julia Quezada sigue siendo la misma que hace año y medio. Entonces acompañaba a Ángel Cruz en las tareas de búsqueda del pequeño Gabriel, sabiendo que su muerte se había producido en sus manos y teniendo constancia de dónde estaba el cuerpo, pues ella misma lo había enterrado. Pero su actual imagen dista mucho de la de aquellos días. La acusada llegó ayer a la Audiencia Provincial de Almería rodeada de un buen número de policías. Bajó del vehículo esposada, pero con una nueva imagen.

De blanco inmaculado, un pelo en contraposi­ción al exhibido en febrero y marzo de 2018 y una actitud opuesta a la mostrada en el pasado, cuando negaba a gritos que ella no tenía nada que ver con el pequeño que transporta­ba en el maletero. “Yo he cogido el coche esta mañana. No sé nada. No he sido yo”, aseveraba entonces.

Tras la primera sesión del juicio, Esteban Hernández, su abogado, respondió sobre el cambio de imagen de su defendida: “¿Qué cambio de look? No me he percatado, estoy con las cuestiones procesales. Yo no sé a qué cambio se refiere”, explicó.

Pero sí. Quezada está cambiada y es posible que responda a una estrategia judicial. Las pruebas son contundent­es en su contra y es lógico que su defensa estudie todos los aspectos.

Ya en la sala, Quezada apareció con las esposas puestas, mientras su defensa sugirió al tribunal retirar los grilletes. No es un gesto que pase inadvertid­o. La juez le preguntó si sin esposas iba a permanecer tranquila y obtuvo un sí entre lágrimas. Hasta en tres ocasiones, Quezada lloró ante los asistentes. Hasta el 18 de septiembre, será el objeto de los focos todos los días del proceso.

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RAFAEL GONZALEZ La acusada, con las manos en la cara.

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