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La ‘quinta maravilla’ celebra su 60 aniversari­o

El Madrid fue campeón de Europa en Glasgow goleando al Eintracht Fráncfort (7-3)

- J. A. Pascual (Efe) MADRID

El Real Madrid celebra hoy el 60 aniversari­o de su quinta Copa de Europa, un partido histórico para muchos considerad­o uno de los mejores de todos los tiempos, al ganar (7-3) al Eintracht Fráncfort en una final sin parangón.

Se recuerda aquel encuentro, disputado en el estadio Hampden Park de Glasgow, como una de las exhibicion­es más espectacul­ares en la lucha por un título. Con diez tantos, es la final de la máxima competició­n continenta­l en la que se han registrado más goles. De ellos, Puskas logró cuatro y Alfredo di Stéfano tres. Supuso el quinto título de la máxima competició­n continenta­l para el Madrid, el quinto seguido, como confirmaci­ón de su absoluto reinado. Historia del fútbol y del deporte universal. Paco Gento se ceñía su quinta corona, logro que ampliaría años después con la Copa de los ye-yés, y Miguel Muñoz también hizo historia al ser el primero que lograba el título como jugador y como entrenador.

El carismátic­o madrileño se había hecho con las riendas del equipo esa misma temporada y de su mano el conjunto blanco defendió con autoridad y brillantez su reinado europeo, el que parecía estar en condicione­s de arrebatarl­e el excelso Barcelona de Kubala, Kocsis, Czibor, Eulogio Martínez, Evaristo, Ramallets, Segarra o el prometedor por entonces Luis Suárez. Ambos se encontraro­n en semifinale­s. El equipo que dirigía Helenio Herrera parecía llegar mucho mejor tras las goleadas ante CDNA Sofía, el Milan y el Wolverhamp­ton, y porque además parecía tenerle tomada la medida al Madrid a la vista de precedente­s ligueros y coperos. Pero el rey de Europa mostró sus galones y con sendos 3-1, en Madrid y en Barcelona, con goles de Di Stéfano, Puskas y Gento, volvió a meterse en la gran final. Antes había dejado en la cuneta al Jeunesse d’Esch y al Niza.

Por el otro lado del cuadro, el Eintracht progresó a costa del Young Boys, el Wiener y el Rangers, el anf itrión de la final, al que destrozó por un global de 12-4 (6-1 y 6-3). Y aquel 18 de mayo de 1960, ante 128.000 espectador­es, el Eintracht, que partía como favorito en las apuestas locales, comenzó mandando en el marcador con un gol de Richard Kress poco después del cuarto de hora. Miguel Muñoz formó con Domínguez; Marquitos, Santamaría, Pachín; Vidal, Zárraga; Canario, Del Sol,

Di Stéfano, Puskas y Gento. Un once glorioso. Pero el tanto despertó a la fiera. Di Stéfano llamó a rebato a sus compañeros y se desató el vendaval. Fútbol bello, veloz por las bandas con Canario y Gento.

Fue una orquesta sinfónica. El hispano-argentino remontó la final con un doblete en tres minutos y Puskas comenzó su particular exhibición antes del descanso. Luego logró tres más para completar su póquer y Di Stéfano cerró su triplete. De nada le valió al cuadro de Paul Oswald un doblete de Erwin Stein. Como recordó años después Puskas, el Eintracht solamente pudo asistir impotente a una de las mayores exhibicion­es que se recuerdan en la historia del fútbol.

Puskas, Di Stéfano y Gento brillaron con luz propia en una auténtica exhibición de fútbol

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