La fiesta contenida del domingo de procesión
Los almonteños engalanan balcones y fachadas en el que debía ser uno de los días grandes de la Virgen, inicio de la cuenta atrás de su regreso a El Rocío
La Virgen del Rocío debía haber recorrido ayer, con sus galas de Reina, las calles de Almonte. Los almonteños la debían llevar a hombros en una procesión que, en palabras del presidente de la Hermandad Matriz, Santiago Padilla, “tiene un sabor agridulce porque se espera siete años”. Pero no pudo ser.
El desfile se convierte en “el momento en el que la Virgen bendice las calles, las familias se juntan con los amigos, es todo un ritual de alegría pero, al mismo tiempo, de pena porque significa que la partida está ya en la cuenta atrás, que estaría a una semana de distancia”. De hecho, el domingo que viene se hubiera producido el Traslado a El Rocío de la Patrona y apenas quedarían por tachar unos números en el calendario para la romería de Pentecostés.
Pero la pandemia del coronavirus ha detenido el tiempo en Almonte. Que la Blanca Paloma no se deslizara ayer por el centro de su pueblo recibiendo vítores bajo una lluvia de pétalos y salvas de escopeta no restó intensidad y emoción a la jornada. “Van por dentro y están a flor de piel”, confesaba Padilla a este diario.
El propio Ayuntamiento de la localidad expresaba en las redes sociales que “es el 17 de mayo que menos imaginábamos. Un cúmulo de nervios, nostalgia, consuelo, y otros tantos sentimientos se mezclan en nuestro interior. Pero no debemos estar tristes. La esperanza que emana de su luz compensará lo que hoy nos falta: la procesión de la Virgen del Rocío, Patrona de Almonte”.
Para celebrar la “fiesta contenida” del domingo de procesión, la Matriz decoró la parroquia de Almonte de un modo “insólito”: la fachada amaneció con una reproducción de Nuestra Señora del Rocío a tamaño real en la puerta de la iglesia, que atrajo hasta el templo a numerosos fieles, respetuosos con la distancia social pero que no perdieron la oportunidad de estar lo más cerca posible de su Madre.
A las 12:00 repicaron las campanas de un templo que abre a diario pero que cierra sus puertas cada fin de semana para evitar aglomeraciones.
La catedral efímera de la plaza se recortaba sobre el cielo plomizo. Pero las fachadas y los balcones rebosaban de color. Los vecinos decoraron sus casas para exteriorizar el significado de un día histórico, que “esperamos siete años y que las circunstancias nos obligan a vivirlo de otra manera”, apunta el presidente de la hermandad.
Las colgaduras elaboradas para este especial Rocío de Luz, las guirnaldas blancas de f lores de papel y las macetas se conjugaron en la balconada con mantoncillos, trajes de gitana y hasta guitarras, sillas de enea, panderos y tamboriles.
Y los exornos no se limitaron a las viviendas del recorrido procesional que no pudo ser, sino que