25 años de aquel gol de Nayim
El Zaragoza conmemora hoy el 25 aniversario de la consecución de la Recopa de Europa por los Héroes de París con el sueño de que la guinda sea el regreso a Primera División en la actual temporada.
El estadio del Parque de los Príncipes parisino acogió el 10 de mayo de 1995 la gesta del conjunto aragonés con el inolvidable tanto de Mohamed Alí Amar, Nayim, que subió a los altares del zaragocismo y se convirtió en el gran protagonista de la noche en la Ciudad Luz con un chispazo de genialidad.
Cuando todo parecía abocado a una tanda de penaltis, el jugador ceutí sacó su talento y su calidad a relucir y le amargó la noche al Arsenal, su rival, y especialmente a su guardameta, el internacional inglés David Seaman, al que sorprendió con un disparo al cielo de la capital francesa para sorprender al adelantado cancerbero de los gunners y conseguir el segundo título europeo para el conjunto blanquillo tras la Copa de Ferias lograda por Los Magníficos en 1964.
En una final en la que el Arsenal defendía título y tenía la opción de romper la maldición de que ningún campeón había repetido dos años seguidos, acabó sucumbiendo en un partido con mejor juego y oportunidades zaragocistas ante un rival que, a diferencia de la actualidad, basaba su estilo de juego en un fútbol directo.
El gol del 5 blanquillo fue una quimera hecha realidad para cualquier niño que sueña con ser futbolista. Se consiguió a diez segundos del final de la prórroga, valió un título y fue una obra de arte que hizo abrir los ojos como platos a todos los que vieron aquel encuentro, fuera en directo o, la mayoría, a través de la televisión.
En la historia del fútbol ha habido muchos tantos trascendentales en los últimos instantes de partidos con títulos en juego o goles de una enorme belleza, pero que se unieran ambos aspectos es más difícil de encontrar, y ésa es la razón por lo que lo hizo inolvidable, se fuera o no seguidor del conjunto del escudo del león.
Y no fue un pelotazo de fortuna tirado sin más ni más. Durante su época en el Tottenham, era frecuente que Nayim se quedase al final de los entrenamientos con su compañero y amigo Paul Gascoigne a tirar desde el centro del campo, marcar desde el córner o darle al larguero, algo que también hacía en el Zaragoza.
A ello hay que unir que conocía a Seaman y sabía que solía jugar adelantado porque sus centrales eran buenos pero algo lentos, por lo que tras levantar un par de veces la cabeza para ver qué compañeros tenía más cerca y apreciar que Esnaider y Pardeza estaban en fuera de juego, aprovechó el bote del balón para intentar lo que sólo a un jugador de talento se le ocurre y que hizo estallar el fondo donde logró el gol, en el que estaban situados los aficionados maños.
En apenas cuatro años el Zaragoza había pasado de jugar la promoción para evitar el descenso contra el Real Murcia a disputar dos finales de Copa (una que perdió contra el Real Madrid y otra que ganó contra el Celta) y la de la Recopa. El artífice del milagro fue un joven y valiente entrenador, Víctor Fernández, que apostó por un fútbol ofensivo apoyado en unos jugadores que se adaptaban a la perfección a ese tipo de apuesta y que fueron creciendo y mejorando hasta llegar a aquella final en el culmen de su vida deportiva para convertirse en una de las mejores generaciones de futbolistas del equipo maño.
Sus aficionados sabían de memoria aquella alineación formada por Juanmi (Cedrún jugó la final por una lesión del murciano); Belsué, Aguado, Cáceres, Solana; Poyet, Aragón, Nayim; Pardeza, Esnaider e Higuera. Jugadores de talento y personalidad confluyeron en aquella época para armar un fútbol atractivo que evidenció su potencial con el recuerdo de las goleadas al Barça de Johan Cruyff (6-3 en Liga y 4-5 en la vuelta de la Supercopa, ambas en 1994).
A partir de ahí, el crecimiento de unos jugadores que eran un grupo de amigos hizo vivir a los aficionados blanquillos unos años de ensueño que tuvieron como culminación el triunfo de Los héroes de París con aquel gol que llegó desde las nubes de la capital francesa en una noche mágica y que los igualaba con el ya mítico de Los Magníficos.