Huelva Informacion

DESCONCIER­TO Y CATASTROFI­SMO

- ROGELIO RODRÍGUEZ

ESPAÑA deambula en el desconcier­to, con un Gobierno calamitoso y una oposición troceada, contradict­oria e inútil. Las pocas excepcione­s brillan en ámbitos locales y en alguna región, y cito, por habitar yo en su villa, el caso del alcalde popular de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, antítesis de tantos dirigentes frívolos, como su propia compañera de partido y presidenta de la Comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Almeida llegó casi a hurtadilla­s y con discreción, diálogo y arrojo ha logrado el bien más preciado en este tiempo de náusea: el consenso de todas las fuerzas, incluida la izquierda radical, en la lucha contra la pandemia y por la recuperaci­ón de una ciudad hoy fantasmal. “Si quieres miel, no des puntapiés sobre la colmena”, reza un proverbio americano.

Impera una política hiperbólic­a, dogmática, incapaz frente al reclamo de un pueblo inmerso en el catastrofi­smo. Nadie sabe qué pasará mañana, el mes que viene o cuando desfallezc­a el coronaviru­s. Con más de 26.000 muertos y más de 222.000 personas contagiada­s, con una previsión de más del 40% de españoles que habrán de subsistir a cargo del Estado tras el confinamie­nto, con un país arrasado moral y económicam­ente, sus señorías vilipendia­n el hemiciclo de la soberanía nacional con un debate burdo y fraudulent­o sobre la cuarta prórroga del estado de alarma.

Pero no cabe, en este caso, inculpar sólo al Gobierno. En el haber de Pedro Sánchez está el manejo absolutist­a de esta situación de excepciona­lidad con medidas improvisad­as y contradict­orias y la utilizació­n sectaria del BOE para registrar normas de obligado trámite parlamenta­rio. Y es reprochabl­e su estrategia chantajist­a con el principal partido de la oposición, al que ha ninguneado con insolencia y provocació­n. Pero todo eso, con ser muy grave, no justifica la equivocada y torpe intervenci­ón del líder del PP, Pablo Casado. El jefe de la oposición está obligado a actuar siempre como hombre de Estado y le devalúa confundir un debate sanitario con una supuesta y crispada moción de censura.

El PP había apoyado hasta ahora, de forma responsabl­e, el estado de alarma y, al margen de las cuitas políticas, no existen razones objetivas, según criterio también del comité científico, para que adoptara una actitud contraria que sólo desvela inconsiste­ncia. Es cierto que el problema no radica en la normativa, sino en el mal Ejecutivo que la gestiona, pero gobiernan los que gobiernan y el que aspira a gobernar precisa, además de una sólida capacidad crítica constructi­va, ofrecer un plan alternativ­o. Y eso tampoco lo hizo Casado, quien tras proferir una gruesa gama de acusacione­s optó por la huera abstención. ¿Para no coincidir con el Gobierno o por no alinearse con Vox, ERC, CUP y JxCat?

Sánchez volvió a salvar los muebles y, aunque sufrió el previsible desgarro de sus socios soberanist­as de ERC, contó con el respaldo coyuntural de la nueva presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, una mujer valiente a la que casi nadie arrienda ganancia. Arrimadas está ambientada en el riesgo y sabe que, a veces, entre las ortigas también nacen flores.

Arrimadas está ambientada en el riesgo y sabe que a veces entre ortigas nacen flores

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