UNA INYECCIÓN DE HUMANIDAD
NO hemos celebrado el Primero de Mayo como nos hubiera gustado. La situación en la que nos encontramos hace que sea un festivo diferente, en el que no podemos olvidar a quienes han perdido la vida por la Covid19 ni a sus familiares y amigos. Estamos librando una dura batalla que ha puesto en primera línea de acción a miles de trabajadoras y trabajadores que están sosteniendo nuestra sociedad tal como la conocemos. En primer lugar, el personal sanitario, los mismos que tantas veces han denunciado los recortes que han sufrido y el desmoronamiento que estaba sufriendo la sanidad pública. Por otro lado, los servidores y servidoras públicos que nos han protegido y velado por nuestra seguridad. Pero también tenemos que agradecer el esfuerzo con el que han encarado esta situación quienes se dedican a la agricultura y a las industrias primarias que no han cesado en su producción, los repartidores y repartidoras, los cajeros y cajeras de supermercado, los profesionales de la comunicación, las trabajadoras de ayuda a domicilio, las profesoras y los maestros, y tantas otras personas que mantienen abiertos servicios esenciales sin los cuales no habríamos podido mantener a flote nuestro modelo de vida. Y, por supuesto, a los empleados públicos que, en estos tiempos del teletrabajo, hacen un esfuerzo encomiable para que las medidas del Gobierno lleguen a la ciudadanía.
Sin embargo, hay muchas otras personas que hubieran deseado no tener que interrumpir su actividad. Muchas se han visto abocadas a un ERTE y otras al cierre de sus propios negocios, pequeños y medianos, sin atisbar un horizonte claro.
En definitiva, nuestro mundo ha cambiado y la nueva realidad se nos impone ante nuestros ojos. A la actual crisis sanitaria le seguirá una económica, pero esta vez las trabajadoras y trabajadores tendrán en el Gobierno de España a un aliado más para que no sean los mismos de siempre quienes paguen las consecuencias de todo, porque este Gobierno nació con una clara vocación social y convencido de la necesidad de devolver tantos derechos perdidos a causa de la anterior crisis económica. Por ello, nada más comenzar su andadura, subió el salario mínimo interprofesional como nadie había hecho en todo nuestro periodo democrático.
Y, con este fondo, nos hemos propuesto que nadie se quedara atrás durante esta crisis. Se ha hecho lo que había que hacer:
medidas de defensa y protección social de las familias trabajadoras que son punteras en Europa. Sólo la f lexibilización de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) ha permitido salvar cientos de miles de empleos en el corto plazo y ha ayudado a mantener la renta de las familias.
Por primera vez, por ejemplo, quienes han entrado en un ERTE sin reunir los requisitos de desempleo han percibido la prestación y a quienes sí tenían derecho al desempleo no se les ha restado este tiempo de ERTE de lo que tenían computado.
De igual forma, en el sector de los autónomos se ha autorizado la f lexibilización del acceso a la prestación por cese de actividad, que se ha hecho compatible con la exoneración del pago de cuotas a la Seguridad Social y con la aprobación de ERTE para sus trabajadores, si tienen asalariados contratados. Tampoco nos hemos olvidado de las pymes que han sufrido un ERTE, las cuales están exentas de abonar las cotizaciones empresariales.
Por otro lado, se ha garantizado el derecho al cuidado y la conciliación con reducciones de jornada y, a quienes han tenido el infortunio de verse contagiados por el virus o estar en aislamiento preventivo, se les ha considerado en situación de incapacidad temporal por contingencias profesionales.
También hemos creado un nuevo subsidio para empleadas del hogar y para trabajadores temporales a los que se les acabara el contrato sin tener derecho a prestación y hemos establecido un subsidio extraordinario para quienes tuviesen un contrato temporal de duración de al menos dos meses, que se hubiese extinguido tras la declaración del estado de alarma y que no alcanzaran el periodo de cotización mínimo para percibir una prestación por desempleo. Además, hemos aprobado medidas urgentes en materia de empleo agrario que permiten compatibilizar el trabajo agrícola con la prestación por desempleo.
Y todas estas acciones de refuerzo del mercado laboral se han compaginado con aquellas que han dotado de seguridad el desarrollo del trabajo, repartiendo mascarillas y equipos de protección a cientos de miles de trabajadores en Andalucía.
En definitiva, se han movilizado más de 200.000 millones de euros para contrarrestar la caída de la actividad. Medidas de todo tipo, poniéndole cara a cada situación: f lexibilización del pago de suministros, moratorias en alquileres, líneas ICO, suspensión de intereses, flexibilidad en el pago de impuestos y, además, 100 millones a Andalucía para ayudas sociales y medidas de impacto económico. Porque, por encima de la inyección económica ha estado la inyección de humanidad. Hemos atendido a las personas más vulnerables prohibiendo cortes de suministros o desahucios y abriendo comedores sociales.
No hemos celebrado el 1 de mayo que hubiéramos deseado porque este maldito virus no nos lo ha permitido, pero hay algo seguro que esta situación nos ha demostrado: éste sí es el Gobierno de los trabajadores y trabajadoras.
Por encima de la inyección económica ha estado la dotación para las ayudas sociales