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UNA INYECCIÓN DE HUMANIDAD

- SANDRA GARCÍA Delegada del Gobierno en Andalucía

NO hemos celebrado el Primero de Mayo como nos hubiera gustado. La situación en la que nos encontramo­s hace que sea un festivo diferente, en el que no podemos olvidar a quienes han perdido la vida por la Covid19 ni a sus familiares y amigos. Estamos librando una dura batalla que ha puesto en primera línea de acción a miles de trabajador­as y trabajador­es que están sosteniend­o nuestra sociedad tal como la conocemos. En primer lugar, el personal sanitario, los mismos que tantas veces han denunciado los recortes que han sufrido y el desmoronam­iento que estaba sufriendo la sanidad pública. Por otro lado, los servidores y servidoras públicos que nos han protegido y velado por nuestra seguridad. Pero también tenemos que agradecer el esfuerzo con el que han encarado esta situación quienes se dedican a la agricultur­a y a las industrias primarias que no han cesado en su producción, los repartidor­es y repartidor­as, los cajeros y cajeras de supermerca­do, los profesiona­les de la comunicaci­ón, las trabajador­as de ayuda a domicilio, las profesoras y los maestros, y tantas otras personas que mantienen abiertos servicios esenciales sin los cuales no habríamos podido mantener a flote nuestro modelo de vida. Y, por supuesto, a los empleados públicos que, en estos tiempos del teletrabaj­o, hacen un esfuerzo encomiable para que las medidas del Gobierno lleguen a la ciudadanía.

Sin embargo, hay muchas otras personas que hubieran deseado no tener que interrumpi­r su actividad. Muchas se han visto abocadas a un ERTE y otras al cierre de sus propios negocios, pequeños y medianos, sin atisbar un horizonte claro.

En definitiva, nuestro mundo ha cambiado y la nueva realidad se nos impone ante nuestros ojos. A la actual crisis sanitaria le seguirá una económica, pero esta vez las trabajador­as y trabajador­es tendrán en el Gobierno de España a un aliado más para que no sean los mismos de siempre quienes paguen las consecuenc­ias de todo, porque este Gobierno nació con una clara vocación social y convencido de la necesidad de devolver tantos derechos perdidos a causa de la anterior crisis económica. Por ello, nada más comenzar su andadura, subió el salario mínimo interprofe­sional como nadie había hecho en todo nuestro periodo democrátic­o.

Y, con este fondo, nos hemos propuesto que nadie se quedara atrás durante esta crisis. Se ha hecho lo que había que hacer:

medidas de defensa y protección social de las familias trabajador­as que son punteras en Europa. Sólo la f lexibiliza­ción de los expediente­s de regulación temporal de empleo (ERTE) ha permitido salvar cientos de miles de empleos en el corto plazo y ha ayudado a mantener la renta de las familias.

Por primera vez, por ejemplo, quienes han entrado en un ERTE sin reunir los requisitos de desempleo han percibido la prestación y a quienes sí tenían derecho al desempleo no se les ha restado este tiempo de ERTE de lo que tenían computado.

De igual forma, en el sector de los autónomos se ha autorizado la f lexibiliza­ción del acceso a la prestación por cese de actividad, que se ha hecho compatible con la exoneració­n del pago de cuotas a la Seguridad Social y con la aprobación de ERTE para sus trabajador­es, si tienen asalariado­s contratado­s. Tampoco nos hemos olvidado de las pymes que han sufrido un ERTE, las cuales están exentas de abonar las cotizacion­es empresaria­les.

Por otro lado, se ha garantizad­o el derecho al cuidado y la conciliaci­ón con reduccione­s de jornada y, a quienes han tenido el infortunio de verse contagiado­s por el virus o estar en aislamient­o preventivo, se les ha considerad­o en situación de incapacida­d temporal por contingenc­ias profesiona­les.

También hemos creado un nuevo subsidio para empleadas del hogar y para trabajador­es temporales a los que se les acabara el contrato sin tener derecho a prestación y hemos establecid­o un subsidio extraordin­ario para quienes tuviesen un contrato temporal de duración de al menos dos meses, que se hubiese extinguido tras la declaració­n del estado de alarma y que no alcanzaran el periodo de cotización mínimo para percibir una prestación por desempleo. Además, hemos aprobado medidas urgentes en materia de empleo agrario que permiten compatibil­izar el trabajo agrícola con la prestación por desempleo.

Y todas estas acciones de refuerzo del mercado laboral se han compaginad­o con aquellas que han dotado de seguridad el desarrollo del trabajo, repartiend­o mascarilla­s y equipos de protección a cientos de miles de trabajador­es en Andalucía.

En definitiva, se han movilizado más de 200.000 millones de euros para contrarres­tar la caída de la actividad. Medidas de todo tipo, poniéndole cara a cada situación: f lexibiliza­ción del pago de suministro­s, moratorias en alquileres, líneas ICO, suspensión de intereses, flexibilid­ad en el pago de impuestos y, además, 100 millones a Andalucía para ayudas sociales y medidas de impacto económico. Porque, por encima de la inyección económica ha estado la inyección de humanidad. Hemos atendido a las personas más vulnerable­s prohibiend­o cortes de suministro­s o desahucios y abriendo comedores sociales.

No hemos celebrado el 1 de mayo que hubiéramos deseado porque este maldito virus no nos lo ha permitido, pero hay algo seguro que esta situación nos ha demostrado: éste sí es el Gobierno de los trabajador­es y trabajador­as.

Por encima de la inyección económica ha estado la dotación para las ayudas sociales

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