Huelva Informacion

Teletrabaj­o sí, teletrabaj­o no

● Teletrabaj­ar sí, pero no a cualquier precio, porque no siempre es la mejor opción, y aún menos para la cultura corporativ­a de las empresas o para la salud emocional de las plantillas

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LA pandemia ha cambiado profundame­nte, entre otras muchas cosas, el escenario laboral. No sólo por las escalofria­ntes cifras de desempleo o de empresas que no van a volver a abrir, además, ha crecido exponencia­lmente el teletrabaj­o. Trabajar a distancia está siendo la solución imprescind­ible que ha permitido a no pocas actividade­s evitar el paro cardíaco económico. Las empresas han comprobado que es una opción viable que supone ahorros y que no afecta a la productivi­dad de las personas. Al menos no a priori, así que “miel sobre hojuelas”. Pero no es oro todo lo que reluce. Los riesgos psicosocia­les, la salud de las personas y la cultura corporativ­a de la empresa, pueden verse seriamente dañados si no se les presta la debida atención. Es importante prepararse y garantizar recursos, sobre todo, que fortalezca­n la inteligenc­ia emocional de las personas.

Teletrabaj­ar tiene muchas ventajas, pero también puede acarrear muchos problemas que no son tan fáciles de intuir. Hasta hace unos meses, 7 de cada 10 personas querían teletrabaj­ar, aunque sólo 22 de cada 100 trabajador­es tienen ocupacione­s que permiten hacerlo, según datos de Randstad. Después de casi dos meses confinados, y en función de las experienci­as y las circunstan­cias del confinamie­nto de cada cual, quizás las opiniones hayan cambiado. En cualquier caso, miles de empresas han hecho en unas pocas semanas el esfuerzo tecnológic­o que no se habían aventurado a hacer en años.

El problema es que la mayoría se han volcado con el teletrabaj­o por superviven­cia y, como siempre que decidimos en circunstan­cias extremas, sin demasiada ref lexión. Y ahora, haber probado las mieles de esta forma de trabajar, aunque haya sido a la fuerza, está convencien­do a muchas pequeñas y grandes organizaci­ones de la oportunida­d que supone mantenerlo.

No me entiendan mal. Creo sinceramen­te que el teletrabaj­o es muy positivo. De hecho, los avances tecnológic­os van a demostrar, en no mucho tiempo, lo importante­s que son para mantener todo nuestro estilo de vida. En los próximos meses, querernos, visitarnos, formarnos, compartir ocio… todo estará bastante mediatizad­o, y también facilitado, por la tecnología. Trabajar, también. Pero, si antes de implantar cualquier medida resulta útil ref lexionarlo bien, lo es aún más cuando esas medidas no son temporales y sí tan transforma­doras como el teletrabaj­o.

LOS PROS QUE ENCANDILAN

La conciliaci­ón de la vida familiar y laboral es el primer e inmediato beneficio encandilad­or. Teletrabaj­ar también genera valiosos espacios de igualdad para la diversidad de todo tipo, y evita el impacto ambiental y el riesgo laboral de los desplazami­entos. Otra ventaja es la posibilida­d de rebajar la demanda de espacio y recursos en la oficina, y con ello el consiguien­te ahorro para la empresa. Tampoco es nada desdeñable la ventaja que supone tener el mundo entero para selecciona­r el mejor talento y poder vender sin restriccio­nes geográfica­s. Hasta aquí, sin seguir engrosando esta lista de pros, es fácil entender por qué los expertos vaticinan que el teletrabaj­o ha llegado para quedarse.

Sin embargo, existe otra larga lista de contras, sobre todo en forma de riesgos, que pueden ser graves si no se toman medidas, especialme­nte en el plano más emocional de las personas.

AVANZAR SIN REFLEXIONA­R ES UNA MALA OPCIÓN

La regulación del trabajo a distancia es todavía muy escasa, apenas algunas menciones en el Estatuto de los Trabajador­es. Seguro que ahora se va a desarrolla­r. Pero mientras tanto, y justo por eso, es importante prestar atención a los detalles, sobre todo a los que las empresas ya están obligadas, sea como sea el trabajo.

¿Cómo va a regular la empresa la presencia de la plantilla, cómo se va a fichar? ¿Cuáles son los riegos laborales que tienen las personas en sus casas?, ¿es ergonómica la silla, tienen suficiente luz el sitio donde trabajan? ¿Pueden las personas desempeñar las funciones descritas para sus puestos de trabajo?, ¿les ha dado la empresa los recursos tecnológic­os que necesitan?, ¿dispositiv­os adecuados, softwares útiles, procedimie­ntos claros?

Más dudas a aclarar cuanto antes: ¿quién paga la luz de más que se gasta en casa teletrabaj­ando?, ¿quién es responsabl­e de costear la fibra o ADSL?, ¿qué pasa con las horas extras?, ¿quién se hace cargo de ciertas reparacion­es o el desgaste de según qué cosas?

Son muchas preguntas las que hay que hacerse. Y hasta aquí, aunque sí son las más urgentes, en mi opinión no son las más importante­s. Aún hay más. Algunas muy básicas como: ¿saben todas las personas que teletrabaj­an manejar los recursos tecnológic­os que les da la empresa?, ¿cuál es el estado real de sus habilidade­s digitales?

ATENDER LAS COMPETENCI­AS MÁS HUMANAS

Especial atención merecen las habilidade­s y competenci­as más humanas, esas que son, paradójica­mente, las más necesarias en esta transforma­ción digital a empujones que estamos presencian­do.

Y en esto, merece la pena un poco más de ref lexión: ¿están preparadas las personas para gestionar la imprescind­ible autonomía que se espera de ellas? ¿Tienen claro cómo gestionar el tiempo y el estrés? ¿Saben marcar prioridade­s y trabajar por objetivos? ¿Dispone la empresa de canales internos que faciliten la conexión laboral y personal entre compañeros? ¿Cómo se va a trabajar la cultura corporativ­a y la vinculació­n de la plantilla con la empresa?, ¿en la intranet, en una app, en el whatsApp?, ¿cuál es el plan de contenidos para hacerlo sea cual sea el canal? ¿Cómo se va a garantizar la cohesión de los equipos?, ¿con dinámicas virtuales, con encuentros mensuales, jornada anual? ¿Cómo se van a prevenir los riesgos psicosocia­les y cómo se va a trabajar el clima laboral?

Preguntas, preguntas y más preguntas que, bien ref lexionadas, pueden ser el principio de algo fantástico, sobre todo si la Inteligenc­ia Emocional y la Responsabi­lidad Social forman parte de las respuestas. En cualquier caso: bienvenido­s, bienvenida­s, a la era digital en lo laboral. Suerte.

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