El momento de la Ciencia
Las soluciones no se obtienen de la pasión moral de una ideología, ni del salto irreflexivo del populismo. Se desarrollan a partir del análisis y las evidencias y, por tanto, requieren de la sangre fría del pragmatismo. Podría tratarse del primer momento en la historia de la humanidad en el cual el ser humano podría reflexionar al unísono sobre el mismo problema al que hacer frente, con unas evidencias y análisis globales donde por mucho empeño que se pretenda en diferenciar y matizar por unos o por otros, sólo una fórmula científica otorgará la solución. Todos los órdenes imaginados que hemos generado en base a nuestra capacidad cognitiva a lo largo de milenios, por vez primera confluyen globalmente para atender el mismo problema en el mismo momento. Si algo nos ha diferenciado sobre el resto de especies animales, desde que nuestra especie es Sapiens, ha sido la capacidad de imaginar, y fruto de esa imaginación, generar ideologías que en base a esa capacidad de cooperación de nuestra especie, fundamental para la supervivencia desde que éramos cazadores-recolectores, nos ha llevado a la conquista y absoluta hegemonía del planeta como especie animal. Es decir, estamos en el primer momento de la humanidad donde se muestra con clarividencia que ninguno de los tres órdenes imaginados preponderados civilización tras civilización, y que tanto nos han enfrentado a los seres humanos, sirven como solución para esta primera pandemia global: ni el poder del dinero, ni el poder de las religiones, ni el poder de los estados. Ya sea el dólar, el
yen o el euro; ya sea el cristianismo, el budismo o el islamismo; ya sean dictaduras, democracias, derechas, izquierdas o sumos sacerdotes, carecen de la solución al problema. Es por tanto normal que el animal se encuentre atemorizado sobre todo contemplando cómo el resto de especies a las que hemos mirado desde la atalaya de la superioridad absoluta siguen su existencia en libertad por nuestros cielos, nuestros mares o nuestros constreñidos espacios naturales. Ni la ideología ni el populismo nos salvarán. Ni el dogma ni el credo ni la oración. Sólo el pragmatismo de la Ciencia nos puede salvar. Rafael A. Recio