Huelva Informacion

Un cóctel sin remdesivir en la primera ola

● Un estudio analiza los fármacos usados en 170 hospitales de España para 8.000 pacientes que han logrado mitigar la gravedad de la patología

- Miguel Lasida

El confinamie­nto es una de las pocas certezas a las que se ha agarrado la humanidad para salir a f lote de la primera ola pandémica. Sin una solución farmacológ­ica segura todavía –una vacuna o un tratamient­o específico y eficaz–, no queda otra que el encierro, coinciden los virólogos, infectólog­os, y especialis­tas en salud pública. Si hace un mes y medio ingresaban entre 300 y 400 pacientes por Covid-19 en los hospitales andaluces, ayer lo hicieron 18. El f lotador ha sido el severo claustro hogareño y, para el camino, un cóctel urgente de fármacos.

A medida que la curva de los contagios iba siendo torcida por la cuarentena, los hospitales liberaban camas de las improvisad­as plantas y de las unidades de cuidados intensivos ampliadas. Hubo un momento clave, un hallazgo esencial en el tratamient­o provisiona­l contra el virus: leer “la gravedad de la enfermedad como una complicaci­ón inflamator­ia secundaria a la infección”. En la enfermedad también hay fases. El abordaje terapéutic­o de este descubrimi­ento clínico fue el paso del Rubicón.

“Es difícil equilibrar prudencia y pericia clínica”, afirma Jesús Sierra, jefe de sección en la farmacia del hospital de Jerez, cuando se le pregunta por la máxima hipocrátic­a de primero no hacer daño. “La sensación que ha impregnado todo respecto a las decisiones terapéutic­as es la de estar en guerra”, dice antes de añadir que “nos hemos encontrado con unas cifras de letalidad por encima de lo esperado”, recuerda Sierra, chiclanero, doctor en Farmacia por la Universida­d de Granada y una de las personas que más sabe sobre el cóctel farmacológ­ico empleado en los hospitales españoles contra el coronaviru­s.

Sierra es el coordinado­r del Registro Español de Resultados de la Farmacoter­apia frente a la Covid-19 (Rerfar Covid-19), un estudio hecho a partir de los tratamient­os aplicados a unos 8.000 pacientes en 170 hospitales de España. La muestra no es desdeñable. El fin es examinar el balance entre el beneficio y riesgo de las terapias, un elemento para mejorar el conocimien­to sobre la “aportación” y “utilidad” de los fármacos empleados en España hasta la fecha.

Unos 700 farmacéuti­cos de 180 ser vicios hospitalar­ios del país han colaborado en este registro impulsado por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalar­ia, cuyos resultados están a punto de ser publicados. Será un hito. Antes, Sierra avanza algunos datos preliminar­es. “A excepción del remdesivir, cuyo uso ha sido anecdótico, el resto de fármacos empleados tienen un perfil de seguridad razonablem­ente conocido”, explica Sierra sobre la seguridad de los medicament­os administra­dos.

A la espera de lo que den de sí los miles de ensayos clínicos que están desarrollá­ndose en todo el mundo y que determinar­án los medicament­os más adecuados para tratar el coronaviru­s, ha ido instalándo­se poco a poco un consenso médico basado en estudios observacio­nales que está sirviendo como terapia de choque para atajar los efectos más graves de la pandemia, disminuyen­do también la presión hospitalar­ia.

COMBINADO DE FÁRMACOS

En España, a tenor de la informació­n que arroja el registro Rerfar Covid-19, el patrón del tratamient­o contiene un componente temporal, coherente con cada uno de los dos estadios con los que cursa la patología causada por el SARS-CoV-2 y que incluye, de modo preventivo, la administra­ción en todas las fases de anticoagul­antes (heparina), desde que aparece la infección respirator­ia. El peligro de la aparición de trombos así lo aconseja.

Para Sierra, el empleo de los anticoagul­antes es un perfecto ejemplo de cómo “la pericia médica y la comunicaci­ón entre los equipos médicos ha jugado a favor de los pacientes”.

Llama la atención, entre los parámetros que ref leja el registro de farmacéuti­cos hospitalar­ios, el escaso uso en el combinado farmacólog­ico español del célebre remdesivir. Aún sin un ensayo clínico que lo apoye, y conocido por una inicial euforia en el mercado de las acciones bursátiles estadounid­enses, el

remdesivir sólo “ha estado disponible excepciona­lmente” al margen “de los ensayos clínicos”. Menos del 1% de los hospitales españoles lo han usado durante esta primera ola.

Más frecuente, con una administra­ción en casi el 90% de los centros hospitalar­ios españoles, ha sido otro clásico de estas fechas: la hidroxiclo­roquina. Este fármaco, utilizado comúnmente entre enfermos de lupus, artritis reumatoide o de malaria, ha sido empleado con profusión desde la primera fase de la enfermedad, cada vez más asociado a la administra­ción de azitromici­na, un antibiótic­o de amplio espectro.

A Sierra le ha resultado “llamativa” la creciente incorporac­ión” de este antimicrob­iano al combinado de choque contra la patología coronavíri­ca, “cuando las evidencias de partida eran de muy bajo nivel”.

Otra de las drogas más utiliza

das en España estas semanas ha sido el lopinavir/ritonavir, una mezcla ya conocida para tratar y prevenir el sida y el virus que lo provoca, el VIH, y que ha sido administra­do cuando los pacientes tienen una radiografí­a normal, pero hay infección respirator­ia y el paciente tiene más de 60 años. También es de uso en el estadio en que se percibe una afección pulmonar por radiografí­a.

Los medicament­os de elección varían en la fase en la que la enfermedad presenta complicaci­ones inf lamatorias en todo el organismo, que es la segunda parte de la enfermedad. Llegados a ese punto, el periodo más crítico para los pacientes que lo sufren, prima el empleo de antiinf lamatorios esteroideo­s (corticoide­s) y de inmunosupr­esores (tocilizuma­b).

Ha sido éste el cóctel con el que España ha ido bogando la primera ola, reduciendo la mortandad.

Jesús Sierra Farmacéuti­co hospitalar­io Salvo el remdesivir, el resto de medicament­os tienen un perfil de seguridad conocido”

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ Una sanitaria del hospital Virgen del Rocío de Sevilla mide un producto farmacológ­ico.

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