Uniformes azules unidos por Huelva
● La Policía Nacional y Local de Huelva suman fuerzas para blindar la ciudad ante la amenaza del virus ● Antes eran compañeros, ahora son “una piña”
El riesgo es algo inherente al trabajo de los hombres y mujeres del uniforme azul. Todos se habían enfrentado a situaciones difíciles en sus trayectorias, pero nunca a un enemigo tan letal e invisible como el coronavirus.
Siete agentes y mandos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local de Huelva cuentan a Huelva Información cómo han sido estos más de cincuenta días de estado de alarma. Todos llegan a una misma conclusión: si antes los miembros de los dos cuerpos ya se consideraban compañeros, ahora son “una piña”. Y contra eso no hay enemigo que pueda.
Alfonso Quintero POLICÍA LOCAL DE HUELVA
Este veterano agente onubense –lleva 24 años en el cuerpo– cuenta que “nunca había vivido nada de esta entidad y profundidad”. Desde que se decretó el estado de alarma “hemos cambiado todo nuestro patrón de actuación diaria”. A un lado han quedado el control del tráfico, las multas por incumplimiento de las ordenanzas municipales o “nuestra presencia a la entrada y salida de los coles”.
La vida ha dado un giro y “ahora nuestra función se concentra en tratar de que nadie cometa un ilícito penal, pero estamos muy agradecidos a los onubenses por su comportamiento; se les ha exigido mucho y la inmensa mayoría cumple”.
En estos días de desconfinamiento estima que “normalidad es la palabra que lo define todo”. Alfonso asegura que “soy muy consciente del momento histórico que estamos viviendo: ese hecho de ser espectador de primera línea me hace afrontar esto con mucha intensidad”.
Quintero elige como instantes más especiales “aquellos que se producen a las 20:00 cada día, pasando por las barriadas para aplaudir nosotros a ellos, a esa gente responsable que se ha quedado en casa”, y también otro que vivió en Pescadería, donde “organizamos un saludo especial para los niños y entregamos regalos”.
Marina Méndez INSPECTORA POLICÍA NACIONAL
A sus 29 años esta madrileña dirige el Grupo de Atención al Ciudadano de la Policía Nacional de Huelva. Recuerda la incertidumbre de los primeros días, especialmente “con el reparto de material de protección para los compañeros, que era escaso y había que tener un control exhaustivo”. Méndez cuenta como anécdota que “hemos recibido muchas donaciones de gente muy voluntariosa, desde un montón de litros de lejía o fregasuelos a batas de estar por casa como si fueran EPIS, pero al final lo agradeces igualmente porque lo hacen con buena voluntad”.
Con los niños en casa, reorganizar los turnos para que los policías pudieran conciliar ha sido un reto. En general, los primeros pasos de la crisis fueron “un caos por la novedad y el poco tiempo que había para tomar decisiones”.
Lo que más le satisface es que, pese a los esfuerzos que todos han tenido que hacer y las carencias iniciales, “no hemos tenido ningún contagio en la comisaría”.
Este medio centenar de días han tenido poco trasiego en las dependencias policiales, “ha habido mucha calma y pocos detenidos; el único problema es que la situación te quema, porque no estamos haciendo nuestro trabajo y nos pesa”.
Pero malhechores hay siempre. Y la inspectora destaca a “un grupo de chavales que está dando mucho la vara; como no hay establecimientos abiertos en los que robar, pues le sacan a la gente el cuchillo para robarle el dinero o el móvil”. Uno de los miembros de esta banda ya acumula “seis o siete detenciones durante el estado de alarma, a una por semana; la última ha sido la semana pasada, pero sale en libertad una y otra vez”.
La jornada más conmovedora para ella fue una en la que “una ambulancia se nos plantó en la puerta de la comisaría y se bajaron los compañeros de emergencias para aplaudirnos. Me hizo mucha ilusión y me emocionó”.
Entiende que los ciudadanos tengan tendencia a “querer recuperar sus vidas, a que sea como antes”. Pero desgraciadamente el virus todavía campa a sus anchas entre nosotros y “hay que seguir extremando la precaución”.
Jorge Sánchez AGENTE DE LA POLICÍA LOCAL
Este sanjuanero de 37 años pertenece a la Unidad de Atestados, pero “todo es muy distinto ahora, porque es muy contradictorio querer ayudar a alguien que haya sufrido un accidente y mantener las distancias de seguridad”. Lo único que le aterra “es llevarme el virus a casa, no por mí, sino por mi mujer y mis hijos”.
En su anecdotario de esta crisis figuran desde “un chico que una noche en la avenida Diego Morón iba en moto y con una botella de ginebra en el bolsillo porque había discutido con la novia” hasta una situación tensa que se vivió con un grupo de personas sin techo en la calle San Sebastián, “aunque al final no hubo detenidos”.
En su memoria quedan para siempre los aplausos de las ocho, sobre todo “aquellos de los primeros días antes del cambio de hora, cuando todavía era de noche, como nos pasó en Pescade
Lo único que me da miedo de todo esto es llevarme el virus a casa, no por mí, sino por mi mujer y mis hijos” La coordinación con la Policía Local ha sido bestial: nos conocemos más y creamos unos vínculos que van a perdurar” Hay que respetar las normas para que todo esto pase cuanto antes; si no lo hacemos, vamos a retroceder”