Huelva Informacion

ANTE LA HORA PRESENTE

- Catedrátic­o de Derecho LUIS HUMBERTO CLAVERÍA GOSÁLBEZ

QUE el actual Gobierno de España merece críticas por su actuación en los últimos meses de Covid-19 es obvio, no gasto palabras en mencionar graves deficienci­as y errores que son conocidos por casi todos. Algún acierto ha tenido, por ejemplo, cuando ha negociado en Europa apoyo económico. Si bien procede criticarlo, no creo que sea el momento de ridiculiza­rlo ni de intentar derribarlo, del mismo modo que yo, viajando en un avión que penetra en zona de tormenta, no me entretendr­ía en pinchar el dedo del piloto, sobre todo si estoy casi seguro de que ningún pasajero puede ocupar la cabina con más solvencia. No sería absurdo, sin embargo, que el piloto propusiera la participac­ión de algunos colaborado­res. Luego, en el aeropuerto, ya aclararemo­s el asunto. Eso sí, mientras más tiempo persistan las deficienci­as y, ante ellas, más tarde el Gobierno en proponer pactos con los otros partidos, más inevitable será que Sánchez viva la experienci­a de Rajoy de 2018.

Vayamos al aeropuerto. El avión acabará muy deteriorad­o. La crisis sanitaria, además de enfermedad y muerte, provoca confinamie­nto. Éste, brusca crisis económica, caída de oferta y demanda. Y dicha crisis económica puede producir una grave crisis social, incluso acompañada de desórdenes públicos y riesgos para la seguridad de la población. Todo esto en pocos meses, dentro de este repulsivo año 2020. Convendría prever esto ya, como nuestras autoridade­s debieron prever la entrada del virus desde diciembre del año pasado. Los gobernante­s españoles tienen que advertir ya que los problemas a los que aludo no se solucionan sólo con el BOE, sino también con una ejecución rápida y masiva de medidas: en junio un altísimo porcentaje de la población debe tener dinero en el bolsillo para comer y dormir. Pienso sobre todo en muchos autónomos, trabajador­es ultratempo­rales no protegidos por los ERTE y muchas otras personas que viven de la calle y que hasta febrero gozaban de los ef luvios de la llamada economía sumergida. Para ello no basta que un gobernante sea eficiente y honesto, sino que se requiere, asimismo, que sus equipos lo sean: Roosevelt, Attlee o Merkel habrían fracasado rotundamen­te si hubieran estado asistidos por colaborado­res ineptos. El poder real, el poder de incidencia efectiva sobre la vida del ciudadano Pepe o de la ciudadana Lola, no lo posee un jefe de Gobierno, lo posee un grupo bien coordinado de personas (físicas, no jurídicas) que leen las normas, se organizan, transporta­n y distribuye­n.

Ahora no sirven los mítines ni las teorías políticas, sino que los respirador­es, los guantes y las mascarilla­s lleguen rápidament­e a Huelva, Palma o Pontevedra; es urgentísim­o, por ejemplo, que sanitarios y agentes del orden público trabajen plenamente protegidos. Y es necesario que la gente coma sin necesidad de atracar el supermerca­do X o a la Sra. Y. Si se consigue eso, ya tenemos el substrato para que, mientras tanto, vaya recomponié­ndose el tejido empresaria­l y normalizán­dose la vida: no olvidemos tampoco las tremendas desigualda­des que padecemos, pienso en el provocativ­o contraste existente entre los ingresos de algunos ejecutivos y los de tantos trabajador­es y ser vidores públicos.

Ojalá este Gobierno, por sí solo, se preste a recibir una colaboraci­ón leal y efectiva de la oposición. Por cierto, si retornásem­os al año 2019, ¿volvería un partido de centro derecha, que obtuvo en abril 57 diputados, a adoptar la postura delirante que adoptó? ¿Advierte su actual dirigente, correspons­able entonces de aquella decisión, que millones de españoles, decepciona­dos ante la impericia de derechas e izquierdas y preocupado­s por los temores del empresaria­do, pueden estar esperando a que empiece a mover ficha en dirección diversa de la que escogió, desde 2018, su hasta entonces esperanzad­or líder? Desde estas páginas ya advertí, a primeros de julio, en línea con varios disidentes de ese partido, antes del batacazo de noviembre, de la oportunida­d histórica que desde abril se les presentaba. ¿Reaparece ahora, sorprenden­temente, esa oportunida­d para una estadista?

Mientras más tarde el Gobierno en proponer pactos con los otros partidos, más inevitable será que Sánchez viva la experienci­a de Rajoy de 2018

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