Las empresas también son heroínas contra el coronavirus
Las compañías, en general, interpretan las prioridades impuestas por la crisis del coronavirus dando muchas lecciones de cómo reaccionar y adaptarse a la situación actual
NO es momento de vender, es momento de actuar y también de comunicar lo que se hace. Esto lo han entendido bien muchas empresas que se suman al afortunadamente numeroso y heroico equipo de colectivos a los que aplaudimos cada tarde desde nuestros balcones. Por eso, llevaba ya un par de semanas queriendo escribir estas palabras: olé por las empresas que en esta pandemia han entendido perfectamente el decisivo papel que juegan como agentes sociales indispensables en nuestra sociedad. Con los beneficios que recogen en su reputación y su Responsabilidad Social Corporativa (RSC) les podremos devolver el favor muy pronto.
Ya existen estudios, con interesantes conclusiones, que avalan la percepción que seguramente tienen ustedes y tenemos casi todos los profesionales de la comunicación y la RSC: las empresas, además de demostrar que están siendo claves para afrontar esta situación, están viendo reforzada su reputación en niveles nunca vistos.
El empresariado español está económicamente afectado, no hay duda, sobre todo pymes y autónomos, y unos sectores más que otros, pero también está evidenciando una capacidad de reacción y de adaptación digna de elogio.
Toda la población consumidora, las personas que seguimos comprando y necesitando productos y servicios encerradas en casa, tenemos ahora una imagen bastante diferente de muchas actividades y de muchas marcas. Estamos valorando, por fin, el compromiso social y los esfuerzos que hacen. Por eso, las empresas o colectivos que han decidido replegarse o apagar sus maquinarias de comunicación, se están equivocando.
A PESAR DE TODO Y DE TODOS
No dejamos de oír que el futuro de la economía es poco halagüeño. Las previsiones son cada vez más pesimistas. Y en este contexto, además, las empresas se enfrentan a retos enormes en muchos frentes al mismo tiempo: en la forma de hacer llegar sus productos o servicios a sus clientes, en las relaciones con sus proveedores, en cómo proteger a sus personas, en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales y laborales, en cómo reinventarse y adaptar su actividad con los pocos datos ciertos que se tienen sobre la evolución de la situación en los próximos meses…
Y a pesar de todo, cada vez son más las empresas que ponen en marcha iniciativas ejemplares, grandes y pequeñas, pero todas encomiables, para reducir los efectos de la Covid-19. Son desde medidas extraordinarias para atender las necesidades de sus clientes más vulnerables, hasta cambios completos de procesos productivos, pasando por donaciones o campañas de apoyo especiales a los colectivos más afectados. No dejan de surgir nuevas ideas del sector empresarial para aportar su granito o su camión de arena en esta situación.
Así que, mientras la percepción que tenemos de la gestión de nuestros gobernantes y representantes políticos de todo signo no hace más que empeorar, la de nuestras empresas está viviendo un momento dulce a pesar de las enormes dificultades que atraviesan.
GESTIONAR LA INCERTIDUMBRE Y LA COMUNICACIÓN
Podríamos decir que dos de los mayores retos de las empresas no son nuevos, pero se han elevado a la enésima potencia. Por un lado, despejar la incertidumbre y, por otro, gestionar la comunicación, en el enfoque más integral de los dos conceptos.
Para despejar la incertidumbre, es más importante que nunca ref lexionar con serenidad, buscar y contar con fuentes de información veraces y confiables que permitan tomar decisiones certeras. Se trata, además, no sólo de despejar la incertidumbre propia, sobre el negocio o la estrategia, sino también de intentar despejar las muchas incertidumbres de su plantilla, de sus proveedores, de sus clientes… Las empresas son fundamentales para lograr cubrir una necesidad de primer orden social, la seguridad de las personas, especialmente porque quienes gobiernan no es que estén siendo muy hábiles en eso.
A cambio, están recibiendo el reconocimiento social y construyendo una valiosa reputación las empresas que están aportando, las que se han decidido por echar una mano grande o pequeña, las que han encontrado la forma de ser parte de la solución. Y, además, destacan y son nombradas más veces, las empresas que ayudan desde lo que saben hacer, adaptando sus productos o sus procesos. Esto es un clarísimo ejemplo de propósito social, una respuesta coherente con la misión y una revisión profunda de los valores de cada empresa, elementos todos fundamentales que dan forma a la Responsabilidad Social Corporativa. Estamos avanzando.
Y por otro lado, para gestionar la comunicación, no queda otra que contar todas las decisiones que se toman, dentro y fuera. Es la mejor forma de despejar las incertidumbres puertas adentro, y de recoger el beneficio de la reputación puertas afuera. Quienes hemos estudiado comunicación –y quienes no, seguro que también–, hemos usado muchas veces una frase muy apropiada ahora: lo que no se cuenta, no existe. Hay que hacer que el esfuerzo exista.
Empresarios y empresarias saben valorar muy bien lo que significa actuar y esperar a recoger los frutos. Y eso que recoger beneficios, o sea, ser rentables, es la primera responsabilidad social de las empresas. Pues justo por eso, ahora es momento de comunicar: con respeto, con medida, con transparencia, pero sin complejos y sin vergüenza.
Me gustaría acabar como empecé: olé por las empresas que en esta pandemia han entendido perfectamente el decisivo papel que juegan como agentes sociales indispensables en nuestra sociedad. Muchas personas estaremos atentas para devolveros el favor.
Recoger beneficios, o sea, ser rentables, es la primera responsabilidad social de las empresas