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ENSALADILL­A FINLANDESA MÁS QUE RUSA PARA CONCHITA

- J.M. MORILLOLEÓ­N

NO hay en el panorama musical español alguien con la carga viajera y de interconex­ión de países que Conchita. Una cantautora indie que nació hace exactament­e 40 en la gélida y siempre bien ordenada Helsinki. Vivió su niñez entre la Unión Soviética cuando nadie podía sospechar su rápido deterioro como coloso mundial y su familia española se trasladó a Francia, después a Alemania hasta recalar, por fin, en el país de origen. Esa experienci­a vital tan variopinta cristalizó en esta cantante y feliz mamá que se repuso, por cierto, de un parto muy complicado.

A lo que íbamos, se merece una convidá a la altura de su mosaico de países por los que vivió, así que vamos a prepararle una ensaladill­a finlandesa más que rusa que viene requetebié­n para este fin de semana previo a la Fase 1 para la mayoría de andaluces.

Vamos a necesitar para Conchita y unos cuatro amigos más que se pongan a la mesa un kilo de patatas nuevas de Sanlúcar de Barrameda, más o menos medianas para que cuezan de manera uniforme; tres huevos, un par de zanahorias grandes, una remolacha mediana, unos 200 gramos de salmón ahumado y unos 100 de arenque (peces finlandese­s, a ser posible, para que hagan honor a la cuna de Conchita). El arenque puede ser mojama barbateña, lo que llevaría hasta el sur esta receta.

Empezamos en principio por la mayonesa casera: con dos huevos, con perdón, a temperatur­a ambiente, 300 mililitros de aceite de girasol, un chorrito de AOVE de Baena (para dejar un sello andaluz perceptibl­e), una cucharada de vinagre y una pizca de sal. Emulsionam­os con la batidora al ritmo de El viaje, el tema solidario de nuestra homenajead­a. Sin subir la batidora ya tendríamos ahí la mayonesa, que dejamos en el frigo.

Cocemos las patatas, zanahorias y remolacha, sin pelar, en una cacerola a fuego suave. Vamos retirando según vayan estando en su punto, pinchándol­as como si fueran un tertuliano de La Sexta Noche. En un cazo aparte cocemos los huevos, con un chorrito de vinagre, durante unos 12 minutos.

Con todo atemperado, pelamos y picamos los vegetales y los huevos a cubitos de un centímetro. Dejamos enfriar y añadimos el salmón y el arenque (o mojama) también picados. Que todo se mezcle con ese espíritu mestizo de Conchita.

Añadimos la mayonesa en otra labor suplementa­ria de conjugar texturas y sabores. Mandamos todo al frigo y ese bol lo llevamos al mediodía hasta la casa de Conchita, que estará grabando de nuevo su versión de Resistiré.

Le dejamos la ensaladill­a en la puerta, con una bolsa de regañás de Alcalá de Guadaíra, y un recuerdo de su lejano Helsinki.

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