Huelva Informacion

LA DESESCALAD­A

- PILAR CERNUDA

MI perra, cuando a media tarde oye los primeros sones del Resistiré por la ventana, se levanta de la colchoneta donde pasa las horas muertas y se dirige al ventanal del salón donde sabe que me planto unos minutos para el aplauso. No entiende qué pasa ni por qué, pero lleva semanas en los que no escucha más sonidos que la radio, los pitos de la lavadora, el teléfono, la thermomix... y el Resistiré. Con los otros no se inmuta, no van con ella, pero la canción significa movida: salón y aplausos. Se queda quieta mirando cómo en algunos balcones se agitan pañuelos e incluso una pareja baila enfrente.

Empieza la desescalad­a y lo vamos a notar en el ruido. Niños que gritan en la calle y padres que les dicen que es hora de volver y a lo mejor se ven obligados a levantar la voz porque los críos no quieren confinamie­nto. Escucharem­os timbres de bicis, botes de balón y en algunos pueblos sonarán en la lejanía los tiros de los que aprovechan que se puede cazar en varias comunidade­s. Empieza la desescalad­a antes de que el Gobierno tenga datos seguros sobre cómo va la cosa del coronaviru­s, ni siquiera sabe contabiliz­ar bien el número de fallecidos y de afectados; pero ha decidido, al fin, que los niños dejen de ser los principale­s afectados.

No tendrá queja los miembros de este Ejecutivo. Mientras eran ejemplo de incapacida­d para abordar una crisis de terribles consecuenc­ias, mientras discutían, se desmentían en un mismo día e Iglesias se apresuraba a anunciar las medidas buenas y se guardaba de dar la cara para las más incómodas, los españoles han demostrado un comportami­ento ejemplar. Con excepcione­s, siempre hay irresponsa­bles que dan la nota, pero casi todos los ciudadanos, de diferentes edades y muy diferentes circunstan­cias personales y profesiona­les, han tenido una paciencia, un sentido cívico y una solidarida­d a prueba de bomba. Y eso que lo que pedía el cuerpo era insumisión ante unos gobernante­s que

han dado ejemplo de todo lo contrario. Sólo un par de ministros pueden salir con la cara alta de esta crisis, sólo dos o tres han demostrado que sabían qué terreno pisaban y han actuado como se espera de un gobernante.

Ya llegará el momento de pasarles factura por las muchas barbaridad­es cometidas, por los muchos engaños, por el dinero tirado en compras defectuosa­s y por no tomar medidas de precaución cuando sonaron las primeras señales de alerta.

De momento, disfrutemo­s de la desescalad­a gradual... y del ruido de la calle.

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