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“El rap facilita los ejercicios de pronunciac­ión a mis alumnos”

- Alejandro Martín

–Acaba de doctorarse en Filología en la Universida­d de Cádiz con una tesis sobre el hip hop francés. ¿Cómo eligió ese tema?

–El rap y el hip hop me han gustado desde pequeño. Yo estudié Filología Francesa, por lo que decidí centrar mi tema de investigac­ión en cuestiones que conocía. –Desde luego no es un asunto típico para una tesis de Filología Francesa. –En 2005 se leyó la primera tesis sobre el hip hop de la que yo tengo constancia en España en la Universida­d Complutens­e. Ahí me di cuenta de que había gente que llevaba a la universida­d un tema que a mí me apasionaba. A través de contactos como Tote King, estuve trabajando con Sony Music España y me hablaron de una tesis sobre el rap francés entre 1990 y 1995 de Isabel Blanc. Y cuando acabé mis estudios y me encontré con la crisis, me dije: “¿Por qué no hacer otra tesis sobre el rap francés entre 1995 y 2015?”. –Usted creció en Ubrique. ¿Cómo entró el hip hop en su vida?

–No sé si es por la industria que tiene, pero a Ubrique siempre llegaban medios de comunicaci­ón que eran complicado­s de encontrar, como la revista The Source, sobre hip hop y que venía precisamen­te a la tienda de mi madre. A los jóvenes nos llamaba mucho la atención este estilo de música, sobre todo en el equipo de baloncesto. Me enamoró desde un primer momento. También dependíamo­s de fanzines que venían de Barcelona o Madrid y que pasaban de mano en mano. A partir de ahí desarrolla­mos una pequeña red de contactos con otras ciudades, como Chipiona, Jerez, Cádiz o Sevilla. Los jóvenes nos escribíamo­s cartas o nos mandábamos cintas con maquetas. Queríamos aprender más, y lo conseguíam­os a base de autobuses, llamadas de teléfono y cassettes. Y eso sin que existiera internet.

–El hip hop está muy vinculado a la cultura estadounid­ense. ¿Por qué se aficionó al hip hop francés?

–En España no hemos tenido una cultura de hip hop, por lo que a la gente que nos gustaba el estilo estábamos muy atentos a la producción francesa, donde se desarrolló una industria muy fuerte. El mercado francófono es hoy el segundo del rap en el mundo. También he estado en contacto con la producción de otros países, como Alemania o EEUU. Nunca he querido dar de lado a ex

presiones en otras lenguas, sino que me ha interesado la expresión en sí.

–¿Eso le llevó a estudiar Filología Francesa?

–En cierto modo, sí. Fue por la fuerza de esta música, y también por un intercambi­o que hice en Secundaria en París. Pude conocer una cultura popular que era im

posible de encontrar aquí. Mientras que aquí sólo se podían comprar discos en El Corte Inglés, allí había un mercado inmenso. –También ha hecho sus pinitos en la música.

–Justo hasta que empecé la tesis, porque me robaba demasiado tiempo. Desde que me enamoré de este

estilo de música, siempre lo he intentado practicar. Pero con mi trabajo de profesor de secundaria y la tesis, tuve que aparcar la música hasta ahora. –¿Cómo prefiere definirse? ¿Profesor o rapero? –Actualment­e el rap en España no tiene nada que ver con mi época. Ahora sí que se consume bastante y los niños conocen artistas españoles y algunos, incluso a franceses. Y eso es algo que siempre utilizo en clase. La música me ha facilitado los ejercicios de pronunciac­ión y comprensió­n. –Su nombre artístico es Phaboo Caulfield. ¿Es un homenaje a El guardián entre el centeno?

–Phaboo viene de Fábula, que era la librería que tenía mi madre en Ubrique, y fue un alias que no elegí. Desde que era pequeño me decían como el Fabu, porque era el niño que estaba en la tienda. Y lo de Caulfield viene del protagonis­ta de El guardián entre el centeno, que lo estudié en primero de carrera y me enamoró y quise hacerlo parte de mí.

–¿El francés es la hermana pequeña de los idiomas frente al inglés?

–Ése es el problema que me encuentro. El inglés está en todos lados, incluso tenemos muchos préstamos lingüístic­os que usamos todos los días. En cambio, los chicos apenas conocen la cultura francesa, que abarca a todos los países francófono­s, como Bélgica, Suiza y los africanos. A mí me interesa más abrir una ventana a esa cultura que a la lengua en sí misma. Prefiero que la lengua sea el medio y no el fin del aprendizaj­e. No es lo mismo coger estructura­s gramatical­es para traducirla­s matemática­mente, que conocerlas, trabajarla­s y después disfrutarl­as con manifestac­iones culturales. –Ahora que es doctor, ¿qué planes tiene Phaboo Caulfield?

–Sigo siendo profesor en la educación pública y estoy escribiend­o un libro infantil sobre la historia del rap en España con mis amigos de The Pilot Dog, unos ilustrador­es de Cádiz. Y si es posible, retomaré la música.

Yo prefiero abrir una ventana a la cultura francófona antes que traducir estructura­s matemática­mente”

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