Huelva Informacion

MATRIMONIO INDESTRUCT­IBLE: TABURETE Y BARRA

ACADEMIA ANDALUZA DE GASTRONOMÍ­A

- PAZ IVISÓN

EN estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir aún parecen más divinas. Las recordamos como paraísos perdidos… No sabíamos lo felices que éramos al poder acercarnos jubilosame­nte a las mismas, apoyar el codo sobre la madera o mármol, las “nikes”, “adidas” y mocasines en el acero del reposapié y –lo mejor de todo– encontrar un taburete sobre el que encaramarn­os. ¡Momento de plena felicidad! Disfrutar de una copa y de una buena tapa, sentados, mientras vamos contemplan­do toda la frenética actividad que se ejerce al otro lado de la barra desde la altura que te propicia el taburete, e intercambi­amos algunas palabras con el camarero. ¡¡Qué extraordin­ario privilegio¡¡

Ahora bien, ese mismo taburete, pierde todo su encanto una vez que le han arrebato su pertenenci­a a la barra con la que conforma un feliz matrimonio desde tiempos inmemorial­es. Se han empeñado en buscarle parejas de medidas desproporc­ionadas que no le benefician en absoluto y con las que no se lleva nada bien. Todas esas llamadas “mesas altas” además de destruir un matrimonio feliz, han cambiado por completo l a estética de los establecim­ientos. El pobre taburete tiene que lidiar con ménsulas, veladores repisas -de una pata, cuatro o incluso ninguna – y no puede contemplar el paisaje para el que había sido creado, el dinamismo del otro lado de la bar ra, la “cimbali”, las botellas alineadas de ginebras, rones, brandies y whiskies… Enfrentado a una pared, a una ventana, a la puerta de la cocina, a un armario rinconero, llora desconsola­do la pérdida de su pareja. Tanto como lloran las anatomías de los clientes que en ellos intentan sentarse, o más bien, encaramars­e… como ave a palo de gallinero.

Al parecer son muchos los que creen en la mesa alta la cuenta es más baja, porque parecen más desenfadas; o los empresario­s que piensan que así pueden conseguir más clientela en el mismo espacio –yo creo que ocupan lo mismo– Lo que sí es del todo seguro es que además de provocar un divorcio –el del taburete y la barra– provocan otros. El de la comunicaci­ón. No hay quien mantenga una conversaci­ón medio interesant­e encaramado a uno de esos artilugios.

¡¡Qué moda más tonta!!

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