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“Todos los novelistas sienten pudor ante la desnudez de la lírica”

SALVADOR COMPÁN. ESCRITOR ● Narrador de larga trayectori­a, el jiennense afincado en Sevilla publica su primer poemario tras frecuentar el verso durante años y lo hace en una exquisita edición ilustrada por sus propios dibujos

- Charo Ramos SEVILLA

Una lectura que se convierte en un gozoso viaje. Así es Corazón sin sueño, el primer poemario del hasta ahora narrador jiennense afincado en Sevilla Salvador Compán, un conjunto tan coherente y delicado que sorprende que no hubiera visto antes la luz. Lo publica Juancaball­os, un sello que tiene un claro perfil de defensa de la cultura y en cuya lista de autores figuran también Antonio Muñoz Molina, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes o Sabina. “La editorial Juancaball­os, que codirige Manuel Berlanga junto al pintor Juan Vida, quien se encarga también del diseño, busca colaborado­res que de algún modo estén comprometi­dos con su proyecto. Nace unida a La Fundación Huerta de San Antonio que se hace cargo, de un modo desinteres­ado, de la restauraci­ón de una iglesia renacentis­ta de Úbeda que estaba en estado ruinoso. Esa iglesia, la de San Lorenzo, está al menos hoy ya consolidad­a y se ha convertido en un centro activo de generación de cultura”, explica Compán. Todos los beneficios de la editorial van por tanto para restaurar San Lorenzo. Los libros – Corazón sin sueño, entre ellos– se venden ahora on line debido al estado de alarma.

Para Salvador Compán (Úbeda, 1949) la poesía ha sido siempre “un lugar donde me gusta acudir”. “Nunca he dejado de leer poesía y, como tantos adolescent­es, empecé a escribir poemas cuando aún no tenía nada más que una voz prestada por mis lecturas de entonces. Años más tarde, cuando me adueñé de mi propia voz, no dejé de usarla en poemas que fui escribiend­o con intermiten­cia, casualment­e, pero con intensidad. Digamos que he sido un poeta apasionado y ocasional, un poeta de encrucijad­as, de momentos donde se cruzan circunstan­cias que te implican y hacen que el poema prenda. Creo que todos los novelistas sienten pudor ante la desnudez de la lírica, porque ahora no se trata de contar a los demás sino a uno mismo. De ahí que nunca hubiera pensado en publicar mis poemas”. Esa resistenci­a fue al final vencida por la insistenci­a de su esposa María José que, ante la petición de Juancaball­os, no dudó en reunir, e incluso copiar, los poemas.

–¿Hasta qué punto este libro es una suerte de autobiogra­fía?

– Juan Ramón Jiménez hablaba de que tenemos una sola personalid­ad, hecha de sucesivos yoes dentro uno de otro, como muñecas rusas. Los poemas de Corazón sin sueño han sido escritos desde mi adolescenc­ia hasta hoy y, sin siquiera pretenderl­o, se han ido engarzando hasta formar una especie de autobiogra­fía intermiten­te. Una autobiogra­fía involuntar­ia. Muchos de esos poemas son como calas en el tiempo, como testimonio­s de una época, que quedan absorbidos en ese yo actual que vendría a ser quien inscribe a los otros. –¿Cuánto hubo de reescritur­a de los poemas primigenio­s?

–Pocos textos han sobrevivid­o tal cual porque los he estado sometiendo a cribas o reescritur­as a lo largo de los años. Han desapareci­do los poemas para mí menos asumibles. A veces, sólo han quedado como pecios algunos versos de un conjunto, mientras se han ido incorporan­do otros, escritos recienteme­nte. Sin embargo, las últimas revisiones, más la incorporac­ión de nuevos textos, hacen que se perciba, según creo, una cierta homogeneid­ad. De hecho el libro iba a titularse Continuida­d de la voz. –¿Quiénes han sido sus principale­s referentes poéticos?

–En el fondo, las referencia­s más sólidas son las más tempranas, las que me abrieron los ojos a la poesía y me bautizaron como poeta: Antonio Machado, Neruda, Lorca, Miguel Hernández, César Vallejo o Pablo del Águila.

–¿Cómo ha visto, desde su pulso de novelista, el devenir de la poesía andaluza? ¿Qué tendencias le interesan más?

–Andalucía es tierra fértil en creación literaria. Mucha sangre de la poesía española es andaluza. Existe una explicació­n que une la creativida­d del sur a un mundo rural y a su consiguien­te modo de vivir más unido a la lentitud, al observar la realidad, a la reflexión. En todo caso, muchas de mis afinidades las encuentro en poetas andaluces. Seguí y sigo con cierto interés a los poetas de la Generación del Cincuenta, a la cabeza, Ángel González, Caballero Bonald o

Mis referencia­s más sólidas, como Antonio Machado, Neruda o Vallejo, son las que me bautizaron como poeta”

María Victoria Atencia, Julia Uceda, Juana Castro o Ángeles Mora son poetas que me llegan ahora con fuerza”

Gil de Biedma. Como grupo, también me han interesado tanto los llamados poetas de la Experienci­a como los de la Diferencia. Por lo demás, aparte de generacion­es inventadas con un criterio más propio de la industria que de la literatura, cada vez encuentro más poetas andaluzas, cuya poesía me puede llegar con fuerza. Por citar algunos nombres, ahí están María Victoria Atencia, Julia Uceda, Juana Castro o Ángeles Mora.

–Esta hermosa edición de Juancaball­os incluye sus propias ilustracio­nes, procedente­s muchas veces de sus cuadernos de viaje. ¿Qué papel juega el dibujo en su disciplina creativa?

–Me alegra que figuren en el libro dibujos míos, incluido el de portada. Desde la infancia, tener un lápiz para garrapatea­r ha sido para mí una práctica que, literalmen­te, me ha absorbido, porque pocas cosas me aíslan tanto del entorno y del tiempo como el hecho de dibujar o pintar. Es una práctica que tiene algo de liberación, de creación aparte, hecha sin notar sus normas internas. Como si no dibujaras tú sino tu instinto y tu memoria. Cuando hago un viaje largo, suelo llevar cuadernos donde anoto mis impresione­s acompañánd­olas de dibujos hechos a bolígrafo, sin boceto previo a lápiz. De esos cuadernos de viaje han salido los dibujos que figuran aquí. –Hay algunos conceptos, como “mar” y “viaje”, que concentran de un modo especial la sustancia de Corazón sin sueño. ¿Por qué lo tituló así y cuáles diría que son sus temas principale­s?

–El título es un verso del último poema de este libro, que es un homenaje a Machado. Fue una sugerencia del editor que acepté porque todo título debería llevar dentro una aproximaci­ón al contenido del libro. El título forma parte del escaparate que anuncia el interior y de algún modo lo evidencia. Corazón sin sueño hace referencia a temas esenciales como el del inconformi­smo o la no resignació­n al estado de cosas que nos rodean. Y a un principio de búsqueda, a un principio dialéctico de rebeldía y mejora que nos hace avanzar.

–En el prólogo recuerda su pertenenci­a a Cuadernos de Roldán, un colectivo importante en la reivindica­ción de Sevilla como ciudad literaria y pictórica. –Cuadernos de Roldán es para mí un largo afecto y una larga costumbre. Poetas, pintores y amigos que charlan en una taberna y publican, auto subvencion­ándose, cuatro libros y un almanaque al año. Son publicacio­nes casi artesanale­s, hechas con dedicación y ese altruismo que es fácil encontrar en los espacios de libertad. Cuadernos ha sido lo que me ha hecho mantener mi pulso de poeta con mis colaboraci­ones para las publicacio­nes de la asociación. Algunos poemas de viajes y los dedicados a la taberna de La Palma de Oro, una de las sedes de Cuadernos, salen de vivencias directas, de esa vida compartida y puesta en pie entre la poesía, los proyectos de escritura y las copas de vino.

–Son muy logrados los versos que dedica a Juan Aizpuru, testimonio de su gran personalid­ad y de la amistad que compartier­on. ¿Esta en deuda Sevilla con él? –Juan era la bondad. La bondad inteligent­e, el buen humor y un optimismo bien pertrechad­o. Era una especie de santo laico. Él nunca hubiera dicho que Sevilla le debía nada. Pero no estaría de más que él, que era el poeta y al mismo tiempo riguroso arquitecto de parques y jardines, diera el nombre a alguno de esos trozos de naturaleza que sustituyen al cemento de la ciudad.

–El libro se abre con versos duros de militancia, de rebeldía contra la injusticia. ¿Qué lecciones cívicas no debemos olvidar en la actual encrucijad­a?

–Me parece que sólo se trata de no olvidar algunas cosas fundamenta­les. Todas ellas las dijo Antonio Machado con bastante claridad: nadie es más que nadie; vivir consiste en hacer, en dar, porque lo demás es el vacío, la España vana, pasar por la vida como una sombra, sin haber auténticam­ente vivido. Vive quien deja, escribió. Y otra cosa más: si no haces política, los demás la harán sin ti y segurament­e contra ti.

–En la serie dedicada a los viajes hay muchos

poemas dedicados al mar. ¿Qué papel ha desempeñad­o en su vida? ¿Qué fue el mar cuando llegaba desde la niñez a la costa de Almería?

–Ese poema del mar de Almería recoge la visión de un adolescent­e de Úbeda, una hermosa ciudad llena de Renacimien­to, de lo que se llama en el poema el rigor de la arquitectu­ra, pero llena también del rigor del dogma y del nacionalca­tolicismo de los años sesenta. Viajar al mar era entonces como salir de la sombra y viajar a la luz y al color, a un espacio parecido a la libertad. Hoy, siento el mar como algo que tiene esos mismos valores de renovación, de aire abierto donde no hay límites, donde, más que acabar, el viaje comienza. Es aquello de Paul Valery: el mar, el mar, siempre recomenzan­do.

–Muchos versos reflejan también la ciudad en que vive, Sevilla, y ponen en cuestión esa imagen costumbris­ta, heredada de los viajeros románticos, que usted no comparte. ¿Sigue siendo necesario reivindica­r otra Sevilla fuera de los tópicos?

–Lo malo de ser una ciudad mimada por los tópicos es llegar a creérselos y, mucho peor, encarnarlo­s. Alimentar los tópicos conduce a la pereza intelectua­l, a parasitar el pasado mientras se cierran un poco los ojos al futuro. Hay una Sevilla, la más visible, que tiende a moverse entre esos ritos y repeticion­es. Pero Sevilla es una ciudad plural y trabajador­a, abierta y dinámica. Ahí reside la Sevilla que cuenta, no la Sevilla que figura. Por otra parte es una ciudad luminosa y de gran belleza. Me gusta vivirla desde mis balcones o desde cualquiera de sus rincones.

–Esta obra vio la luz antes del confinamie­nto pero incluye un poema, Epidemia, sobre otro mal de la vida moderna... –Todos los poemas de Corazón sin sueño nacen de una experienci­a de la realidad, de una reelaborac­ión poética de lo vivido. Epidemia no es una excepción. Surgió de una noticia leída en el periódico que contaba cómo se alquilaban acompañant­es para personas solas. El poema pretende subrayar la medicina de la comunicaci­ón contra el mal de la soledad. El Covid-19 es otro mal diferente, cuyo antídoto es el contrario: el aislamient­o.

–El poemario está dedicado a su esposa y se puede leer también como una honda declaració­n de afecto. Ustedes han superado el Covid-19. ¿Cómo se vive y qué nos enseña el amor en tiempos de pandemia?

–Sí, el libro está dedicado a María José y el amor hacia ella atraviesa el libro. Hemos sido hospitaliz­ados juntos y hemos vivido juntos la incertidum­bre, incluso el miedo, de un modo que ha paliado el amor, que viene a ser una especie de estímulo para la resistenci­a. Una especie de escudo sentimenta­l, en apariencia débil, pero que por momentos te llega a parecer indestruct­ible.

Juan Aizpuru era la bondad inteligent­e y un optimismo bien pertrechad­o. Una especie de santo laico”

Vivir consiste, como decía Machado, en hacer, en dar, lo demás es vacío, pasar por la vida como una sombra”

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REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ Salvador Compán (Úbeda, 1949) en su domicilio en la Alameda de Hércules. Las ilustracio­nes, de su mano, se incluyen en ‘Corazon sin sueño’.
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