El Gobierno propone calcular la capacidad segura de cada una de las playas
El Ministerio de Sanidad elabora un primer protocolo para discutir con las comunidades en el que recomienda cerrar duchas y lavapiés y mucha limpieza
Quizás sea lo más complicado de esta desescalada: ¿cómo volvemos a las playas? No ya cuándo, sino cómo.
La Secretaría de Estado de Turismo ha elaborado un primer protocolo sanitario de actuación en las playas, que por ahora se encuentra en nivel de discusión con las comunidades autónomas. Lo que propone el Gobierno es algo tan complicado como medir la capacidad de cada playa para albergar a las personas de modo seguro, en función de las características de cada uno de los arenales. En su informe recomienda que las duchas y lavapiés estén cerrados, que los aseos estén en permanente circuito de limpieza, que se comunique a los usuarios por megafonía de las condiciones y que se airee la arena, aunque el informe del CSIC concluye que no hay riesgo de infección en el arenal ni en el agua de mar.
Para el cálculo de la capacidad de la playa, lo que propone el Gobierno es que se mida la superficie útil de la playa y se divida por la distancia mínima que debe guardarse entre personas. Resulta mejor pensar en superficies por grupos. Por ejemplo: dos personas necesitan tantos metros cuadrados, cuatro otros tantos y, así hasta el máximo de reuniones, porque Turismo propone que se establezcan un máximo de personas agrupadas.
Después, llega lo más complejo, porque hay que restar la superficie de las zonas de acceso al mar, la propia franja húmeda y la evolución de la marea. Al menos en la costa atlántica, la horas de pleamar pueden reducir hasta la mitad el arenal.
El documento del Gobierno es bastante vago a este respecto, pero es cierto que regular las capacidades de la playa es algo así como colocar las puertas al campo. Por eso, por esta complejidad, es por lo que el Gobierno no concon guardar las distancias y dotar a los trabajadores de las medidas de prevención.
El plan cita los cinco puntos críticos que deben estudiarse: los accesos a la playa, la calidad del arenal, el suministro de agua potable, los trabajadores de las concesionarias y la superficie dedicada a las personas con discapacidad.
Turismo propone que los usuarios estén informados por megafonía de la regulación de la playa, así como de posibles incidencias, como, por ejemplo, la de haber alcanzado el límite de capacidad.