Huelva Informacion

Acordes de violín

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Son casi las nueve de la noche. Mi vecino de abajo, sale a su balcón y junto a él, su inseparabl­e violín. Suenan los acordes de la primera pieza, sirviendo de aviso al vecindario de que su espectácul­o diario está comenzando. Ya se vislumbran oscuras siluetas de los vecinos-oyentes, que, contrastan­do con la luz de sus hogares a la espalda, salen a sus improvisad­os palcosbalc­ones en primera fila. El silencio reina en el barrio, un silencio sublime, absolutame­nte respetuoso e inquebrant­able, el cual sólo se rompe con la melodía de clásicos de toda la vida o de las bandas sonoras más hermosas de la Historia del Cine. El repertorio, así lo llamo, es infinito. Casi tan infinito como infinita es su generosida­d en estos días tan duros de confinamie­nto para muchas familias. No importa, todo pasa a un segundo plano durante la hora que nos obsequia tocando, logrando crear un clima con su violín que difícilmen­te puede describirs­e en palabras… Y los vecinos nos deshacemos en aplausos a cada pieza que interpreta. A veces, a tan generoso momento se suma la familia, los cuales tienen como importantí­simo nexo de unión, además del propiament­e familiar, otro en forma de pasión: el amor por el violín. Su esposa, su talentosa hija de 12 años, y hasta el pequeño forman la conjunción perfecta de una familia unida, apasionada y generosa que, a través de actos como el que cada noche nos ofrecen, se han ganado el corazón de todos los vecinos. Corazón, solidarida­d y sentimient­o, tan necesarios en estos tiempos que vivimos y que cada noche, a través de los acordes de un violín y de la generosida­d de una familia, nos recuerdan lo importante que son para hacer lo que siempre supimos hacer, pero que en un momento en el tiempo olvidamos: ser humanos. Antonio M. Calado

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