Lola Flores, grande en pantalla
La artista jerezana intervino en una treintena de películas a lo largo de su carrera El biopic ‘Lola’ se rodaría en gran parte en Jerez, y su último filme fue ‘Sevillanas’, con Carlos Saura
Revisando en estos días sus películas por internet, o mejor dicho los extractos de sus actuaciones en muchas de ellas, uno no deja de sorprenderse observando la energía que irradia su presencia en la gran pantalla. Ella era grande, y se le quedaba pequeña.
Si a la imagen de una mujer como Lola ha sido reproducida en 40 millones de sellos, emitidos por el servicio postal de España en 1996; si su rostro ha adornado las etiquetas de vino fino de Jerez, de las bodegas de Manuel Becerra; si su imagen ha sido glorificada en el monumento que se le erigió en su ciudad natal en 2003, obra de Víctor Ochoa, si doctos académicos dedicaron numerosas semblanzas biográficas en Diccionarios y Enciclopedias, es porque, como hemos dicho, fue una artista excepcional. De las grandes.
FILMOGRAFÍA
La joven Lola Flores debutó en el cine con una breve intervención en la película de Fernando Mignoni, Martingala, de 1940.
Interpretaba el papel de una pizpireta gitana, etnia con la que se identificaría el resto de su vida, aún sin serlo. Por esa actuación le pagarían 8.000 pesetas.
Su trayectoria cinematográfica en estos primeros años abarca la década de 1940, desde Martingala hasta Jack, el negro, de 1950. De forma especial sobresale Embrujo, en 1947, con la dirección de Carlos Serrano de Osma.
De esta película, la especialista Marina Díaz López hace este comentario en su trabajo Lola Flores, la estrella de bata de cola:
España y América según Suevia Films-Cesáreo González: “Es un ejemplo maravilloso de un cine ref lexivo sobre las raíces folclóricas de nuestra cultura”.
Su rostro llenaba las portadas de revistas dedicadas al mundo del cine, como Primer Plano, Radiocinema, Triunfo y otras. El Centro Andaluz de Documentación del Flamenco posee en sus fondos una buena parte de las mismas, donadas por el que esto suscribe.
En 1951, el avispado empresario y productor de cine Cesáreo González la ficha para Suevia Films. El contrato que firmó con él alcanzó la suma de seis millones de pesetas, algo extraordinario para la época. Una relación de trece años y quince películas. Se iniciaba el primero de sus tres viajes a México, pero antes de marchar rodaría dos películas de éxito: La niña de la venta (1951) y La Estrella de Sierra Morena (1952).
Allí, e su gira por América, rodaría ¡ Ay pena, penita, pena! (1953). la primera de los nueve musicales que interpretó en México entre 1953 y 1963.
De nuevo en España: Morena
Clara (1954), remake de la anterior de 1936 con Imperio Argentina, La danza de los deseos (1954), y La hermana Alegría (1955).
Por estas fechas, el 27 de noviembre de 1953, llega a Jerez acompañada de Cesáreo González , y el director de cine Florian Rey. Sería homenajeada en las bodegas de González Byass, donde firmaría una bota y donde se le impuso la insignia de la Orden del Tío Pepe.
En los años 40 y 50, Lola Flores traería a Jerez, al Teatro Villamarta, sus espectáculos que triunfaban por todo el país, se recuerdan aún los de los años 1948,1950, 1955, 1957 y 1959. Alternaba de forma frenética el teatro y los rodajes de películas.
De vuelta a México, se repiten los éxitos con Los tres amores de Lola /Lola torbellino, Limosma de amores /Tú y las nubes, La faraona, Sueños de oro, Maricruz y Echame la culpa, ésta de 1959.
Miembros de la familia, y de su habitual elenco artístico, le acompañaban en sus películas. Su hermana Carmen lo hizo en diez de ellas, como su marido Antonio González en otras tan
tas. Incluso su hija Lolita, hizo su debut con pocos años en La gitana y el charro (1963), su última película mexicana y la última con Suevia Films.
Ya los tiempos estaban cambiando, y con ello el público adicto al cine de Lola. A partir de 1967 vendrían algunas interpretaciones en películas nada destacables en las que intentaba adaptarse a los gustos de una nueva generación: Una señora estupenda, que le valió su único galardón por el Sindicato Nacional del Espectáculo, Casa Flora (1972) El asesino no está solo (1975), Juana la loca... de vez en cuando (1983).
En su periodo final de plena madurez volvió a brillar su estrella con papeles dramáticos, algo que ella reivindicaba: Truhanes (1983), y Los invitados (1987).
Carlos Saura contó con Lola en Sevillanas, de 1992. Fue el broche de oro en una filmografía de la que se siguen editando sus títulos en DVD.
BIBLIOGRAFÍA
Para los interesados, recomiendo estos libros que abundan en su biografia y filmografía. Lo abrimos con el curioso libro de Francisco Umbral publicado por Dopesa, en 1971, Lola Flores.
No aparece otra novedad bibliográfica dedicada a Lola hasta la década de los 1990, con Lola en carne viva, que recoge las confesiones de la propia artista hechas al periodista Tico Medina, éxito de ventas de la editorial Temas de Hoy, tanto en el momento de salir a la venta como en los años posteriores.
Y no es tras su muerte, ya en el siglo XXI que salen a la luz tres nuevos títulos: Lola, el volcán y la brisa, de Juan Ignacio García Garzón (Algaba, 2000 y 2007), Gitana tenias que ser, de Emilio José Gallardo (Centro de Estudios Andaluces, 2010),y
Lola Flores, de Alberto Romero Ferrer (Fundación José Manuel Lara, 2016), que consiguió el Premio Manuel Alvar.
El mismo año del estreno de Lola, la película, rodada parcialmente en Jerez con la con el asesoramiento de Jerez Film Commission, se presentaba en las bodegas Valdivia la cuidada publicación Lola (Fotos de rodaje), amplio reportaje fotográfico en blanco y negro de José Antonio Carmona.
La bibliografía editada comenzó con el libro de Paco Umbral y creció tras su muerte