‘Unorthodox’, la serie de estos días
La fuga a Alemania de una mujer de una facción integrista judía se ha convertido en la ficción más comentada
La recomendación de esta serie no ha sido a través de los compañeros de la oficina ni en la barra del bar. Unorthodox, en Netflix, se ha convertido en la serie más comentada (tal vez la más vista, nos faltan datos) de estas semanas de confinamiento a través de un boca a boca virtual, afianzándose con las semanas como un título imprescindible. ¿Merece la pena verla? Sí, y además casi se puede seguir de una tacada ya que sólo son 4 capítulos.
Es un relato intimista que en manos torpes se habría convertido en un simple telefilme de sobremesa pero es bastante más que una historia de desencanto, de desamor o de angustias mater
Por ambientación y vestuario podemos oler el tufo a ropero antiguo cerrado
nales tipo No sin mi hija porque entran vertientes sobre las interpretaciones religiosas que anulan al individuo, la libertad personal y la negación a la mujer. La historia inspirada en hechos reales (una frase que en otras circunstancias nos haría fugarnos nosotros con el mando) cuenta con un planteamiento sociológico más hondo y complejo desde las tramas ultraortodoxas judías de Nueva York, desvelando intimidades de las familias que se rigen por costumbres tan rígidas. Por vestuario y ambientación parece por momentos que podemos oler ese tufo a ropero antiguo cerrado que desprenden las imágenes.
El relato de Unorthodox, las vivencias de una judía que rompe con su familia para seguir los pasos de su madre fugada con anterioridad, se guía de flashbacks y escenas simbólicas que realzan la realización de estaco producción germano-estadodunidense para Netflix. La mirada de sus dos creadoras, Anna Winger y Alexa Karolinski, enfatizan el carácter de denuncia intrínseca de tantas vidas condenadas a la desaparición por la sumisión y el destino de ser simples proceadoras. El mundo de El cuento de la criada no sólo estaba en un futuro desbaratado.
La historia real procede delos testimonios de Deborah Feldman, una joven de Brooklyn criada por su abuela en la tradición jasídica, por la que no se puede disfrutar de las influencias del exterior. Las escenas familiares están grabadas en yiddish, el hebreo ‘occidentalizado’, único idioma que han de conocer en esta facción integrista.
Shira Haas (María Magdalena) es la joven judía que poco a poco va mentalizándose de la alienación a la que está siendo sometida y busca esa normalidad que observa a su alrededor y que le es negada. La única salida es escapar no sólo de la ciudad, sino del continente. Feldman en la vida real halló el refugio de la literatura. En la ficción Esher, Esty, Shapiro lo halla en la música, su forma de integrarse y autorredimirse. En pos de sus pasos va su marido, Yanki (Amit Rahav en un rol que despierta más compasión que desprecio), quien la repudia por no tener hijos pero que guarda la esperanza de mantenerla como esposa al saber que está embarazada. Un primo de él, trasunto de lo peor que fermenta el integrismo, le acompaña en esa persecución, más que búsqueda.
Esty huye a Alemania, el viaje de vuelta de su abuela, víctima de los campos de exterminio, y será en Berlín donde encuentre ese futuro que se merece. Al sumergirse en el lago Wannsee, a cuyas orillas los nazis trazaron el plan de exterminio de los judíos (la llamada Solución Final), se produce ese destello de lucidez enel que la protagonista comprende que su decisión era inevitable.