LA VERDAD INCÓMODA ( LA FOTO DE MORENATTI)
Por lo demás, de un tiempo a esta parte los gobiernos en liza, que son los que conceden el permiso, dan cifras a la baja a través de los datos de su policía, dando a entender que el incordio no ha sido para tanto y empujando así de paso a desistir a otros colectivos tentados de hacer lo mismo. A los periodistas nos facilitan mucho el trabajo los aforos. Un lujo. En los primeros años de plumilla iba uno al estadio a cubrir un partido de fútbol, veía la grada, y ya podía decirte el club lo que quisiera que una floja entrada era una floja entrada. Al equipo no habían ido a verlo ni los padres de los jugadores.
Y luego están las fotos de nuestros colegas. ¿Hay quien las trampea? Sí. ¿Hay quien miente al escribir una información? También. Pero cuando no es así y se acusa de mentir y de falsear porque lo que ha recogido la cámara no gusta no está bien agachar la cabeza y consentirlo. El fotoperiodista Emilio Morenatti ha sido llamado “embustero” y “rata manipuladora” por una foto que hizo para Associated Press en la playa de Barcelona. Fue el 27 de abril. Los niños salieron con sus padres por primera vez tras el encierro. Morenatti disparó su cámara y captó la imagen de la aglomeración. No había distancia de seguridad. Al publicarse,las reacciones no tardaron en llegar. De indignación. Todos conocemos el crecimiento del censo de indignados en este país en los últimos años. Muchos de ellos cargaron contra Morenatti por el uso del teleobjetivo porque, a su juicio –sin tener por supuesto ni repajolera idea de fotografía, pero ya se sabe que los indignados están para eso, para opinar de lo que haga falta–, distorsionaba la realidad, tergiversándola y por lo tanto transmitiendo un mensaje falso.
La foto de este profesional –no hace falta extenderse aquí en su trayectoria, tan sólo recordar que fue herido por una bomba en Afganistán en 2009– no hace más que evidenciar lo que otros pudimos
constatar con nuestros propios ojos en cualquier otra ciudad de España: que hubo aglomeraciones y que la distancia de seguridad no se respetó. ¿Comprensible después de tanto tiempo confinados? Pues sí. Es humano. Lo que no es admisible es insultar y calumniar al autor de la imagen –hubo ese día muchas más como esa de otros tantos fotoperiodistas– porque no agrada lo que se ve en ella. No fue Morenatti quien les dijo a esas personas que se juntaran para hacer la foto. Ya lo hicieron ellas solas. Por cierto, ¿no serán los que lo han puesto a parir ahora los mismos que ya lo hicieron porque en otra foto suya se veían “demasiadas banderas españolas” en una marcha antiindependentista en Barcelona? Él les ha dado la respuesta: “La verdad incomoda”.