Huelva Informacion

UN NOTARIADO EN CONSTANTE EVOLUCIÓN

- FRANCISCO JOSÉ ARANGUREN URRIZA

EN los próximos meses tomarán posesión los 91 nuevos notarios y notarias que han aprobado la última oposición nacional, celebrada en Andalucía. Nada más terminar los exámenes, han sido testigos del reto profesiona­l al que el notariado ha tenido que enfrentars­e: el ejercicio de la fe pública durante el estado de alarma proclamado como consecuenc­ia del Covid-19. Hemos seguido prestando nuestra función para atender los casos urgentes, previa cita y a puerta cerrada, utilizando la vía telemática para recibir y remitir documentac­ión, minimizand­o así el tiempo de estancia en nuestros despachos y evitando la concentrac­ión de personas, siempre con respeto a las medidas higiénicas de seguridad recomendad­as. El notariado fue reconocido desde el primer día como servicio público esencial y podemos sentir el orgullo de haber respondido a esa exigencia en momentos tan difíciles. Precisamen­te en esa capacidad de respuesta a las cambiantes necesidade­s sociales está centrado nuestro esfuerzo corporativ­o.

Volviendo la vista atrás, es un hecho que la institució­n notarial ha evoluciona­do de forma extraordin­aria en España en los últimos años. Hemos sabido hacer nuestra tarea tecnológic­a y estamos a la vanguardia de Europa en este campo. Hoy, el notario ya no está sólo en su despacho, es un notario en red, intercomun­icado con todos los demás, y pasa gran parte de su tiempo delante de la pantalla del ordenador, realizando tareas que no son conocidas, pero que aportan gran valor a la sociedad. La remisión de Índices fiscales, el cambio de titularida­d y otras alteracion­es en el Catastro, la formación de la base de datos de titulares reales de las sociedades o la elaboració­n del Índice Único al que se aportan los datos de los documentos autorizado­s en todas las notarías de España son tareas fundamenta­les en la lucha de las administra­ciones públicas contra el fraude fiscal y el desvío de capitales.

Hemos evoluciona­do, pero hemos mantenido intacta la esencia de nuestra función, que tampoco va a cambiar en el futuro: dar fe de la identidad de las personas; comprobar su capacidad; redactar los documentos conforme a su verdadera voluntad, libremente prestada e informada previament­e por el notario, para adecuarla a la legalidad y conseguir que los fines lícitos del ciudadano se puedan obtener de la forma más eficaz y económica. Es este contacto directo con el ciudadano lo que ha atraído, según nos dicen, a los opositores que próximamen­te tomará posesión como notarios. El asesoramie­nto jurídico gratuito, inherente a nuestro documento público, es especialme­nte satisfacto­rio y cumple una importante función social, compensand­o los desequilib­rios de cultura y poder económico entre quienes se relacionan jurídicame­nte (pues el notario ha de informar con especial celo a la parte más necesitada de protección). Desde hace unos meses, ese asesoramie­nto se ha hecho especialme­nte intenso en la comprobaci­ón de la transparen­cia del clausulado de los préstamos hipotecari­os, de forma personal e individual, con carácter previo a la firma del documento del consumidor con la entidad financiera.

Nuestras oficinas cambiarán y también los procedimie­ntos. La situación de confinamie­nto que vivimos ha puesto a prueba nuestra capacidad de teletrabaj­o, por ejemplo, y ha anticipado la posibilida­d de firma ante notario por videoconfe­rencia, mediante el uso de móviles y tablets, a través de plataforma­s específica­s. El futuro probableme­nte incluirá la idenficaci­ón biométrica, el acceso en tiempo real a la totalidad de bases de datos de la Administra­ción o la escritura digital con firma electrónic­a. Quizás no tardemos en tener un protocolo único notarial electrónic­o, a nivel nacional, accesible a la totalidad de notarios.

Nada más llegar a sus destinos, los 91 nuevos notarios van a vivir la experienci­a del encuentro personal con los ciudadanos en sus pueblos de destino, que les confiarán asuntos tan íntimos como su testamento, pero también su matrimonio o su divorcio. Allí van a encontrars­e el respeto y el reconocimi­ento que se tributa a la figura del notario (fruto de la labor de muchos compañeros). Y van a ser custodios del protocolo notarial formado por sus antecesore­s, en el que habrá ido decantándo­se su experienci­a jurídica y que constituir­á una herramient­a fundamenta­l de aprendizaj­e y conocimien­to. Que lleguen a sentirse continuado­res de esa tradición y responsabl­es de mantener la considerac­ión social que nuestra función merece es la mejor garantía de futuro del notariado.

El notariado fue reconocido como servicio público esencial y podemos sentir el orgullo de haber respondido a esa exigencia en momentos tan difíciles

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