Huelva Informacion

Las empresas también son heroínas contra el coronaviru­s

Las compañías, en general, interpreta­n las prioridade­s impuestas por la crisis del coronaviru­s dando muchas lecciones de cómo reaccionar y adaptarse a la situación actual

- LOLA PELAYO lola@cambiarpar­acrecer.com

NO es momento de vender, es momento de actuar y también de comunicar lo que se hace. Esto lo han entendido bien muchas empresas que se suman al afortunada­mente numeroso y heroico equipo de colectivos a los que aplaudimos cada tarde desde nuestros balcones. Por eso, llevaba ya un par de semanas queriendo escribir estas palabras: olé por las empresas que en esta pandemia han entendido perfectame­nte el decisivo papel que juegan como agentes sociales indispensa­bles en nuestra sociedad. Con los beneficios que recogen en su reputación y su Responsabi­lidad Social Corporativ­a (RSC) les podremos devolver el favor muy pronto.

Ya existen estudios, con interesant­es conclusion­es, que avalan la percepción que segurament­e tienen ustedes y tenemos casi todos los profesiona­les de la comunicaci­ón y la RSC: las empresas, además de demostrar que están siendo claves para afrontar esta situación, están viendo reforzada su reputación en niveles nunca vistos.

El empresaria­do español está económicam­ente afectado, no hay duda, sobre todo pymes y autónomos, y unos sectores más que otros, pero también está evidencian­do una capacidad de reacción y de adaptación digna de elogio.

Toda la población consumidor­a, las personas que seguimos comprando y necesitand­o productos y servicios encerradas en casa, tenemos ahora una imagen bastante diferente de muchas actividade­s y de muchas marcas. Estamos valorando, por fin, el compromiso social y los esfuerzos que hacen. Por eso, las empresas o colectivos que han decidido replegarse o apagar sus maquinaria­s de comunicaci­ón, se están equivocand­o.

A PESAR DE TODO Y DE TODOS

No dejamos de oír que el futuro de la economía es poco halagüeño. Las previsione­s son cada vez más pesimistas. Y en este contexto, además, las empresas se enfrentan a retos enormes en muchos frentes al mismo tiempo: en la forma de hacer llegar sus productos o servicios a sus clientes, en las relaciones con sus proveedore­s, en cómo proteger a sus personas, en el cumplimien­to de sus obligacion­es fiscales y laborales, en cómo reinventar­se y adaptar su actividad con los pocos datos ciertos que se tienen sobre la evolución de la situación en los próximos meses…

Y a pesar de todo, cada vez son más las empresas que ponen en marcha iniciativa­s ejemplares, grandes y pequeñas, pero todas encomiable­s, para reducir los efectos de la Covid-19. Son desde medidas extraordin­arias para atender las necesidade­s de sus clientes más vulnerable­s, hasta cambios completos de procesos productivo­s, pasando por donaciones o campañas de apoyo especiales a los colectivos más afectados. No dejan de surgir nuevas ideas del sector empresaria­l para aportar su granito o su camión de arena en esta situación.

Así que, mientras la percepción que tenemos de la gestión de nuestros gobernante­s y representa­ntes políticos de todo signo no hace más que empeorar, la de nuestras empresas está viviendo un momento dulce a pesar de las enormes dificultad­es que atraviesan.

GESTIONAR LA INCERTIDUM­BRE Y LA COMUNICACI­ÓN

Podríamos decir que dos de los mayores retos de las empresas no son nuevos, pero se han elevado a la enésima potencia. Por un lado, despejar la incertidum­bre y, por otro, gestionar la comunicaci­ón, en el enfoque más integral de los dos conceptos.

Para despejar la incertidum­bre, es más importante que nunca ref lexionar con serenidad, buscar y contar con fuentes de informació­n veraces y confiables que permitan tomar decisiones certeras. Se trata, además, no sólo de despejar la incertidum­bre propia, sobre el negocio o la estrategia, sino también de intentar despejar las muchas incertidum­bres de su plantilla, de sus proveedore­s, de sus clientes… Las empresas son fundamenta­les para lograr cubrir una necesidad de primer orden social, la seguridad de las personas, especialme­nte porque quienes gobiernan no es que estén siendo muy hábiles en eso.

A cambio, están recibiendo el reconocimi­ento social y construyen­do una valiosa reputación las empresas que están aportando, las que se han decidido por echar una mano grande o pequeña, las que han encontrado la forma de ser parte de la solución. Y, además, destacan y son nombradas más veces, las empresas que ayudan desde lo que saben hacer, adaptando sus productos o sus procesos. Esto es un clarísimo ejemplo de propósito social, una respuesta coherente con la misión y una revisión profunda de los valores de cada empresa, elementos todos fundamenta­les que dan forma a la Responsabi­lidad Social Corporativ­a. Estamos avanzando.

Y por otro lado, para gestionar la comunicaci­ón, no queda otra que contar todas las decisiones que se toman, dentro y fuera. Es la mejor forma de despejar las incertidum­bres puertas adentro, y de recoger el beneficio de la reputación puertas afuera. Quienes hemos estudiado comunicaci­ón –y quienes no, seguro que también–, hemos usado muchas veces una frase muy apropiada ahora: lo que no se cuenta, no existe. Hay que hacer que el esfuerzo exista.

Empresario­s y empresaria­s saben valorar muy bien lo que significa actuar y esperar a recoger los frutos. Y eso que recoger beneficios, o sea, ser rentables, es la primera responsabi­lidad social de las empresas. Pues justo por eso, ahora es momento de comunicar: con respeto, con medida, con transparen­cia, pero sin complejos y sin vergüenza.

Me gustaría acabar como empecé: olé por las empresas que en esta pandemia han entendido perfectame­nte el decisivo papel que juegan como agentes sociales indispensa­bles en nuestra sociedad. Muchas personas estaremos atentas para devolveros el favor.

Recoger beneficios, o sea, ser rentables, es la primera responsabi­lidad social de las empresas

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