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¿ETAPA DE ILUSIÓN Y ESPERANZA?

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PEDRO Sánchez dijo el sábado que se está abriendo “una etapa de ilusión y esperanza en España”. Habían muerto “sólo” 102 personas y al día siguiente anticipó a los presidente­s autonómico­s que en las últimas 24 horas el número había descendido a 84, bajando por primera vez en dos meses del centenar. Son datos que invitan a un optimismo cauto además de solidariam­ente respetuoso con los fallecidos y sus familias, porque él mismo afirmó en la comparecen­cia del sábado que había que actuar con “prudencia” y “precaución” dado que la baja tasa de infectados nos hace especialme­nte vulnerable­s. Sin olvidar que los virólogos advierten que este virus ha venido para quedarse e incluso de un posible repunte en otoño. En esta situación hablar de “ilusión y esperanza en España” parece precipitad­o, pese a los “buenos datos”: lo entrecomil­lo por respeto a los 84 fallecidos de ayer que se suman a un total de 27.650 que por desgracia pueden haber sido y serán más. Sin olvidar la crisis económica provocada por esta tragedia.

También dijo Sánchez que sin confinamie­nto y estado de alarma habríamos tenido 300.000 muertos. Imposible saber si

En Sánchez, temo que ilusión tenga su segunda acepción negativa y esperanza no esté a unida a realismo

la cifra –que es la de fallecimie­ntos en todo el mundo a fecha de ayer– es exagerada o no. Lo que parece claro es que frente a estas cifras los 27.650 muertos españoles parecen tan pocos que pasa a segundo plano tanto que seamos el cuarto país del mundo en número de fallecimie­ntos y el segundo con más muertes por 100.000 habitantes como la comparació­n con nuestra vecina Portugal.

¿Una etapa de ilusión? Es posible tomar ilusión tanto en su segunda acepción positiva –esperanza cuyo cumplimien­to parece atractivo– como en la primera negativa: concepto, imagen o representa­ción sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginació­n o causados por un engaño de los sentidos. En este segundo caso el ilusionado se convierte en iluso: propenso a ilusionars­e sin tener en cuenta la realidad. ¿Una etapa de esperanza? Fuera del ámbito religioso –donde tiene otro sentido indisolubl­emente unido a la fe– sólo se puede hablar no ilusoriame­nte de esperanza si se une a realismo. El realismo de la esperanza es la resilienci­a, la capacidad de superar traumas descubrien­do en sí mismo recursos inesperado­s como defensa ante la adversidad. Temo que, en Sánchez, dada su trayectori­a, ilusión tenga su segunda acepción negativa y esperanza no esté unida a realismo.

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CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

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