MASTERCHEF

EN una entretenida (pero como siempre, demasiado larga) gala de presentación de Masterchef, a Juan y José, Los Chunguitos, una unidad rumbera en la universal, les ha bastado cinco minutos para sobrevivir. Es el tiempo que les costó preparar sus respectivos platos de credenciales: una ensalada y un arroz hervido con pimientos sofritos... toma del frasco, Pepe. Para la pachorra que le echan y el poco espíritu de sacrificio que despiertan han estado bien sobrados de suerte.

El primoroso Juan Avellaneda, el rival a batir, tuvo la consideración de incluirlos en su equipo en la prueba por grupos, reto celebrado un chiringuito joyero a mayor gloria del jurado catalán, y así se salvaron, siguiendo los pasos de Carmen Lomana. El equipo liderado por Ana Obregón se contagió de su desastre y finalmente la Fantástica, que venía de un año de hospitales con su hijo Álex, ha sido la primera en dejar el mandil. Más que probablemente el programa la rescatará, como ya le pasó a su ‘comadre’ Antonia dell’Atte. La que fuera efímera cocinera de Spielberg terminó quejica ante la actitud del jurado (y eso que cuando trabajan con los famosos bajan el pistón). Se marchó Anita, que comenzó muy bien y que se lió entre atún, chocolate y papaya, ya que creía que debía utilizar todos los ingredientes que le habían tocado en suerte. Pero bien pudo caer el primero el baloncestista Antúnez, que casi asesina a los probadores con su salsa de ajo atómico y en su plató de eliminación maltrató al siempre ilustre jamón ibérico.

Entre los que pintan mal tras la primera gala: Elena Furiase, que se estrenó con un engrudo de quinoa; Álex Adrover y su desorden de cacerolas, El Sevilla y su sufrimiento continuo y una Yolanda Ramos que aunque se redimió con unas croquetas de bacalao comenzó combinando lentejas con aguacate. Están al alza Avelllaneda, la hacendosa y simpática Ana Milán y la crecidita Marta Torné. La tapada puede ser Almudena Cid, la espatarrada. Y a Tamara Falcó, de algodón dulce, le aguardan las portadas.