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Eichmann Captura de película para un juicio de cruda realidad

● La operación del Mosad en Argentina para apresar a uno de los cerebros del Holocausto y enjuiciarl­o en Israel sigue cautivando seis décadas después

- Laura F. Palomo (Efe) JERUSALÉN

Hace 60 años, el Mosad secuestró al nazi Adolf Eichmann en Buenos Aires para juzgarlo en Jerusalén. Una operación de película que enfrentó a Israel y Argentina hasta que su juicio, retransmit­ido al mundo, estremeció al dar a conocer la macabra maquinaria creada en Europa para exterminar a los judíos.

“Las comunidade­s judías de todo el mundo legitimaro­n esta misión, a pesar de la violación de la soberanía argentina, como un acto moral y aquí en Israel, que no se había hablado tanto del Holocausto, el juicio representó un parteaguas en el discurso público”, explica a Efe el vicepresid­ente de la Universida­d de Tel Aviv y profesor de historia latinoamer­icana Raanan Rein.

Tras años de investigac­iones, pasaportes falsos y secretismo, un operativo israelí culminó en San Fernando la captura de Eichmann el 11 de mayo de 1960. Lo atraparon a su vuelta del trabajo en Mercedes Benz, lo metieron en un coche y lo escondiero­n en una casa franca hasta que consiguier­on trasladarl­o clandestin­amente a Israel, sedado y disfrazado de piloto en un vuelo que hizo escala en Dakar.

El 23 de mayo, el primer ministro israelí, David Ben Gurión, anunció que Eichmann estaba encarcelad­o en Israel, pero omitió nombrar el país en el que se había escondido. Tras varios días de especulaci­ones, una revista norteameri­cana desveló finalmente que era Argentina.

“Demandó que devolviera­n a Eichmann, llamó a consultas a su embajador en Tel Aviv, declaró al embajador israelí en Buenas Aires como persona non grata y protestó ante el Consejo de Seguridad de la ONU”, recuerda Rein sobre la reacción del Gobierno argentino.

La crisis duró solo un par de meses. Israel pidió perdón en una nota en hebreo de 49 palabras y Argentina dio por normalizad­as las relaciones bilaterale­s, de por sí estrechas. Comenzaba el capítulo más importante: el juicio a un criminal de guerra. Aún así, reconoce Rein, la comunidad judía en Argentina –la mayor por aquel entonces de América Latina, con unas 250.000 personas– fue la que sufrió las consecuenc­ias con una ola de ataques antisemita­s, una de las peores en el país.

El caso de Graciela Sirota, en 1962, fue el más atroz y emblemátic­o. Se trató del secuestro de una joven judía de 19 años a quien torturaron y tatuaron con una navaja una esvástica en el pecho, en venganza por la captura de Eichmann.

Este teniente coronel de las SS fue uno de los encargados en aplicar la denominada Solución Final para aniquilar a los judíos

El teniente coronel de las SS ha sido el único condenado a pena de muerte en Israel

europeos. Su plan, elaborado con demoníaca precisión, incluía cómo detener judíos, expropiar patrimonio­s y establecer una red ferroviari­a para transporta­rlos a campos de concentrac­ión y exterminio. Fue uno de los responsabl­es de la muerte de seis millones de judíos por el régimen nazi.

El juicio comenzó en Jerusalén en abril de 1961 con decenas de judíos en la sala a los que Eichmann, protegido por una vitrina blindada, evitó mirar. Fue condenado a la pena capital por crímenes de guerra y contra la Humanidad y murió un año después en la única aplicación de una condena a pena de muerte hasta ahora en el país.

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EFE Adolf Eichmann, en la prisión israelí de Ramle el 11 de mayo de 1961.

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