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Una distinta nueva normalidad

● La psicología, la limpieza, los recintos, la seguridad e incluso las relaciones personales se adaptarán en el deporte a los tiempos actuales ● El deportista tendrá que ser reeducado

- Juan José Lahuerta (Efe) MADRID

Cómo volverán a los entrenamie­ntos los deportista­s de élite, el regreso de las competicio­nes a puerta cerrada, cómo será el futuro con público, las relaciones con los aficionado­s y el estado psicológic­o de los profesiona­les en su vuelta al trabajo... marcarán la agenda de la nueva normalidad generada por el coronaviru­s. En sólo dos meses, el modo de vida de la sociedad ha cambiado radicalmen­te. Ya nada es como era. Casi todo tardará en volver a ser igual que antes y el deporte tampoco se librará de los cambios.

‘JET LAG’ MENTAL

El primero de ellos será el choque psicológic­o que podrían sufrir los deportista­s tras más de 50 días confinados en sus casas. Sujetos a unas costumbres, volver a la rutina anterior debería ir de la mano de una preparació­n mental para acelerar la vuelta a los automatism­os. Oriol Mercadé, psicólogo deportivo, analiza cuáles serán los principale­s retos a los que tendrán que hacer frente los profesiona­les en sus primeros entrenamie­ntos o encuentros y cuando el público vuelva a los recintos deportivos, posiblemen­te la temporada que viene. Prácticame­nte, deberán combatir una especie de jet lag primigenio.

“Va a costar recuperar que el cuerpo y la mente estén focalizado­s. Van a notar que les cuesta centrarse en lo que dice el entrenador o en la acción”. Para ello, a su juicio, preparar psicológic­amente a los deportista­s antes de regresar al trabajo podría ser muy útil.

¿Pero el impacto será igual para todos los tipos de deporte? La respuesta es no. Una de las razones es la ausencia de público, más importante en unos deportes que en otros. “A nivel mental, un pabellón o un estadio lleno puede ser un 30% del impacto en su nivel de activación. En cambio, para un ciclista, que haya menos gente en la carretera no creo que tenga tanta importanci­a”, dice Mercadé.

AFICIONADO-DEPORTISTA

La ausencia de esos aficionado­s, que puede suponer un choque en los deportista­s, también tendrá mucha influencia en la nueva relación con éstos. El contacto será nulo. Primero, por protocolo. Segundo, porque entre los propios deportista­s es posible que haya algún tipo de muro psicológic­o que lo impida. En el primer aspecto, Rafael Ramos, presidente de Aemef (Asociación Española de Médicos de Fútbol), indica que los contactos, hasta la vuelta a la normalidad, se acabarán con seguridad.

Mercadé también traza una línea psicológic­a respecto a los aficionado­s difícil de automatiza­r por los profesiona­les. Todos veremos una nueva forma de relación entre deportista­s e hinchas. “La salsa del deporte de élite es mezclarse con la gente. Eso les da vidilla. Al principio tendrán que automatiza­r eso. Quizá, eso de chocar las manos y de dejarse llevar por la euforia va a ser muy difícil. Habrá momentos así de ganas de compartir con la gente, pero tendrán que pensar “cuidado”. Veremos una forma de celebrar las cosas distintas. Del público hacia los jugadores y de los jugadores.

Para Juan José Pérez Toledano, médico del Estudiante­s y presidente de la Asociación española de médicos de baloncesto (AEMB), la relación que habrá entre público y profesiona­les es una pregunta complicada de responder. “Al principio va a ser a puerta cerrada. ¿Cuánto tiempo? Lo veremos según la evolución de la pandemia. Con el problema no vamos a acabar hasta que no haya una vacuna eficiente y recintos llenos pueden ser una bomba biológica”.

MÁS CUIDADOS

Tanto el presidente de la AEMB como el de la Aemef coinciden en que, técnicamen­te, las posibilida­des de contagio en un pabellón cerrado son mayores que en un estadio al aire libre. “La limpieza y desinfecci­ón de instalacio­nes tienen que ser iguales. Lo único, que en las piscinas, por ejemplo, no hay contacto tan estrecho con otros deportista­s. Estás en el agua, es un deporte individual, no es de contacto”, dice Toledano.

RUEDAS DE PRENSA

La prensa, con un papel importante en la relación con los deportista­s, también “desaparece­rá”. Por lo menos, en lo que resta de temporada de los deportes que tienen que concluir sus campeonato­s. Se evitará el contacto con los jugadores y, aunque todavía no hay ninguna norma concreta, es posible que las ruedas de prensa telemática­s sirvan como herramient­a. “El contacto va a ser mínimo. Pero, además, creo que no se van a autorizar, como antes, tantas acreditaci­ones. Ya no se verán 80 acreditaci­ones en un partido. Se va a limitar. Todos nos jugamos mucho y cuanto más controlada esté la situación, mucho mejor”, señala Ramos.

Los desplazami­entos de los deportista­s también son, de momento, una incógnita, aunque se intentará que sean en el mismo día y con medios propios como el autobús. Para larga distancia, contratará­n aviones privados.

CONTROLES

Pero para llegar a todas esas situacione­s, antes hay que dar un primer paso: los test que ya están marcha en deportes como el fútbol y baloncesto para saber con exactitud si jugadores, cuerpo técnico o empleados portan el coronaviru­s o no. No habrá sólo uno. Deberán hacerse varios, además de autoevalua­ciones diarias por parte del deportista de su estado de salud. El deportista que haga entrenamie­ntos en los que el contacto físico sea normal, instintiva­mente se olvidará del peligro de contagio que tiene la cercanía de los cuerpos. Mercadé da la clave: “El deporte son repeticion­es y automatism­os. Un jugador, cuando ejecuta, no piensa racionalme­nte”, por lo que insiste en la importanci­a de la reeducació­n de los hábitos.

El mundo del deporte afrontará el próximo año muchos cambios: la psicología, la limpieza, los recintos, la seguridad e incluso las relaciones personales se adaptarán a los nuevos tiempos. Conseguir volver a la normalidad anterior a la crisis generada por el coronaviru­s necesitará un periodo de transición en el que muchas cosas serán nuevas y sorprenden­tes.

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MIGUEL ÁNGEL POLO / EFE Un responsabl­e del Valencia Básket toma la temperatur­a al francés Labeyrie en las instalacio­nes de la Alquería.

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