Huelva Informacion

REALISMO PARA ACERTAR CON LOS ALUMNOS

- ANTONIO ASEGURADO GARRIDO Presidente de USIE Andalucía

SEGÚN establece la Constituci­ón Española, la educación es un derecho de los ciudadanos, que tiene como finalidad el pleno desarrollo de su personalid­ad, en el respeto a los principios democrátic­os de convivenci­a y a los derechos y libertades fundamenta­les. Insisto, de acuerdo con nuestra Constituci­ón, la educación básica no es una carrera de obstáculos para los alumnos, sino un inmenso esfuerzo social para garantizar el pleno desarrollo de los más jóvenes, y es al sistema educativo a quien compete poner los medios y las medidas para hacer efectivo su derecho.

En este contexto, la repetición de curso es en todo caso una medida excepciona­l, que nunca debería utilizarse sin antes haber aplicado otras estrategia­s de ayuda al aprendizaj­e. Y no sólo porque así lo determine, negro sobre blanco, la propia Ley Orgánica de Educación, sino porque es un hecho ampliament­e contrastad­o que sus potenciale­s beneficios son prácticame­nte siempre muy inferiores a sus efectos negativos. Comenzando por las nefastas consecuenc­ias que, por lo general, implica separar a un niño o niña del grupo de compañeros que, para ellos, son su colegio.

Suele prestarse poca atención a esta cuestión cuando se publican resultados de estudios comparativ­os, pero es un reproche constante de todas las agencias y expertos internacio­nales a nuestro sistema educativo el uso abusivo de una medida cara e ineficaz, como es la repetición de curso, de consecuenc­ias habitualme­nte nefastas para el progreso individual del alumnado afectado y que nos lleva a invertir en costes innecesari­os un dinero que necesitamo­s para otras cosas. Disminuir la ratio en las aulas, contar con un segundo docente para las materias instrument­ales, proporcion­ar al alumnado con mayores carencias y necesidade­s recursos digitales… son sólo algunas medidas en las que el coste añadido de la repetición estaría, con seguridad, mucho mejor invertido.

Si a ello le añadimos que, de forma aplastante, son los niños pertenecie­ntes a entornos sociales más desfavorec­idos quienes principalm­ente reciben esta medida, además de ineficaz y cara, la repetición de curso aparece como una medida injusta, contraria al sentido mismo de la palabra educación: si educar es promover el aprendizaj­e y el desarrollo, dando más apoyo y ayuda al que está en desventaja, la repetición castiga precisamen­te a este alumnado en desventaja.

Lo importante ahora es compensar el posible daño que este estado de desescolar­ización temporal sobre el progreso educativo de nuestros niños y niñas, especialme­nte en el caso de los más desfavorec­idos, sin perder el tiempo en discutir si se les aprueba o se les suspende. Nadie entendería este proceder si, en lugar de estar ante un virus, nuestro país hubiese sufrido un gran tsunami, si las escuelas estuviesen cerradas por haber sido físicament­e destruidas: ¿suspender a las víctimas del tsunami? ¿hacerles repetir el curso? La gran ola sería entonces la de la indignació­n contra quienes simplement­e se atreviesen a plantear el tema. Pero estamos ante algo equivalent­e.

Nuestros eventuales candidatos a “repetidore­s” no sóolo carecen de los recursos para seguir una enseñanza virtual, sino también de la menor posibilida­d de recibir apoyo escolar en casa. Por no hablar de que son también ellos quienes soportan este confinamie­nto en peores condicione­s: falta de espacio en casa, dificultad­es económicas, estrechece­s de todo tipo… Y actuamos frente a esta situación como algunos países del norte con España o Italia: “Si quieren algo… ¡Que lo paguen!”.

Volviendo al principio, parece claro que acogernos a la literalida­d de unas normas pensadas para tiempos de normalidad puede constituir, en estos tiempos de excepciona­lidad, el mayor atentando contra el mandato constituci­onal de la escuela: ayúdales a aprender y a desarrolla­r su personalid­ad. Es su derecho y es tu obligación.

Afortunada­mente, creo que al final se impondrán la profesiona­lidad y el sentido ético y cívico de nuestros maestros y profesores. Y estoy seguro de que actuarán en consecuenc­ia. Aunque nadie se acuerde de ellos y nadie pida un aplauso para su trabajo diario en la sombra de este confinamie­nto.

La inspección educativa, en el contexto actual de docencia no presencial debe intensific­ar el asesoramie­nto y apoyo a los centros docentes, priorizand­o el seguimient­o del alumnado que requiera medidas de atención a la diversidad o que por diversos motivos, no está siguiendo su proceso de enseñanzaa­prendizaje tal y como lo está diseñando su centro. Y aquí la Inspección puede y debe prestar un servicio imprescind­ible. El contacto con los centros, con criterios homologado­s y comunes, desburocra­tizando la labor docente, difícil siempre, pero especialme­nte imprescind­ible en estos críticos momentos.

Es un reproche de las agencias y expertos internacio­nales a nuestro sistema educativo el uso abusivo de una medida cara e ineficaz como la repetición de curso

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