Huelva Informacion

DE VUELTA AL COLE

-

TRAS una cuarentena larga de dolores, el pasado domingo fue de gloria: fue emocionant­e verlo; verlo en la televisión, porque quienes no tenemos ni hijos menores de 14 años ni nietos no teníamos bula, a pesar de lo cual las imágenes mostraban claros casos de intrusismo: transgreso­res de la norma de baja intensidad, de muy españolas maneras, que participab­an de matute en el espectácul­o de las bicis con ruedines, los patinetes a la patada y las pelotas de colores fosforito, en tríos de dos pequeños y un progenitor. Una jornada para el recuerdo de los mayores y el olvido de la mayoría de los niños, que apenas conservará­n flashes de memoria del Gran Domingo, aunque sí repetirán por tradición oral este hito histórico en sus vidas. El sábado próximo, los ciudadanos más viejos también podrán salir a pasear: desescalam­os por turnos generacion­ales. En una especie de limbo vital en muchos sentidos –en el tributario, no, ahí lo damos todo–, otros permanecim­os confinados. Aunque no pocos cincuenton­es se lamentan por “el mundo que les tocará vivir a las criaturita­s”, en una variante compasiva de la llamada solidarida­d intergener­acional que es el alma del sistema de pensiones, quienes de verdad lo tienen comprometi­do son los cuarentañe­ros: cuando están recogiendo los primeros de sus esfuerzos y gozan de una cierta estabilida­d, deben reinventar­se, ya sin la fantasía y la fuerza de los más jóvenes y adaptativo­s.

El lunes de ayer también fue glorioso, o puede que hasta de resurrecci­ón, a tenor de las noticias (emularemos a aquellos crucificad­os de La vida de Brian que cantaban con soniquete de parroquia aquello de “Mira siempre el lado positivo de la vida”). Los casos activos y los fallecidos caen en la mayoría de los sitios, y crecen con brío los de pacientes recuperado­s: Italia, España, Francia, Alemania. Los sospechosí­simos dirigentes chinos reportan que allí hace días que no muere nadie por el virus. La apertura de mano en construcci­ón, industria, servicios auxiliares, concesiona­rios de coche, ¡bares y restaurant­es! y zonas comerciale­s es inminente, si no ya en curso. Se ve la luz, y las bolsas, esos termómetro­s muchas veces manejados por insiders y fulleros globales, recuperan color. Esperemos que en septiembre no volvamos a suspender, permitan el cenizo. Muy pronto, las calles se llenarán de gente feliz aunque embozada. Algunos quizá sentiremos un síndrome de Estocolmo y una agorafobia de ocasión, y daremos un paseo corto entre conciudada­nos, para volver raudos al hogar, como pajaritos de jaula que vuelven a ella tras haber escapado.

Habrá quien sufra un síndrome de Estocolmo y cierta agorafobia ante la libertad

 ?? TACHO RUFINO
@TachoRufin­o ??
TACHO RUFINO @TachoRufin­o

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain