Francia sale de la reclusión y entra en el limbo
● Pese a que desde ayer ya no rigen las reglas del confinamiento, la actividad comercial no ha retomado sus constantes vitales
Ni normalidad ni paralización: Francia entró ayer en una especie de fase ni-ni, un limbo en el que ya no rigen las reglas del confinamiento pero tampoco la actividad ha retomado ni mucho menos sus constantes vitales.
Los comercios abrieron, al menos en teoría, porque en la práctica gran parte de ellos permanecen con la persiana echada. También los colegios volvieron a funcionar, aunque por ahora sólo para que los profesores y responsables organicen el regreso muy paulatino de alumnos a partir del jueves.
Los atascos regresaron a las carreteras de entrada a las grandes ciudades y a las principales arterias de París, pero en mucha menor medida que los habituales en cualquier lunes laborable.
Esa sensación de ambigüedad prevalecía por todas partes: difícil comparar la jornada a un día de la normalidad pre-Covid, ni tampoco a la sensación de marasmo que ha vivido Francia, como casi todos los países del mundo, durante 55 días de confinamiento.
En la avenida de los Campos Elíseos, pulmón comercial de la capital francesa, había a media mañana casi tantos periodistas como clientes en las tiendas. Casi la mitad de los comercios, principalmente establecimientos de moda y del lujo, seguían cerrados, muchos de ellos inmersos en los ajustes necesarios para poder recibir a compradores en las condiciones sanitarias exigibles.
“Los franceses son latinos y en cuanto se les deja libertad... Esto puede ser complicado”, reflexionaba con ironía el dependiente de uno de los establecimientos de la avenida, que auguraba una relajación en el respeto de las normas de distanciamiento social.
La ausencia de turistas, principales frecuentadores de los Campos Elíseos, se hacía notar en las aceras, pero también en el interior de los locales, que en su mayoría son grandes cadenas.
Esa actividad al ralentí no se limitaba a los grandes ejes comerciales de París. En barrios de la capital, en su periferia o en otras ciudades muchos comercios optaron por no abrir todavía sus puertas y quienes lo hicieron se encontraron con poco público.
Apostado a la entrada de una perfumería, Chaabane esperaba “con calma” y protegido por una mascarilla la llegada de clientes en su primer día de trabajo tras el confinamiento. El joven se mostraba “contento” por retomar su puesto, aunque reconocía que en dos horas abierta la tienda sólo había recibido a tres clientes, frente a la treintena que habrían pasado antes del confinamiento.
En algunas franquicias de grandes cadenas se formaron colas matutinas para entrar. Y todavía más delante de las peluquerías. Pero aún y todo, la afluencia general era pobre.
Esta progresiva vuelta a la normalidad se produce después de que Francia registrara el domingo 70 muertos por coronavirus, su cifra diaria más baja desde el inicio del confinamiento, hasta un total de 26.380 fallecidos.
Las autoridades obligan a que el transporte público sólo pueda usarse en hora punta en caso de necesidad laboral. Sin embargo, esto no implicó ayer un aumento de los monumentales atascos en torno a París, más bien al contrario. Aunque frente a los 350 kilómetros de atascos y tráfico ralentizado que se producían en un díaprecovidiano, ayer registró picos de 50 kilómetros.
También se notó menos gente de lo habitual en el metro de París y los trenes de cercanías, aunque en algunas líneas se reprodujeron las escenas de apelotonamiento características de la hora punta.
París registró ayer picos de 50 kilómetros de atascos frente a los 350 habituales