Trastornos de la conducta alimentaria en tiempos de pandemia
Las familias afectadas denuncian la parálisis de la atención sanitaria de males como la anorexia
La crisis del coronavirus parece haber el eclipsado el resto del trabajo diario que hay en la sanidad andaluza, pero sólo lo ha paralizado en la medida de lo posible. Son muchos los ámbitos, pero en el caso de los afectados por los trastornos alimenticios, lejos de mantenerse estable o ver mejora asisten a un empeoramiento de la asistencia. Para las familias de estas personas supone otro empujoncito que las acerca al precipicio.
Patricia Cervera es la madre de una joven con anorexia nerviosa desde hace más de ocho años. Con el paso de los años su lucha la ha llevado a convertirse en la presidenta de la asociación de TCA Andalucía, que agrupa a las familias de personas con trastornos de la conducta alimentaria. Esta madre granadina vuelve a elevar la voz ante un drama callado que ahora empeora ante las restricciones de ingresos por precaución. Cervera asegura que “antes, al menos, tras mucho batallar, por fin las ingresaban en algún sitio”. Ahora “ni tan siquiera la opción de derivarla a otra comunidad es posible. Es un túnel sin salida”.
La situación previa no era mucho más esperanzadora. La sanidad pública, pese a las promesas de la Consejería de Salud de abrir un centro de referencia en Málaga, sólo ofrece parches, sostiene Cervera, que explica que “cuando la vida estaba en peligro por desnutrición severa o intentos de suicidio, estas pacientes se han ido aparcando en cualquier cama hospitalaria, ya de medicina interna, endocrinología, pediatría, agudos, cirugía, cardiología, incluso infecciosos... sin saber muy bien qué hacer con ellas, más allá de decirles que tienen que comer, ponerles sonda nasogástrica, y esperar meses en cada ingreso, para recibir un alta por no ser terapéutico prolongar el ingreso”.
El paso por urgencias significaba “volver con tu hija a casa igual de enferma que cuando entró, quizá con algo más de peso, que sabes que perderá en unas semanas y vuelta a empezar, pero cada vez con mayor gravedad”. Con la pandemia, la situación se vuelve más complicada: “hay familias que han tenido que ingresar a su hija en un centro privado de Sevilla, a precios prohibitivos, ya que el precio puede ir más allá de los 4.000 euros mensuales. Otras se han visto abocadas a acudir a Urgencias varias veces, cuando les dieron el alta para evitar el contagio”. Cervera cuenta el caso de una familia, “que ante la reiterada angustia de su hija y gritos de ayuda, hasta que no tuvo un intento de suicidio no quisieron ingresarla en agudos”.
Hay afectados que “se han quedado sin ningún tratamiento porque sus citas han sido canceladas, otros tienen que sacrificar sus escasos ingresos para pagar terapias on line con psicólogos privados” o incluso ha sucedido que la enfermedad ha hecho su irrupción inicial durante estas semanas de confinamiento. Esta es, señala Cervera, “la más violenta por la vertiginosa pérdida de peso y el desconocimiento ante el tema”.
No solamente la Covid-19 ha mermado las capacidades de la sanidad, también está generando una crisis económica que deriva en que lleguen hasta la asociación testimonios de familias que han perdido su única fuente de ingresos y “se ven abocadas a vivir en la precariedad cuidando a su familiar para evitar una tragedia aún peor”. Si mantenerse en el mercado laboral es complicado, “conciliar con una enfermedad tan grave y abandonada por nuestro sistema de atención sanitaria y social, es imposible si no se establecen medidas reales de conciliación laboral”, sostiene la Cervera.
La presidenta de TCA Andalucía sentencia que si el consejero Jesús Aguirre “hubiera cumplido su compromiso, tendrían su propia zona de ingresos”. “En una de sus comparecencias parlamentarias, dijo que esta situación era un dramón, ahora quiero preguntarle cómo lo calificaría”, zanja Cervera, que se queja por no haber recibido respuesta desde la Consejería a sus peticiones de informaicón.