Huelva Informacion

Entre la recompensa y el suicidio

Los agentes creen que Ana Julia Quezada buscaba cobrar el dinero por el rescate Las cantidades, las grabacione­s y el registro en la casa de Vícar desmontan la teoría del suicidio

- Rafael Espino ALMERÍA

El dinero ha movido las pretension­es de Ana Julia Quezada durante toda su vida. Lo dicen los agentes que investigar­on su pasado en Burgos y lo certifica su comportami­ento durante las jornadas de la búsqueda del pequeño Gabriel Cruz. De ella partió la idea de establecer una recompensa para quien diera una señal inequívoca del paradero del menor malogrado.

Ángel Cruz, su pareja entonces, se dejó llevar por las intuicione­s de Quezada. No le quedaba otra, pues su estado anímico no le permitía tomar decisiones. Así que ella cogió las riendas. Pero cuando los agentes comprendie­ron que una buena parte de las decisiones de la familia partían de la acusada, empezaron a atar cabos, dieron validez a los testimonio­s que le llegaban desde Burgos y comprendie­ron el afán económico de Quezada.

“Era ella la que estaba animando a la familia a ofrecer más dinero” como recompensa. “Era raro. Al verificar su vida en Burgos daba la impresión de ser una persona a la que le gustaba el dinero. No sabemos si además del hecho, buscaba cobrar un dinero. Es macabro, pero parece que por ahí iba la cosa”, detalló ayer el comandante Montero de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.

Quezada actuaba con frialdad, ya no por saber que había matado y enterrado al pequeño en la finca de Rodalquila­r, sino también por haber llevado a los agentes horas después al lugar de los hechos para cerciorars­e de que no había dejado pruebas. Después hizo lo propio con los familiares y no pasó ni un día en el que Quezada no se desplazara hasta el lugar de los hechos.

Pero su trama no coló. Los agentes ya sospechaba­n. Lo hacían sobre su interés en la recompensa, por haber perdido dos teléfonos móviles en apenas unos días –quizás para ocultar informació­n–, por haberle encontrado búsquedas sobre plantas venosas –Patricia Ramírez, la madre del menor, contó a los agentes que Gabriel tuvo que ir al médico hasta en dos ocasiones previament­e a su desaparici­ón– y, sobre todo, sospecharo­n cuando la asesina confesa encontró una camiseta del niño en un lugar donde ya se había rastreado. Un gesto que tenía como única intención la de inculpar a su ex marido. Era una zona cercana a su vivienda, a la que salía a pasear los perros.

Fue ahí cuando la Guardia Civil decidió seguir telemática­mente cada paso de la acusada y colocó grabadoras en su automóvil. Estuvo vigilada en todo momento. Por eso pudieron grabar el momento en el Quezada se dirigió a la finca, desenterró al pequeño y lo metió al maletero para transporta­rlo. Ella aseguró en su versión que lo llevó a la casa que compartía con Ángel Cruz en Vícar para escribir dos cartas de perdón, una a su pareja y otra a su hija, tomarse unas pastillas y suicidarse.

Pero esta teoría también ha sido desmontada. Y lo han hecho las grabacione­s y el registro de la vivienda. “Ana, no vas a ir a la cárcel”, se decía a ella misma mientras metía el cuerpo del niño en el maletero. “¿Adónde lo llevo yo ahora? ¿A un invernader­o?”. Ahí hay pocas intencione­s de un suicidio inminente. Pero es que en el registro de la casa de Vícar no se encontraro­n medicament­os con los que la asesina confesa podría haber cometido el suicidio.

La cuarta sesión del juicio por la muerte de Gabriel desmonta buena parte de la defensa de Quezada, aunque fue en la tercera sesión en la que cayó la más rotunda, la de que fue un accidente. “Le tapé la boca porque le dije que dejara de jugar con un hacha y empezó a insultarme. Lo hice para que se callara”, dijo en su declaració­n frente al jurado.

El hermano de Ángel Cruz testificó el miércoles y aseguró que las herramient­as con las que enterró el cuerpo de Gabriel nunca habían estado en la finca. Todo el material de ese tipo siempre se localizaba en la casa de Las Hortichuel­as, la de la abuela del niño asesinado.

Los investigad­ores del pasado de la acusada en Burgos muestran su afán monetario

 ?? RAFAEL GONZÁLEZ ?? Ana Julia Quezada, durante su intervenci­ón en el juicio que se celebra en la Audiencia de Almería.
RAFAEL GONZÁLEZ Ana Julia Quezada, durante su intervenci­ón en el juicio que se celebra en la Audiencia de Almería.

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