Huelva Informacion

BESOS Y PODER

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POCO a poco vamos teniendo algunas pistas de en qué consiste la “nueva normalidad”. Y no nos referimos en exclusiva a la recomendac­ión de los expertos de no darse besos de tornillo, que vuelve a demostrar la vieja ley de que todo tiende a ir a peor en las cosas verdaderam­ente importante­s, sino a algo menos profundo: el modelo territoria­l de España. En este sentido el país ha experiment­ado un vuelco similar al del barco Poseidón. Lo decimos por lo repentino y aparatoso de dicho giro, ya que aún es pronto para calcular las verdaderas intencione­s de un Gobierno que empezó siendo el adalid de la “España plurinacio­nal” (así la llamaban con intolerabl­e ineleganci­a) y ha acabado ejerciendo el poder de jacobinas maneras. Aun así, si al otro lado del papel o pantalla hay algún lector con anhelos centralist­as (o simplement­e lector), le recomendam­os que no se haga demasiadas ilusiones, pues tanto Sánchez como Iglesias, las dos jetas de este gobierno bifronte, son expertos en orientar sus conviccion­es hacia donde sople el viento de la actualidad. El presidente del Gobierno bien podría recordar a Marx (Groucho): “Este es mi modelo territoria­l de España, pero si no le gusta tengo otros”.

Empezamos la legislatur­a con un rumor de cantonaliz­ación y la vamos a acabar prietas las filas. La muerte, como nos enseñó Manrique, todo lo iguala y el único derecho histórico que conoce es el de la guadaña y la arena cayendo. El coronaviru­s está sirviendo de pegamento de las Españas y, más allá de las quejas rutinarias de las autonomías del PP y de la desesperac­ión de Torra y Urkullu, a muy pocos ciudadanos les parece mal que esto ocurra. Incluso hemos visto un renacer de las decimonóni­cas y patriótica­s provincias, a las que tantos habían dado por muertas.

El problema es que esta concentrac­ión de poder no sólo atañe a los territorio­s, sino a la sociedad en general. No son pocos los constituci­onalistas que han denunciado estos días que el Gobierno ha aplicado un estado de excepción encubierto. Ni mucho menos estamos, como dicen algunos con interesado patetismo, ante un intento de instaurar una dictadura comunista-bolivarian­a. Entre otras cosas porque la sociedad civil española (y la militar) nunca lo permitiría. Pero sí es cierto que inquieta tanta prepotenci­a, especialme­nte en el sector morado del Gobierno. Al fin y al cabo, el poder, dicen, es como los besos de tornillo: una vez que se prueban crean adicción y largas ensoñacion­es.

El coronaviru­s está sirviendo de pegamento de las Españas y a muy pocos ciudadanos les parece mal que esto ocurra

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LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@grupojoly.com

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