Las nuevas distancias
Los seres humanos estamos acostumbrados a vivir agrupados. La familia es la unidad básica, después viene la comunidad de vecinos, el barrio, la ciudad, etcétera. Y, como que nuestra especie tiene el don del habla, tenemos que estar cerca para entendernos. Ahora, por culpa del Covid-19, que nos obliga a permanecer distanciados y con mascarilla, el hablar entre nosotros se hace ingrato. Para que nuestras distancias tradicionales vuelvan a ser posibles es urgente que aparezca la vacuna, esta sustancia que introduciremos en nuestro organismo para prevenir y tratar a este maldito virus. El día que salga, el regocijo en el mundo entero será monumental. Pero mientras no aparezca, viviremos de una manera antinatural: alejados, sin podernos dar besos ni abrazos cordiales, ni caricias espontáneas, ni palmaditas en la espalda. Los que lo estamos pasando peor somos los ciudadanos del sur de Europa. Aquí, al contrario que en otros países, muchas veces al hablar entre nosotros incluso nos tocamos. A la gente del sur, que normalmente vivimos en localidades muy compactas, nos gusta el bullicio y la proximidad. Ahora, con estas nuevas distancias lo estamos pasando muy mal. Jordi Querol