Nos quedamos en casa por el Covid-19
Hace unos meses empecé a escuchar comentarios de que en China estaba pasando algo muy, muy grave. Pero China estaba muy lejos y aquí no pasaba, me decían. Escuché que algunas personas habían comido murciélagos y se habían puesto malitas y sus familiares también. Pregunté y me tranquilizaron, porque aquí no se come carne de murciélago. ¡Uff! Qué alivio. Todos los días se hablaba de lo mismo y ya notaba algo raro. Los últimos días que comimos en casa de mis abuelos estaban muy raros, ¡sobre todo mi abuelo Manuel!, que en vez de recibirnos con un abrazo nos mandaba a lavarnos las manos. ¡Siempre lo hacemos cuando llegamos de la calle, pero después de saludar y nunca tan rápido! Mi abuela y mi madre cuchicheaban en la cocina y se callaban o cambiaban de tema si yo entraba. En el cole se empezó a hablar de lo que estaba pasando. Era un virus y se llamaba coronavirus o Covid-19. Todos hablaban de él y muy mal. Y llegó a España. Y cerraron los colegios. Y tuvimos que quedarnos todos en casa. El primer día parecía vacaciones, pero poco a poco vi y me di cuenta de que no, que algo grave seguía pasando. Que ni íbamos a casa de los abuelos, ni ellos subían a la mía, que mamá bajaba sola al perro, que papá seguía trabajando, que cada vez que mis padres hablaban con la familia lo primero que preguntaban era si estaban bien y si necesitaban algo. Cuando pongo la tele mi madre me dice que quite las noticias… Cada vez estoy más preocupada, lloro mucho, no me
concentro para hacer las tareas, no duermo bien y lo paso muy mal. Pero, como dice mi madre, hay que ser fuertes y valientes. Todo pasará y quedará en una anécdota. Hablo y hago vídeo llamadas con mi familia y amigos; me dan energía, aunque cuando termino de hablar me pongo triste otra vez. Al final me he desahogado y solo deseo que todo esto pase rápido y seguir disfrutando de la vida. Violeta Alonso. 4º A. CEIP José
Oliva de Huelva