Montero, bajo el sol de los focos; Calvo, a la sombra
● La ministra de Hacienda y la vicepresidenta, que se contagió el mes pasado, han asumido papeles muy diferentes durante la pandemia
Pedro Sánchez tiene un Gobierno de campaña, un Ejecutivo de emergencia donde los papeles de los vicepresidentes andan cambiados. Desde el 14 de marzo, el miembro del Gabinete con mayor poder real es el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Tanto que ha eclipsado a las tres vicepresidentas y al vicepresidente.
Salvador Illa tiene el mando único del decreto de alarma, puede disponer de las Fuerzas de Seguridad del Estado, ordenar el cierre de carreteras, el confinamiento de poblaciones y con sus órdenes en el BOE dirige la vida cotidiana de 47 millones de habitantes. Hasta mediados de abril, Illa dirigía las reuniones del comité de gestión del coronavirus, pero después se le han sumado los cuatro vicepresidentes. Sin embargo, la cordobesa Carmen Calvo, vicepresidenta primera, interviene de modo telemático. También le ocurre con las reuniones semanales de secretarios y subsecretarios.
Calvo se contagió de coronavirus en marzo, se reincorporó pero no de modo presencial, de tal modo que quien es, sobre el papel, la número dos del Gobierno ha pasado a ocupar un puesto secundario en esta crisis. A ello se une una pérdida de poder real en el entorno del presidente Pedro Sánchez. La inf luencia de Calvo en el Gobierno comenzó a deteriorarse antes del estallido de la pandemia, a causa de los ministros de Unidas Podemos. Éstos, capitaneados por Pablo Iglesias, consiguieron establecer una relación directa con Sánchez a través de Iván Redondo.
Una fuente relacionada con el Gobierno apunta a cierto declive de Calvo y señala, como muestra de ello, que Sánchez haya encargado el plan de desescalada a la vicepresidenta Teresa Ribera y al ministro Illa. El titular de Sanidad tiene el puesto asegurado en cualquier comité relacionado con la pandemia, pero en Ribera deja en manos una decisión que altera el poder autonómico constituido desde la Transición. No serán los gobiernos regionales los que decidan cómo y dónde se desconfina, sino el Gobierno central.
A las reuniones de todas las mañanas del comité técnico asisten los vicepresidentes y los ministros que formaban parte de modo inicial de este gabinete de crisis: además de Illa, los de Interior, Transportes y Defensa. Pedro Sánchez los suele presidir, pero también se ha sumado, como portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, titular de Hacienda.
La ministra andaluza está en el foco de la crisis, casi tanto como Salvador Illa. A consecuencia de la rectificación de la salidas de los niños, el vicepresidente Pablo Iglesias lo culpó, pero sin citarlo, de esa orden que restringía los permisos diarios sólo a las compras con mayores. Iglesias no dijo la verdad, la referencia del Consejo de Ministros explicaba que estas salidas se reducirían a las excepciones contenidas en el artículo 7 del decreto de alarma. No fue un lapsus de Montero.
Iglesias, que lleva desde el mes de marzo filtrando sus desavenencias con los ministros socialistas, ha terminado por echar las culpas a Carmen Calvo, que es la responsable del comité de secretarios y subsecretarios que prepara los Consejos de Ministros.
La portavocía de Montero es un trabajo de alto riesgo en esta situación, la ministra sevillana puede salir quemada de tanto foco si tiene que defender decisiones como la de las salidas de los niños. Sin embargo, Montero cuenta con el apoyo del presidente, es la ministra con mejores relaciones con Unidas Podemos y la temen en la bancada del PP en el Congreso. Su locuacidad, en ocasiones pesada como el plomo, la mantiene a flote.
Calvo perdió fuerza al establecer Iglesias un camino directo a Sánchez vía Redondo